«Antes era muchas cosas que ahora no soy«. Mike Milo.

Para Clint Eastwood la cuestión ya no pasa por hacer una reflexión profunda y sensible sobre el paso del tiempo, como hizo por ejemplo en dos de sus obras maestras: Jinetes del espacio y Jersey Boys. El tiempo sigue siendo el gran tema, pero en Cry Macho de lo que intenta dar cuenta es de otra cosa, de un condimento que le otorga al tiempo una carga más dramática y tangible: su escasez. Ese sentir que su paso por el mundo va terminando o esa certeza, más densa que nunca, de que La Huesuda acecha (ojo que esto puede suceder o sentirse a cualquier edad) pero que Clint, guerrero al fin, no piensa entregarse ni dócil ni indigno.

Está claro que Cry Macho no es, ni de lejos, una de las películas más notables de Eastwood. Esto resulta mucho más notorio si se la compara con las dos películas que la preceden: tanto La Mula como El caso Richard Jewell son absolutamente magistrales.

¿Cry Macho tiene fallas, errores? Un montón. El argumento hace agua por varios lados, algunos de los personajes están muy mal desarrollados, como por ejemplo el de Aurelio, casi una parodia del mexicano rudo, bruto y áspero que vimos en otras películas (malas). Y hay muchas escenas que están terminadas con una cierta torpeza y descuido: es verdad. También hay algunas resoluciones que podríamos calificar como ingenuas, cándidas y hasta inocentes (esta inocencia incluye el sexo, del que Clint se despidió en La Mula, acostándose con aquellas dos bellísimas mujeres. Clint nunca se pondría del otro lado de la cama de una mujer que se le ofrece, ni siquiera rechazando esa propuesta).

Pero reprocharle eso a Cry Macho sería no entender hacia dónde se dirige Clint y muchos hombres en su vejez: hacia la niñez. Mike Milo, el personaje de Clint, es, en muchas cosas, un niño. Los ancianos comparten con los niños algunos estados: cierta fragilidad, mayor necesidad de cuidado y protección, alguien que se muestra feliz con una caricia tierna o una mirada dulce. La facilidad de pasar del sosiego al berrinche (incluso su amigo, el padre de Rafo, le dice en algún momento por teléfono: «parecés un chico de ocho años»).

Hay, no podían faltar, algunos de los gruñidos más clásicos y queribles de Clint, pero su personaje no tiene los habituales modos sarcásticos o agresivos o despectivos (pocos actores han sabido despreciar como Clint): en su andar y transcurrir hay mucho asombro, mucho de ojos que ven cosas nuevas…

Los héroes «eastwoodianos» (perdón) no sólo son héroes por lo que hacen sino también por lo que soportan. Una vez más, el protagonista, como en la mencionada Jersey Boys, o en Gran Torino o en Million Dollar Baby, es alguien que tiene que seguir viviendo con hechos irreparables. Y para eso, aunque se dude de su existencia efectiva, está la religiosidad, sin dogmas a seguir. Por eso, en uno de los momentos más felices de Cry Macho Mike y Rafo deciden pasar la noche y dormir en el Santuario de la Virgen María. Rafo objeta y Mike, con simpleza y sabiduría le señala que Ella no parece molestarse. Esa idea de lo religioso como un refugio, amparo o cobijo.

Y volvemos al principio, ese paso del tiempo también es irreparable. Tal vez por eso la película transcurre en la frontera de los 70 y 80. Porque si bien desde 1971 Eastwood venía filmando con una cierta regularidad y solvencia, lo mejor de su filmografía comienza por aquellos años. Me parece que le gustaría retornar a ese punto, cuando se destacaban las virtudes de sus películas pero donde todavía no era un director consagrado.

La película tiene algunas frases/sentencias autorreferenciales que certifican todo esto que venimos comentando: «crees tener todas las respuestas pero, al envejecer, te das cuenta de que no tienes ninguna» o «es que no sé cómo curar la vejez».

Pero a pesar de todos los defectos señalados, estas frases (deliciosamente) cursis y de muchas inconsistencias en la narración, Cry Macho es una película que se puede disfrutar, con su apacible transcurrir; por algunos planos hermosos (qué bien filma Clint la vastedad); por el puro deleite que proporciona un fuego en una noche estrellada acompañado de personas queridas y porque la letra y la música de un bolero («Sabor a mí») que emerge de una máquina polvorienta puede ser un portal que nos lleve a un tiempo pretérito y a su manera feliz, cuando teníamos la vida por delante, estábamos todos y no nos faltaba nadie.

Calificación: 6/10

Cry Macho (Estados Unidos, 2021). Dirección: Clint Eastwood. Guion: Nick Schenk, N. Richard Nash. Fotografía: Ben Davis. Montaje: David S. Cox, Ben Cox. Elenco: Clint Eastwood, Eduardo Minett, Dwight Yoakam, Natalia Traven, Fernanda Urrejola. Duración: 104 minutos.

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