Traducción: Edgardo C. Krebs y Nuria Silva.
Es desalentador leer lo que se ha escrito sobre Sangre Negra, la película que filmo Pierre Chenal en la Argentina en 1950. Tanto en las biografías de Richard Wright, autor de la novela original (Native Son) como en las valoraciones críticas norteamericanas del film, todo es considerado un error, fatal y previsible. Wright en el papel de Bigger Thomas; el lugar en el que fue realizado (Buenos Aires); la reconstrucción de los barrios negros del South Side de Chicago en los estudios de Argentina Sono Film; y el hecho de haber sido producido por sudamericanos y dirigido por un belga. Sería todo un ejercicio poner al descubierto la pobre investigación y las numerosas equivocaciones omnipresentes en estos escritos. Pero lo mas significativo es que ninguno de los confiados críticos vio el original, el film completo, sino la masacrada versión permitida por los censores estadounidenses. A más de 60 años de su presentación, con gran éxito, en Buenos Aires, Native Son aún es esa otra película: la versión deforme, creada por censores y reseñas desastrosas. Juntos, censores y críticos han sellado el destino de este esfuerzo. Una pena. La película íntegra y sin cortes –y la historia que hay detrás de ella– son mucho más ricas de lo que la gente imagina, y merecen una segunda (o, para ser más exacto, primera) mirada.
La primera referencia que tuve de Native Son fue indirecta. Estaba haciendo una investigación en París sobre el antropólogo suizo Alfred Métraux. Un amigo y colega de él, Claude Tardits, me comentó al pasar que Métraux solía tomar el desayuno con Richard Wright, porque vivían en la misma calle (Rue Monsieur le Prince). La asociación entre ambos es muy verosímil. Compartían el interés por Haití y el Movimiento de la Negritud. Métraux había sido considerado por la Carnegie Corporation como candidato para escribir el texto clásico de 1944 sobre las relaciones raciales, finalmente asignado a Gunnar Myrdal y publicado con el titulo An American Dilemma: The Negro Problem and Modern Democracy (Un dilema americano: El problema del negro y la democracia moderna). Wright y Métraux participaron en la creación del influyente periodico Présence Africaine, en el que muchos distinguidos intelectuales africanos publicaron ensayos anticoloniales durante la década del cincuenta. Y Métraux dirigió un estudio de la UNESCO que desacredito cualquier pretensión científica utilizada en argumentos para justificar el racismo y la segregación. Todas estas preocupaciones eran compartidas visceralmente por Wright.
Fue a través de otro amigo de Métraux, el cineasta Jean Rouch, que supe por primera vez de la película de Chenal. La versión completa de Native Son se consideraba perdida. Todo cambio cuando, en busca de una copia, conocí al historiador y coleccionista de cine Fernando Martín Peña, de bien ganada fama entre los cinéfilos de todo el mundo por haber encontrado 25 minutos de metraje adicional de la pelicula Metrópolis, de Fritz Lang. Ocurrio, para mi sorpresa que, en 1998, Peña habia encontrado, además, una copia completa en 16mm de Native Son y escrito un excelente artículo sobre esta obra de Chenal para una revista de cine de Buenos Aires.
Un segundo e inesperado avance ocurrio en el curso de una conversación con el fallecido director boliviano Jorge Ruiz, considerado por John Grierson como uno de los seis documentalistas más importantes en el mundo. (Su Vuelve Sebastiana y Mina Alaska son casi milagros de narración visual). Jorge estaba muy al tanto de Native Son porque su amigo y ex socio Gonzalo Sánchez de Lozada —ambos fundaron la primer compañía cinematográfica Boliviana— habia sido asistente de dirección de Chenal durante el rodaje en los estudios de Argentina Sono Film. Sánchez de Lozada, quien fue electo presidente de Bolivia en los 90 y a principios de los 2000, recién se había graduado en la Universidad de Chicago cuando arribó a la Argentina, esperando encontrar trabajo en la industria del cine. Es el único miembro sobreviviente de la producción de Native Son. Una de sus tareas extraoficiales fue ayudar a Richard Wright a orientarse en Buenos Aires, donde el autor era muy popular.
Todos los involucrados en la filmación de Native Son sabían que estaban haciendo algo difícil. Wright tuvo que eliminar ciertos pasajes del texto para que su novela fuera publicada por el Book of the Month Club en 1940, y la adaptacion teatral de Orson Welles y John Houseman en 1941 también fue complicada: Houseman y Wright tuvieron que conspirar para rescribir secretamente el manuscrito inicial de Paul Green y mantener a los personajes y al texto fieles al libro. Green se enteró de los cambios la noche del estreno.
Chenal creía que una adaptacion cinematografica del libro era imposible en los EE.UU de los anos 40 y 50. Tuvo varios problemas en Chicago, donde llego con un equipo mínimo para filmar, sin permiso del municipio, escenas casi documentales del South Side. A Richard Wright le negaron admision al hotel. Chenal propuso que el, Wright y Prades se cambiaran a uno diferente. Wright se rió, y mirando al cielo, dijo, “Hogar dulce hogar.” También era peligroso para los actores americanos involucrarse en el proyecto. Aún un expatriado como Don Dean, nacido en Oklahoma pero casado con una argentina y establecido en Buenos Aires, fue advertido por su madre: no participes. Dean, que hace de Max, el abogado de Bigger Thomas, era el líder de la Banda de Estudiantes Norteamericanos, de mucho exito en la radio de entonces y gran atraccion en las “veladas danzantes” del Roof Garden en el Alvear Palace Hotel.
