que-puede-un-cuerpo-c_6239_poster2Confesión en primera persona

Repito una opinión de hace unos días: César González es lo mejor que le puede pasar al cine local. Su cine felizmente, descoloca; aunque esto solo sucede si el espectador acepta correrse de sus demandas habituales: demanda de una cierta corrección política de la cámara, con supuestos tiempos “necesarios”, con aprioris sobre lo que debe ser una  “actuación”; y, sobre todo, con la conservación de un statu quo que no debe ser cuestionado.

Luego de diez años de docencia, fue su ópera prima Diagnóstico esperanza la que me inspiró para comenzar a incursionar con continuidad en la escritura sobre cine. Con el descubrimiento del arte de González algo inédito se presentó; no solo a través del análisis de los aspectos formales: aquel trabajo me aportó una mirada revolucionaria como espectador que intenta pensar siempre el lugar desde donde se mira.

Y ahora acaba de estrenar su segundo largo: “¿Qué puede un cuerpo?”.

De la esperanza a la noche.

El universo es el mismo que el de Diagnóstico…: la villa como protagonista absoluta y la clase media bajo la lupa más lacerante. Pero algo se modificó: cierta hendija de justicia poética, que justificaba el título del primer largo, aquí está ausente: si pensáramos a las películas como capítulos 1 y 2, la sensación es que en la villa todo empeoró: los pocos caminos que se presentaban, hoy están cerrados. El guión que rescataba a un niño en Diagnóstico…, en esta oportunidad le cierra las puertas y le abre el camino a un destino negro. Un negro que no solo metafóricamente sino que a través de la iluminación tiñe gran parte de los 75 minutos de película.

Todas las escenas de la primera película de González eran diurnas; en ¿Qué puede un cuerpo? la noche come gran parte del poco tiempo que pareciera quedarle a los personajes: reuniones nocturnas en la calle o la cámara dando cuenta de un indefenso cuerpecito corriendo en una noche cerrada que se lo devora, son indicios de que un cerco negro se cierra sobre los villeros.

timthumbEn la nueva película, varios de los actores villeros vuelven a aparecer: Mariano Alarcón, Esteban El As y el cantante de rap Alan Garvey; en breves apariciones, Nazarena Moreno y el mismo César González.

Destinos de la filosofía.

Un gran amigo para toda la vida de César González es el pensamiento de Gilles Deleuze. Cuando el pensador francés reflexiona sobre la pregunta en Spinoza que da título a la película, su interés se encuentra en las posibilidades del cuerpo, más allá de la razón. Ubicar la inquietud spinozista como encabezamiento de la película podría llevar a pensar: ¿Hasta dónde una sociedad puede tensar, violentar, poner a prueba esos cuerpos que margina y excluye? En el sentido de uno de los ejes centrales de la trama: ¿Hasta dónde resiste el cuerpo de un cartonero que intenta, en vano, insertarse laboralmente en un trabajo “en blanco”, para terminar catapultado hacia el mismo lugar que antes? Ese cuerpo incorporó en la traumática experiencia, marcas indelebles. Esas marcas son las que investiga la cámara-villa: la constante en la película es el plano secuencia sobre deambulares de los villeros, corridas escapando de la “gorra” y extensas caminatas que dan cuenta de las dificultosas jornadas de la recolección del  cartón que va a parar a la carretilla, y que convive con un texto que alguien decidió que su destino era la basura: “¿Qué es la filosofía?” de Deleuze y Guattari.

photoTrincheras y tragedias.

Frente a una pantalla de video  en la cual tiene lugar un juego virtual, uno de los protagonistas expresa: “¿Sabes porque este juego me gusta? Porque se parece a la vida real: te cagás a tiros con la gorra”: el preanuncio de una tragedia. Resulta notable, en tal sentido, un plano fijo cerca del final de la película sobre un cuerpo inerte: un plano tan doloroso en su persistencia como necesario. Un plano que, con la mirada que amerita, se encuentra en condiciones de lanzarnos una pregunta, o muchas.

Final extradiegético en primera persona.

El mundo no es el mismo luego de la proyección en la sala Gaumont de ¿Qué puede un cuerpo? En el amplio pasillo que da a la Avenida Rivadavia, tres obreros trabajan en tareas pesadas: los universos en mi subjetividad se entremezclan. Ya en la calle, un vendedor de medias me termina convenciendo mucho más fácilmente que hace una hora y media atrás. Camino lento; los primeros minutos no tengo claro hacia donde…

¿Qué puede un cuerpo? (Argentina, 2014), de César González, c/Mariano Alarcón, Nazarena Moreno, Esteban El As, Fili Wey, Marcelo Chavez, 74’.

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