1. El paralelo inicial de la película -el hombre que levanta pesas en un gimnasio, el horno de una acería- puede pensarse como prólogo que define el espacio inicial del documental. La convivencia entre ambos elementos se produce en Palpalá, donde están los Hornos Zapla, pero el planteo excede lo geográfico para situarse en la esfera familiar: el padre de Darío, sabremos poco después, trabajaba en Aceros Zapla. Pero hay un elemento que establece otra relación más sutil: desde que Darío es, para el planteo del documental, “el hombre más fuerte del mundo”, puede pensarse la analogía con Superman, si se lo traslada al universo heroico de la historieta. En el primero de los casos, Darío es el hijo del hombre de acero. En el segundo es él mismo el hombre de acero.

2. Sin embargo, el costado heroico tradicional se diluye. En primer lugar, porque la fortaleza expresada por Darío no se dirige hacia la defensa de un grupo social ante el ataque de un villano de turno. Aquí, en todo caso, el villano es de un tipo de concreción diferente y se dirige específicamente contra el personaje: no es un individuo, sino una institución que desplaza, discrimina, deja fuera del circuito al personaje, reponiendo en primer lugar, la discapacidad que se intenta superar. Porque, a fin de cuentas, la heroicidad posible hay que buscarla en lo individual, en la manera en que Darío se sobrepone a las limitaciones de origen (estatura, imposibilidad de cerrar los dedos de la mano) para convertirse en un hombre fuerte.

3. Es que aquí, la fuerza física aparece como pura demostración. De la voluntad de superación, expresada en la reiteración de las rutinas que Darío encara en el gimnasio (barras, pesas, cadenas). De la concreción, en una situación puntual (el levantamiento de pesas como canalización localizada). De su transformación en exhibición muscular, cuando se le prohíbe competir y se desplaza hacia el culturismo. En ese proceso, lo que aparece es un pasaje de lo explícito del uso de la fuerza a su exhibición como potencialidad. Una constancia de que los hombres fuertes no necesitan usar la fuerza para demostrar el lugar que ocupan.

4. Qué es lo que determina la fortaleza de un hombre diminuto. Esos procesos señalados en el párrafo anterior pueden invertirse. Las exhibiciones de fisicoculturismo que llevan a Darío de su Jujuy a Bolivia, Brasil o México son un show, una pose repetida de una gestualidad muscular valorada por conocedores y sostenida en las luminarias, en el ropaje llamativo y el cuerpo embadurnado de grasa brillante. Los torneos y exhibiciones de levantamiento de pesas que se recuperan en los archivos, si bien forman parte de un espectáculo (en tanto se producen en presencia del público) se focalizan en el momento en que la exhibición de la fuerza se concreta en la forma de una barra metálica cargada de kilos de acero. Es en el gimnasio donde la fuerza se exhibe, donde el esfuerzo del cuerpo se registra, ajeno a la mirada del otro que no sea la cámara que lo documenta. Es allí donde los límites quedan expuestos (la forma original del agarre en la barra, por ejemplo) y donde todas las acciones tienden a minimizarlos y superarlos. En ese entrenamiento se cifra el resultado posterior: que un hombre de 50 kilos pueda levantar durante algunos segundos, una pesa de 200 kilos.

5. Darío es Superman, el hombre de acero. Pero también, por analogía, una hormiga, como esas que la cámara registra en el viaje a las Cataratas del Iguazú. Que transportan objetos sobre su cuerpo, que cuestionan las leyes de gravedad del universo con el agarre que les permite desplazarse por paredes verticales o cabeza abajo. David es una hormiga, un ser diminuto que puede llevar sobre su cuerpo un peso mucho mayor que el propio.

6. Y también porque el tema principal que atraviesa su entrenamiento es la idea del agarre. ¿Cómo hace un hombre que no puede doblar los dedos, para aferrar un objeto? No se transforma el objeto ni se lo adapta, sino que se encuentra la forma de adosar el elemento preciso que lo permita (primero las corbatas, después un cinturón, al final unas lonjas de cuero preparadas). De la misma manera se percibe la vida de Darío: hay un continuo aferrarse a las posibilidades que se presentan como una postura ante la adversidad. Si se presta un poco de atención a los relatos que van entrando en relación (en especial los que provienen de las voces de Darío, de su madre y de su entrenador), la vida de Darío es una secuencia alternada de posibilidades y obstáculos que se suceden en un círculo que parece no tener fin. Pero ante cada dificultad, Darío se aferra a las posibilidades, abre nuevos caminos, a la vez que queda al desnudo la incapacidad sistémica para integrar al diferente (el colmo es que el Movimiento Paralímpico lo deja afuera de los juegos por su discapacidad).

7. Tal vez lo más llamativo esté en la forma en que el personaje asume sus limitaciones. Alejado de cualquier resabio de rencor o de ira, el destino es en Darío una sucesión de marcas que por esas posibilidades que abre, se transforman en positivas. “Si hubiera sido normal, hubiera sido policía capaz, sería un vago” dice, como reafirmando lo que sostiene su madre respecto de su flojedad para estudiar. “Yo no sé, si no hubiera sido así, no estaríamos hablando ahora”, dice a cámara más cerca del final. Y en ambas frases concentra no solo una idea positiva del destino, sino una valoración de lo que fue siendo capaz de encontrar. “Me perdí muchas Olimpiadas, pero por ahí era mi destino”,dice ya en el final, y lo que pudo ser una resignación se vuelve una demostración más de fortaleza, una revalidación de ese título apócrifo en tanto ligado a un record y no a un enfrentamiento, que da título al documental.

El hombre más fuerte del mundo (Argentina/España, 2023). Guion, dirección y edición: Fernando Arditi. Fotografía: Mariano Vega. Duración: 75 minutos.

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