En Fuego contra fuego (Heat, 1995) Robert De Niro le dice a Val Kilmer: “No dejes que haya nada en tu vida de lo que no puedas deshacerte en treinta segundos, en cuanto dobles la esquina”. Es un consejo pertinente para el rubio, que venía de quemar toda su guita en La Vegas y a quien la mujer le rompía las pelotas. De Niro, jefe del grupo delictivo al que pertenece Kilmer, le explicaba sutilmente que su pareja lo iba a arrastrar al fondo del océano, que sería su ruina si los ratis aparecían y necesitase escapar.
Leyenda es la historia de un gángster real que no tuvo a Robert de Niro para que lo aconseje. Y en consecuencia cargó con dos adoquines atados al cuello: su gemelo y su esposa. No es la clásica historia de gángsters ni la clásica historia de amor. Se queda en el medio, como si análogamente nos contasen la odisea del crack que afanó el Banco Río de Acassuso y de cómo se habrá querido cortar las pelotas cuando su gran capacidad para el atraco se desmoronó por despecho de una ex pareja.
Si la intención del espectador es encontrarse con balaceras, metralletas, autos antiguos con hampones viajando en sus estribos y abundante sangre, será decepcionado. Si también esperamos entender por qué este tipo no se deshace del hermano y de su jermu, faltan algunos elementos más. Es creer o amargarse.
¿Qué sería de esta película sin las actuaciones de Tom Hardy? El británico se despacha interpretando a los dos gemelos Kray. Lógicamente idénticos, tan sólo diferenciados por unos anteojos y los labios más gruesos en el caso de Ron, Hardy se desdobla a la perfección y en ningún momento descubrimos las técnicas que logran poner a uno y otro en el mismo plano. Los registros de voz y las personalidades dispares logran, a pocos minutos de arrancada la película, que nos olvidemos de que un mismo actor se encuentra interpretando a los dos personajes principales.
Entonces tenemos una doble gran actuación buscando una gran historia. Pero aunque seguro estos muchachos han dado que hablar, la película de Helgeland se ortiva cada vez que nos genera expectativas. De entrada nos damos cuenta de que estos hermanos se manejan al margen de la ley y que así construyeron su presente. Lo único que nos falta es verlos en acción, algún robo de bancos, alguna astuta manganeta, algo que nos permita dimensionar cuán especiales eran. Pero nada: pareciera que la película narra los meses que andaban de vacaciones, los días de franco. La segunda gran promesa irrumpe cuando una banda rival desafía a los gemelos. Si estos dos son grosos y los otros tienen las pelotas para pudrirles el rancho, el espectador bien podría esperar una linda batalla entre ambos grupos, ¿no? Segundo garrón: esta disputa se resuelve con algunos puñetazos y listo. Al olvido.
Llegan mafiosos yanquis y ¡bingo!, ahora sí se nos viene una estafa terrible o alguna traición. ¡Esto se pudre sí o sí! Pero no, otra vez suenan los grillos. Leyenda se va autodefiniendo como una película de gángsters atípica y como una película de amor sin histeriqueos, sin mucho romance. En una oración, Leyenda es la película de un gángster pollerudo.
Todo gira alrededor de ella, la Julia Mengolini australiana: Emily Browning. Encarnando a Frances, la joven esposa de Reggie, dispara la tensión, la intriga de la película (Don Corleone se está cagando de risa). Y con ella muere el argumento. El director profundiza en la conflictiva relación que la esposa del gángster mantiene con su madre y no le interesa acercarse, por ejemplo, a los matones que rodean a Ronald y Reginald. Frances se enamora de Sansón y una vez atrapado le quiere cortar el pelo. Leyenda es diferente, sí, es sobre una mujer que se le anima a un marido violento y peligroso. ¡Pero queríamos tiros, sangre y persecuciones!
Aquí pueden leer un texto de Marcos Vieytes sobre esta película.
Leyenda (Reino Unido / Francia, 2015), de Brian Helgeland, c/ Tom Hardy, Emily Browning, Paul Bettany, Taron Egerton, Christopher Eccleston, David Thewlis, Chazz Palminteri, 132’.
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