No viene al caso el choclo de nombre original de la película danesa que Netflix estrenó en su cartelera como Justicieros. Estamos hablando de la última del director Anders Thomas Jensen, que en su país vio la luz en 2020, y que ahora el supermercado de la N roja tiene entre las diez más vistas del momento. Lo que sí viene al caso, y es importante señalar de arranque, es que aunque el nombre y la portada parecieran indicar que se trata de una película de las comúnmente denominadas “de acción”, en realidad se trata de casi dos horas en las que confluyen varios géneros y dan vida a una historia que logra incomodar y sorprender.

Justicieros está protagonizada por Mads Mikkelsen, un danés que hizo muchísimas películas pero que nació en el país equivocado si pretendía tener la fama de cualquier musculoso yanqui. En esta ocasión encarna a un soldado más perturbado que cualquier otro soldado, muy parecido a Raúl Portal versión caraculico de entrecasa, al que le termina de chiflar el moño con la reciente muerte de su esposa. Lo acompaña su hija, que estuvo presente en el deceso, y que carga con varios reproches para echarle en cara.

La primera sorpresa, si no leímos la sinopsis antes de ver la película, es la muerte de la esposa. Cuando todavía no terminamos de saber hacia dónde va la historia, ni cómo se van a cruzar los protagonistas que ya se presentaron–Raúl Portal camuflado y dos nerds desprolijos con sus cuartos de hora agotados-, una explosión imprevista nos pega con angustia en el pecho. No hay planos detalles, no hay tripas, ni frases cursi al estilo de cualquier documental de atentados. Es una explosión insospechada y súbita, que de momento no podemos saber qué la provocó.

Lo concreto es que la mamá tocó el arpa y, a juzgar por algunas caras que rondaban la escena (un vagón de tren) antes de la tragedia, suponemos que se abonó el campo para que Raúl Portal salga a cazar a los responsables. Pero aunque esto finalmente terminará ocurriendo, sería incorrecto decir que Justicieros es una película de venganza, sangre y escenas de tiros.

El segundo protagonista, Nikolak Lie Kaas, conduce la otra trama, la que subyace y que minuto a minuto tomará preponderancia: todos los personajes están rotos y necesitan ayuda. “Las personas con problemas se encuentran”, dirá cuando apremie el inicio del desenlace, con una calma que antecede a la tormenta de tiros. Si Raúl Portal y su hija transitan el luto y por ende son el drama que presenciamos, los demás personajes tienen una historia similar o peor, y los vamos descubriendo uno a uno. Todo ocurre mientras la narración enfrenta a estos personajes con una pandilla que se dedica a ciertos ilícitos y resultan ser los responsables del atentado inicial. Así se configuran los dos grupos antagónicos.

El peso del drama privado de cada protagonista, así como la poca configuración de los “malos”, llaman la atención tratándose de un thriller y podrían achacársele al guion. Es llamativa también la falta total de policías a lo largo de toda la película. Sólo al final la llegada de las sirenas cortan la impunidad con que el drama relega a la acción. Otro detalle blando, pero justificado si pensamos a Justicieros como una comedia, es la relación ridícula que se establece entra la hija de Portal y los visitantes permanentes que desfilan por su hogar. Ella es la única que no percibe la realidad de lo que se trama en su casa. Su papá planea junto a esos desconocidos vengar (a los tiros) el asesinato de su madre, mientras ella cree que son un grupo de “especialistas” que los vienen a asistir psicológicamente por el difícil momento que transitan. Mientras la hija hace terapia con un falso psicólogo, en el granero los demás preparan las armas. De este modo Justicieros construye un espacio muy parecido a una sitcom, aunque por ciertos detalles de lo que cuentan los personajes las risas no tengan mucho lugar.

La película juega constantemente en la confluencia de géneros. Un policial sin policías, un thriller que no necesita explicar mucho, una comedia que nos incomoda, pero en definitiva es una astuta manera de plantar un drama, o varios a la vez. Por eso funciona, y sin profundizar cada subtrama, inserta escenas jodidas o diálogos que descolocan al espectador. Ni siquiera vale pensar si son pizcas de comedia negra, o si se intenta plantear un debate social más profundo. La película no va por ahí. Un personaje que sabemos fue abusado sexualmente sin vueltas le ofrece a otro si quiere cogerlo por el culo, así éste se relaja y duerme mejor. La secuencia nos saca de la zona de confort, y la literalidad del ofrecimiento nos deja mudos. En otro momento, un personaje que parece que va a ser golpeado se baja los pantalones y se pone en cuatro para que su agresor haga lo que quiera con él. El agresor y el espectador sufren lo mismo: olvidamos la acción y nos metemos en la piel del otro, en su drama. Son imágenes fuertes que otra película serían las más destacadas, y seguramente generarían largos parlamentos para los personajes. En Justicieros sólo ocurren, pasan rápido, no se debaten y le marcan el terreno a la acción.

El guion no es lo único que funciona muy bien. Todas las actuaciones son sólidas, destacándose la de los “nerds” que ayudan a Portal. Los tres, cada uno con su trauma a cuestas, juegan en un límite difícil entre el drama y la comedia. El escenario principal, la casa que los congrega, es tomada varias veces con planos panorámicos, aunque estos no buscan instruir al espectador sobre los recovecos de una escena futura. No hay un gran aprovechamiento del escenario, Justicieros solo pretende, además, un buen paseo para los ojos. Entre otros detalles, los tiros y la sangre impresionan pero en ningún momento llegan al bolazo.

La película tiene un desenlace esperado en cuanto a la trama del thriller. En cuanto al drama también llega a un puerto esperado, pero válido y sin objeciones pertinentes. Sin embargo, no importa la previsibilidad. Entendemos que se trata del recorrido que atraviesan los personajes para de algún modo sanar su mente. Es una película para escuchar además de para ver, o para ver y pasar un muy buen rato pero con varios planteos subyacentes que, en algún momento, temprano o tarde, explotarán en la cabeza del espectador.

Justicieros (Retfærdighedens ryttere, Dinamarca/Suecia/Finlandia, 2020). Dirección: Anders Thomas Jensen. Guion: Anders Thomas Jensen, Nikolaj Arcel. Fotografía: Kasper Tuxen. Montaje: Anders Albjerg Kristiansen, Nicolaj Monberg. Elenco: Mads Mikkelsen, Nikolaj Lie Kaas, Andrea Heick Gadeberg, Lars Brygman, Nicolas Bro, Gustav Lindh. Duración: 116 minutos. Disponible en Netflix.

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