Atención: Se revelan detalles importantes de la resolución final.
Una pareja neoyorquina (Ben Stiller y Naomi Watts) de cuarenta y pocos, de clase media cómoda, cultos y progres los dos, documentalista él, productora ella, en crisis con la paternidad que no tuvieron, conocen a una pareja canchera de veintitantos (Adam Driver y Amanda Seyfried) quienes les hacen dar el último estertor de juventud alocada. Un argumento que encaja perfecto en una película de Woody Allen. Incluso, como en la mayoría de sus películas, los personajes no salen nunca de su ámbito socio cultural. La diferencia es que el director y guionista Noah Baumbach no tiene rastros de narcisismo neurótico. Parece más bien la película de un adulto maduro. De un desencantado de sus pretensiones artísticas juveniles que logró encauzar, quizás demasiado prolijamente, ese desencanto. Incluso logró convertirlo en su encanto privado. Lo que no queda claro es si con ese material se puede hacer una película.
Los primeros dos tercios intentan disimular con algún chiste el aburrimiento. Enseguida la película se transforma en un catálogo de situaciones en las que se nos muestra a los protagonistas deslumbrados con sus nuevos amigos veinteañeros y cómo eso los va alejando de sus amigos de siempre con sus ocupaciones de padres. Hay algo que reconocerle a esos minutos: nunca parodia a sus rejuvenecidos cuarentones aun cuando las situaciones son tentadoras. Por ejemplo, Jamie y Darby, los veinteañeros, los invitan a una ceremonia de ayahuasca. Hay baldes para vomitar, hay personas desesperadas por un descubrimiento espiritual, hay vómitos y hay chistes con esas situaciones. Lo que no hay es una actitud soberbia, no hay una mirada que menosprecie la experiencia. Josh y Cornelia, los cuarentones, no son adolescentes que vivan la droga como una salvación, como una puerta a un estadio superior de conciencia ni como un acceso al espíritu. Pero no por eso deja de ser una experiencia sensible que los influye.
El único que es tratado lentamente como un nabo es Jamie, un hipster consuetudinario, hiper seguro de sí mismo, personaje que le calza perfecto a Adam Driver con ese aspecto de tipo no clásicamente lindo, pero absolutamente ganador al que todo le queda bien y todo, siempre, le sale bien.
La última parte de la película reformula algo de lo que habíamos visto. Jamie era un poco nabo, pero también llevaba adelante un plan maquiavélico. Se había acercado a Josh adulando su primer documental para llegar hasta Leslie, el padre de Cornelia, un documentalista famoso y exitoso, al que quería presentarle su propio trabajo. Mientras tanto Josh trataba de hacer su segunda película, con entrevistas a un intelectual de izquierda viejo y aburrido con el que él estaba maravillado (una situación calcada de Crímenes y pecados de Allen). Jamie engaña a todos para lograr su objetivo.
En la escena final Jamie ha triunfado, está acompañando al padre de Cornelia mientras este recibe un premio homenaje. Josh está absolutamente derrotado, pero descubre el engaño de Jamie. Corre entonces a desenmascarar a su adversario mientras Leslie, su suegro, da el discurso de agradecimiento. Llega y logra contarle todo a Leslie y a Cornelia. El contenido del discurso de Leslie anticipa la reacción de todos. A nadie le importa la verdad. Nadie espera que una película se construya con hechos reales, las artimañas de un director son parte de su trabajo, lo único importante es que el resultado transmita una verdad y parece que Jamie lo logró con su película. Mientras somos jóvenes deja entonces una última buena impresión si uno logra olvidarse del aburrimiento inicial. En los últimos minutos logra comunicar una verdad desde su director maduro y desencantado: no hay grandes hechos ocultos que una vez descubiertos nos harán felices, no hay revelaciones y si las hay no cambian nada, la existencia concreta y cotidiana es más poderosa que las verdades ocultas.
Mientras somos jóvenes (While We’re Young, EUA, 2014), de Noah Baumbach, c/Ben Stiller, Naomi Watts, Amanda Seyfried, Adam Driver, Adam Horovitz, 97′.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: