Dos amigos, un automóvil robado y el azar de la agitada noche porteña como elemento catalizador. Con una premisa tan simple como trillada, Nacho Sesma construye un relato de ritmo acelerado y constante que fluctúa entre la comedia de enredos y la buddy movie.
Noche de perros parece nutrirse en exceso de películas como After hours (Scorsese, 1985), 76 89 03 (Nardini y Bernard, 2000) o Hey, ¿Dónde está mi auto? (Danny Leiner, 2000) -obras a las que explícitamente les rinde pequeños homenajes- para conformar una película de amigos, divertida aunque poco original, en la que veremos pasar un desfile de personajes con actitud bien argenta y reconocible, pero también excesivamente estereotipados y chatos, donde no estará ausente ningún actante del manual de la buena comedía clásica juvenil: el amigo zarpado e irresponsable, el responsable que se dejar llevar por el otro y termina en el mal camino, el mafioso ultra-grasa, el matón grandote y bobo, la loca mujer del mafioso, la enamorada de uno de los amigos, la novia tramposa, y hasta dos clases de perro. Tampoco faltan los toques de humor negro y esa voz en off que parece estar únicamente para aportar la información mínima e indispensable y poner en palabras algunas ideas o reflexiones del director y guionista de la película.
Noche de perros está bien narrada, con un ritmo sostenido y un montaje preciso, y es gracias a estos motivos y a su escasa duración -apenas pasa los ochenta minutos- que nunca decae y puede llevar a un espectador bien predispuesto hasta el happy-ending consabido. El principal problema es que se trata de una película excesivamente predecible, con puntos de giro y reveses dramáticos más que obvios que pueden exasperar a los espectadores más veteranos y curtidos en este tipo de comedias, que suelen ser todo un desafío para cualquier director que decida abordar este subgénero sin caer en la repetición y la falta de originalidad. Aquí todos y cada uno de los personajes hacen exactamente lo que se espera de ellos y sabemos de antemano todo lo que va a pasar porque es una película que ya vimos cientos de veces.
Resulta interesante el manejo de los tiempos y la progresión lógica de las secuencias siguiendo el estilo del videojuego, en el que un punto de giro siempre lleva a otro problema mayor y, por ende, más complicado. Si por momentos se torna algo atrevida es gracias a las interpretaciones de Nicolas Goldsmith y Facundo Cardosi, esos jóvenes en apuros a quienes más adelante se sumará Fabián Carrarsco como el tercer elemento de un triangulo a puro bromance. Sin embargo, los intentos de sazonar el relato con humor negro resultan fallidos porque Sesma nunca parece atreverse a transgredir unos límites que él mismo se ha impuesto, como si en realidad buscase agradar a todo tipo de público, tanto al pibe que va al cine en busca de una película zarpada como al resto de su familia. Finalmente todo el peso de ese intento de humor zarpado se limita a las puras puteadas, que no terminan de integrarse al relato y no pasan de ser golpes de efecto superficiales.
Noche de perros (Argentina, 2015), de Nacho Sesma, c/Facundo Cardosi, Nicolás Goldschmidt, Fabián Carrasco, Guadaluope Docampo, Marcelo Sein, 85′.
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