A pesar de todas las dificultades, cuando comenzo el rodaje no fue un esfuerzo de segunda categoría. Chenal estaba convencido de que “Dick [Wright] se había transformado en Bigger Thomas. El héroe hablaba a través de la boca de su creador.” (No tiene que actuar, le dijo a Wright, tiene que vivir la pesadilla de Bigger.) Chenal conocia muy bien los estudios de Argentina Sono Film, uno de los más importantes en Latinoamérica, y no careció de equipamiento técnico ni de profesionales expertos, con algunos de los cuales ya habia trabajado. Tanto a él como a Wright le preocupaban mucho los detalles etnográficos. El set debía reproducir minuciosamente los ambientes y sonidos de Chicago. Los productos exhibidos en tiendas, los afiches publicitarios y los anuncios luminosos que se vieran en la película debian ser auténticos. Wright hizo poner una foto de Jackie Robinson en la pared del camarin de mujeres en el club donde canta Bessie Mears. (Cabe destacar la participación de la bailarina y etnógrafa Katherine Dunham en la partitura musical de Native Son —una historia que merece relato aparte.)
El tema de la película no era nuevo para Chenal, o para la Argentina. Native Son fue traducido por una de las editoriales importantes del país, Sudamericana, solo un año después de su publicación en EE.UU. En 1944, el gran actor español Narciso Ibáñez Menta encabezó una producción teatral de la adaptación de Welles-Houseman en Buenos Aires. Chenal, que paso los anos de la segunda Guerra mundial en la Argentina, vio la versión de Ibáñez Menta y quedó impresionado. Cuando surgió la oportunidad unos años más tarde de llevar el libro al cine, el director belga estaba listo.
Chenal y Wright eran conscientes de algunas limitaciones importantes, y en consecuencia hicieron unos pocos cambios. El guion seguía con bastante fidelidad la versión teatral de Wright-Houseman, pero ciertas cosas se dejaron afuera. La escena en la que Bigger Thomas besa a Mary Dalton, por ejemplo, fue descartada en la sala de edición. Chenal y Wright probablemente asumieron que, con tanto dinero invertido en el proyecto no era inteligente empujar los limites. La escena en el dormitorio es igualmente escalofriante y sugestiva, asi como aparece en el film. Aparte de sus méritos visuales y narrativos, los dos flashbacks que explican el asesinato de la novia de Bigger, Bessie, con su atmósfera pesadillesca que recuerda a la pintura de De Chirico, fueron concebidas por Chenal para desviar la mirada implacable de la cámara del rostro de Wright, quien –pensaba Chenal– no podía cargar con el peso de narrar esas escenas dramáticas sin ayuda.
Cuando se estrenó en Buenos Aires, Sangre negra fue un éxito de taquilla y reibio buenas críticas. Esto alento las esperanzas de Chenal y Wright de que el film tuviera una recepcion similar en los EE.UU y Europa. Las esperanzas duraron poco.
Walter Gould, el distribuidor norteamericano, tuvo desde el comienzo disputas imposibles con los censores. Treinta minutos del film fueron cortados. Gould llevo el caso a la corte en Ohio, donde la Junta de Censores rechazó otorgar una licencia para la exhibición pública de Native Son sobre la base de que “…contribuye al malentendido entre las razas, presentando situaciones indeseables para los intereses comunes de ambas… socavando la confianza en la justicia [y presentando] fricciones raciales en un momento en que los distintos grupos deberían unirse contra todo aquello que es subversivo”. Entre las escenas cortadas figura una en donde una turba de blancos se reúne afuera del edificio de la corte donde el caso de Bigger está siendo juzgado. Se ven puños cerrados agitándose en el aire. Uno de los manifestantes dice: “En el lugar de donde vengo, no perdemos tiempo juzgando a un negro, simplemente lo linchamos.”
Chenal y Wright se resignaron a la forma en la que el film fue esencialmente acorralado y rematado. Muy poco podían hacer al respecto. Wright se mudó a Francia, donde expandió sus intereses y participo en una lucha antirracista más amplia. Chenal se entusiasmo tibiamente cuando algunos críticos europeos elogiaron la pelicula despues de ver una versión parcialmente restaurada de 90 minutos en el Festival de Venecia. La juzgaron valiosa para un público de cinéfilos. “Le paso a ellos la responsabilidad de promoverla”, dijo Chenal.
Eddie Muller, un experto en film noir a quien le enseñé la versión completa de 104 minutos, comentó: “Me han preguntado varias veces ‘¿Hay algún film noir sobre Afroamericanos?’ y ahora, gracias al redescubrimiento de Native Son, puedo honestamente decir ‘¡Sí!’ Dejando a un lado su pedigré literario, Native Son es un noir genuino en su ambigüedad moral y desengaño existencial. Es fascinante ver todas las convenciones temáticas y estilísticas que asociamos al noir aplicadas a un drama de cargada tensión racial sobre un tema afroamericano —realizado, ademas, durante la era clásica del film noir en Hollywood. La recuperación de este film nos da un eslabón esencial y previamente perdido para escribir la historia del cine de mediados del siglo 20.”
Gracias a una colaboración con la División Cine y Sonido de la Biblioteca del Congreso, una versión completamente restaurada de Native Sonva a estar disponible pronto. Esto forzosamente cambiará la forma en que la película fue juzgada. Sus méritos y complicada historia por fin serán debidamente examinados.Edgardo C. Krebs es un antropólogo social argentino e investigador en el Museo Nacional de Historia Natural, Smithsonian Institution.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: