Por Hernán Gómez.
Fotos: www.orillasur.com y Gabriela Gargiulo.

Emiliano Romero es el director de Topos y el ideólogo de No sólo en cines, un circuito de exhibición cinematográfica alternativo y oficial a la vez. Fuimos a una proyección a entrevistarlo y sucedió algo inesperado. 
¿Dónde nace el proyecto No sólo en cines?
No sólo en cines nace a partir de una dificultad, como muchas de las mejores ideas. La dificultad surgió cuando quise estrenar mi película Topos. No tenía dónde exhibirla, más allá del cine Gaumont y el Arte Cinema. Pensamos que podíamos acceder al circuito nacional del instituto, pero fue casi imposible. Te cambian la fecha sobre la marcha y luego te quedás sin lugar, es muy difícil todo, todo muy complicado. Quisimos tener un distribuidor, pero nadie nos agarro la película, y eso que tiene nombres increíbles de actores, pero no servio de nada. Entonces decidimos pasarla nosotros y fuimos al INCAA a sacar la  figura de cine ambulante con la que podes exhibir en diferentes lugares, cortando tickets oficiales. De ahí en más comencé a ir a centros culturales, al Konex, Borges, Matienzo, Casa Brando, y todos me decían que sí. La empecé a programar durante dos meses en cada uno de esos lugares. Así que todos los días, de setiembre a noviembre, había funciones. Esos dos meses tuvimos más o menos entre cinco mil y seis mil personas, contra dos mil que había tenido en la exhibición “oficial”. Entonces dijimos: ‘esto está buenísimo ¿por qué no agregar otras películas que también quedan relegadas, como Diablo, ¡Malditos sean!, Plaga Zombie y Vikingo?’ Llegó un momento en que empezamos a hacer una especie de programación y muchas proyecciones por mes. Entonces sumé a un diseñador web porque había que promocionar la movida. Comencé a  invertir dinero para hacer crecer el espacio. Como se me hacía cuesta arriba, convoqué a los directores con la intención de formar una especie de cooperativa, y empezamos a dividir los gastos, y entonces el proyecto se volvió autosuficiente. Así se volvió un poco más viable, pero es muy difícil, porque no viene mucha gente.
¿Qué gastos tenés que costear?
Los gastos son los de prensa, el boletero, equipos y el tema es el INCCA, que no nos ayuda en nada. Cortamos tickets oficiales, pero de parte del estado no tenemos ningún apoyo, a pesar de que aportamos un porcentaje de las entradas. Nosotros creamos un circuito alternativo y oficial a la vez.
 
 
Quiere decir que el INCAA recibe un porcentaje de las entradas.
Nosotros aportamos el 10% de los ingresos al instituto, pero es lo correcto. Por eso lo que estamos buscando en esta nueva etapa, ya que creció tanto el circuito, es juntarnos con los directores e ir al INCAA a pedir apoyo. Más que nada en difusión, más equipos, ese tipo de cosas. Hay que entender que sin difusión es muy difícil. La gente no se entera, por eso no viene.
¿En qué zonas están y hasta dónde pretenden llegar?
Estamos en zona norte, sur, oeste, Capital Federal, Pergamino y Mar del plata. Llegamos a hacer Neuquén y San Juan. Lo que pasa es que para ir a las provincias hay que trasladarse con los equipos, cortar los tickets, y todo es un gasto importante, teniendo en cuenta que no tenemos presupuesto. Otra posibilidad es que, por ejemplo, gente de Jujuy replique No sólo en cines en su zona. Que nos digan: ‘Mirá, usamos el nombre y proyectamos acá y a dónde podamos llegar’. Le podríamos pasar las películas y los tickets.
¿Ya tienen las próximas películas que van a estrenar? Porque viendo la producción anual, van a tener mucho.
Totalmente, el mes que viene estrenamos Hermanos de sangre, Antes, una película con música de Spinetta y Fito, La profecía del verdugo, Buscando la esfera de poder, y se van a seguir sumando. En realidad, funciona como un multicine, porque está por todos lados y hay muchas películas. La historia es que la gente pueda elegir: ‘vamos al shopping a ver la película, o al centro cultural’. Eso es lo que queremos desarrollar, de acá a un año o dos lo vamos a poder lograr. No sólo en cines no va dejar de existir, sino que se va a ampliar.
En ese momento llegó la policía con una orden para cerrar el centro cultural porque, había una irregularidad con la habilitación. El problema no era de No sólo en cines, sino, en apariencia, del local. Emiliano y el muchacho encargado del lugar trataron de convencerlos de que esperaran 15 minutos a que finalizara la película. Los policías, muy amablemente, les dijeron que debían desalojar de inmediato. Por un momento me sentí nuevamente en los ’80, cuando la policía cerraba cualquier movida cultural donde hubiera jóvenes, pero noté que, claramente, los uniformados no tenían ningún tipo de animosidad para con los espectadores o los responsables del local. Solamente cumplían órdenes, y la verdad es que fueron bastante pacientes. Los muchachos no tuvieron otra que ingresar y suspender la función. La gente estaba decepcionada y quería ver el final. Entonces Emiliano decidió terminar de proyectar su película en el mini mercado de una estación de servicio cercana, y hacia allí se dirigieron con un espíritu admirable. Es muy feo ver cómo el INCAA y el Estado, a través de ese organismo, dejan a esta gente con sus películas a la deriva, pese a que ellos deciden no puentearlos y cumplir con la ley como corresponde.

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