images“Sobre todo ámense de verdad unos a otros,

pues el amor hace perdonar una multitud de pecados”

 Pedro 4:8

Don’t judge me, fuckers!” (no me juzguen, forros) dice Amy (Amy Schumer), protagonista de Trainwreck, la última comedia de Judd Apatow. ¿Qué es lo que habría que juzgar o no? En primera instancia, su vida sexual. Amy es una comehombres con reglas claras y estrictas: no pasar la noche juntos ni volver a verse. Es una mujer joven, independiente, segura de sí misma y desprejuiciada. Es redactora en una revista de moda y consejos para hombres, S’nuff, dirigida por la pragmática, despótica e indiferente Dianna (Tilda Swinton). Sin embargo el pedido de la liberada Amy desnuda una intención contraria, tal como su promiscuidad -palabra que utilizo porque la película lo hace- pone en evidencia a una princesa que desespera por un príncipe azul que le asegure una vida “estable” o “encarrilada”.

Pero antes de introducirnos entre las sábanas de Amy y su desfile de chongos de toda clase, color y tamaño, la película arranca con el día en que sus padres decidieron divorciarse, un instante clave de su infancia: La Amy niña (Devin Fabri) junto a su hermanita menor Kim (Carla Oudin) escuchan a papá dar su versión de los hechos en el garaje de la casa. La versión incluye una explicación práctica en términos de fácil comprensión para nenas chiquitas de por qué la monogamia no es realista: «amás a tu muñeca, pero ¿qué pasaría si esa fuera la única muñeca con la que podes jugar por el resto de tu vida?« Si las mujeres para Gordon son eso, los hombres se convertirán en lo mismo para Amy, en muñecos o juguetes sexuales de ocasión.

Amy pide a sus eventuales espectadores que no la juzguen, pero es el propio Apatow quien se anticipa a los hechos. El título mismo (Descarrilamiento) ejerce un juicio de valor sobre el estilo de vida de su protagonista, aunque luego la película la exima de toda la culpa que vuelca sobre el padre durante el prólogo. La libertad sexual de Amy no tiene que ver con una exploración genuina del propio placer o con un deseo de liberación de toda atadura social e institucional, sino que responde a un mandato paterno. ¿Y qué clase de hombre es este padre? Es un estadounidense medio, clase trabajadora, racista, cabronazo por hobby, alcohólico y mujeriego, pero es “la persona favorita” de Amy, y es sin dudas uno de los personajes más adorables. Por transición a quien (no) hay que juzgar es a Gordon (Colin Quinn), por lo que en segunda instancia lo que (no) hay que juzgar es un estilo de vida que no responde a los valores morales establecidos. Aunque Apatow coquetee con el humor incorrecto acerca de negros, judíos y demás, no puede eludir el tradicionalismo del género. Con mínimas e intrascendentes transgresiones su producto siempre responde al entramado conservador de la gran industria, optando por la comedia romántica que es, tal vez, el género que más lo enarbola. El mismo Seth Rogen, con su tono de mofa que nunca compromete nada, dijo “Hacemos películas extremadamente derechistas con diálogos sucios” mientras se encontraba promocionando Ligeramente embarazada.

17TRAINWRECK-facebookJumboCon esta observación crítica no quiero decir que sus películas no funcionen, el humor es fresco y efectivo, aunque siempre encuentre un límite. Apatow repite la fórmula que lo singulariza: película de larga duración dividida en mitades opuestas, la primera anclada en las convenciones del género, sea cual sea la variante, con dinamismo, abundancia de gags y personajes muy bien definidos; luego una segunda parte con mayor densidad dramática, corriendo a los personajes del estereotipo para profundizar en el perfil más humano de cada uno de ellos. Pero algo extraño sucede y es que en estas segundas mitades en que los personajes deberían dejar de ser superfluos estereotipos del género, paradójicamente se deshumanizan porque rechazan, abandonan o ceden aquello que los singulariza para volverse convencionales y adaptados al sistema. Con mayor o menor ternura, con algunas guarradas y amagues de liberalismo, la parábola es siempre complaciente con la Norteamérica biempensante. En el  artículo escrito por el escritor y columnista de The New York Times, Ross Douthat, conservador a ultranza, “The Unfunny Truth” (sobre Funny People) señala que “…ninguna figura contemporánea ha hecho más que Apatow (…) para actualizar el conservadurismo social de cara a las nuevas generaciones que lo asocian a la pedantería y el puritanismo…”. Trazando un breve recorrido por su filmografía demuestra lo conservador que es Apatow, tildando a Ligeramente embarazada de anti-abortista y a Virgen a los 40 como una película estrictamente puritana. Agregaría Bienvenido a los 40 como un relato en contra del divorcio.

En Trainwreck, Amy no está eligiendo una vida sexualmente activa y abierta por motu proprio, pareciera que el deseo abierto y fluctuante es condición exclusiva de hombres despreciables, pero la película no se cuestiona si la monogamia elegida por Kim no está igualmente condicionada por mandato materno. Al omitirse la presencia de la madre o reducirla a fotos y recuerdos, la concepción de matrimonio y familia es naturalizada como único orden posible. ¿Por qué optar por otro camino es descarrilarse? Porque una mujer que decide ser soltera no es madre y si no procrea no genera nuevos consumidores. Esa es la lógica que Kim adopta del discurso inicial, la de la fabricación de muñecas, y es por esto que ella es quien sostiene una mientras escuchan al padre. “Tener una familia es divertido”, le dice a Amy luego de darle la noticia de su embarazo a una mesa de distancia de su marido e hijastro que saludan como bobos. Porque Kim también encontró la manera de tener varios muñecos con los que jugar sin correrse de los límites de la monogamia: teniendo (y adoptando) hijos.

Quien encarrila a Amy es Aaron (Bill Hader), un médico cirujano exitoso que trabaja para las grandes ligas deportivas. Eludo las referencias que a figuras y equipos se hacen porque no tengo conocimiento del tema, pero es interesante el perfil de hombre que resulta ser el héroe que rescata (no sé de qué) a la muchacha en cuestión. El amor solo no puede salvarte si no arrastra consigo una estabilidad económica. Por supuesto que Aaron, como hombre, es todo lo opuesto a Gordon, el padre de Amy. Por distintas conversaciones sabemos que no ha tenido una vida sexual demasiado activa, es un hombre sano no habituado al alcohol (se sorprende de lo mucho que ella bebe) y su apariencia lejos está de Steven (interpretado por el campéon mundial de lucha libre y actor John Cena), descerebrado  chongazo de gimnasio que, durante la primera parte, es el acompañante habitual de la protagonista y que huye dolido al enterarse de la colección de hombres que su supuesta novia guarda. Mientras la película y Aaron rescatan a Amy del hundimiento (prestar atención a la cita que se hace sobre Titanic al comienzo) el castigo recae sobre su padre. Viejo, malhumorado y sin un peso es trasladado a un asilo para ancianos económico donde muere sin llegar a conocer a su nieto ni ver a su hija alcanzando la cima de la vida en brazos de un doctor.

Esta chica es un desastre (Trainwreck, EE.UU., 2015), de Judd Apatow, c/Amy Schumer, Bill Hader, Brie Larson, Colin Quinn, 125′.

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