Vera Gemma es hija de uno de los adonis del spaghetti western, Giuliano Gemma. El planteo de Vera es sencillo y contundente: Vera Gemma, de profesión actriz, interpreta a Vera Gemma y es lanzada a través de situaciones ficcionales de altísima precisión que no sólo hacen avanzar el relato en términos de acción sino que van desgranando y expandiendo sus características como personaje con una solidez estructural que genera un relato complejo y muy entretenido. La amalgama entre los hechos y la persona -¿entre realidad y ficción?- hacen de esta película una obra muy disfrutable. Vera es cautivante en su fragilidad poderosa y en su imagen extrema. Vera está hambrienta de amor.

Los encuentros con otros ficcionales dan pie para que ella hable y actúe. La belleza hegemónica de su padre se le impone como mandato: “En mi casa siempre fue más grave engordar que morir de sobredosis”. Cuenta también que tanto ella como su hermana fueron sometidas en la infancia a sendas rinoplastías por no portar las narices esperadas. No son entrevistas, lo cuentan a una bartender, a un novio ocasional, a un taxista o a un padre de dudosa honestidad, todos personajes que ayudan tanto a describirla como a hacer avanzar el relato.

Su cara es la acumulación precipitada de múltiples cirugías estéticas que convierten su particularidad en un objeto industrial estandarizado. Hay una escena reveladora en este sentido: ella se presenta a un casting y, antes de empezar, el director le dice que la película es de época y que su rostro es demasiado “actual”, por lo cual no le tomará la prueba. Su pelo es rubio casi platino, largo y lacio (con extensiones), su cara pomulosa y sus labios voluptuosos. Parece una muñeca bizarra con sus jeans y stilettos, sus chalecos de pieles variopintas y su infaltable sombrero de cowboy (su padre era un cowboy de película). Se juega el ser hija y el mandato familiar. Mandato imposible. O, mejor dicho, posible en tanto caricatura. En ese sentido, una gran escena es aquella en la que dialoga con Asia Argento frente a la tumba del hijo de Goethe respecto de los alcances de ser “hijo de”: tan “hijo de” es el hijo de Goethe que su tumba no tiene nombre.

Los hechos se suceden, como diría Jean Claude Carriere (coguionista de Buñuel en la mayoría de su obra) de forma altamente satisfactoria: son a la vez sorprendentes (no los esperamos y eso hace que el relato avance muy entretenido) y necesarios (verificamos a posteriori que son orgánicos, dado que responden a la idiosincrasia del personaje y están puestos justo a tiempo, ni antes ni después).

El dinero (heredado) y su agujero afectivo convierten a Vera en presa para muchos y cóctel peligroso para sí. Vera no para de ser “tóxica” con ella misma y este significante tan de moda le calza como un guante por su forma “actual” en la búsqueda de belleza y amor. Toxicidad de toxicómana. Generosa y amorosa pero autodestructiva, y muchas veces sin dignidad. En la tensión entre la necesidad de ser alojado en el otro y la de ser uno/a mismo/o se juega el corazón de la película. Y el corazón de Vera. Por ello Vera es preciosa.

Vera (Austria, 2022). Dirección: Tizza Covi, Rainer Frimmel. Duración: 127 minutos. Autoras y Autores.

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