Testimonio

Las esencias y de dónde emergemos mi hermano

y yo, eso, no lo perdimos nunca. Tenemos orgullo

hasta del hambre. Yo todavía no puedo tomar mate

cocido sin mojarle pan duro; me acostumbré a eso,

y no hay cosa más rica para mí que un mate cocido

con pan duro. No me des una medialuna porque eso

sería como mojar una burguesía en un líquido eminentemente

proletario.

Yo vengo de ahí

Yo vengo de ahí

de ahí

del primer recuerdo

y es oscuro y hace frío

y la tela del tapado de la mujer que me lleva en

brazos es áspera

y hace arder mi mejilla sin dejarme conciliar el

sueño

y después

recién de después de eso comienza la vida

y en medio del desierto una piecita de adobe con

piso de tierra

y dentro de la piecita de adobe con piso de tierra

la tapa vieja de un baúl cóncavo en el suelo

hace de cuna a mi hermanito

y después a ráfagas

sobre el desierto infinito y blanquecino de Las

Catitas

trota la yegua

y yo tengo cuatro años y voy sentado en el sulky al

lado de mi padre

y mi padre es apenas muchacho

y allá lejos, muy lejos, quebrantando el horizonte de

la llanura

se alza un bulto blanquecino semejante a un hueso

prehistórico

y hacia el hueso vamos

y el hueso prehistórico es un rancho

y el rancho está de fiesta y hay carneo

y se bebe sangre tibia en jarros de lata

y yo bebo

y después nada

nada

nada

y después todo

el rostro inconcebible de belleza de mi madre

el rostro de mi madre casi niña y sus ojos en brillos

como cristalizados

de profundidades insondables en soledad pensando

y sus labios que como amparo

susurran suaves poesías sin detenerse

sin detenerse

sin detenerse porque sabe que si se detiene

corre el riesgo del abismo…

Y así te dejo, madre,

pensando,

ahí te dejo, muchacha casi niña, en asombro

pensando sola en medio del hosco secadal de los

desiertos

y ahí te dejo

de pie al costado de tu pieza rancho

sola

aquietada por momentos

y en alivios

al amparo y cobijo del suave susurro de tus rimas

que no se detienen

que no se detienen

que no se detienen…

Y hoy aquí yo

dejando a un costado el esbozo

regresando en años

de todas las esquinas de la vida

y habiendo rosado todos los costados de los cielos

y todos los costados del infierno

traigo un mandato

que me viene del ayer y lo vivido

y así pues testifico y me confieso

irremediable y gozoso

agradecido de la vida…

Origen del canto anónimo

¡Qué maravilla de canto brota del pajizo bohío…!

¡Qué maravilla de canto brota del torcido rancho…!

Uno brota en el Apure mulato venezolano

el otro entre las cuchillas de los montes entrerrianos

ninguno sabe del otro

cantan por crear su canto

por un sentimiento urgido

de pájaros solitarios

cantan para sí mismos

como el ave que en la rama

alza su trino sagrado

y uno pulsa su guitarra

y el otro rasguea un cuatro

uno entona un yaraví

el otro un joropo rancio

y sus cantos van saliendo

y se extienden por los campos

y remontan valle arriba

y se viene llano abajo

y se anida en la garganta

de algún humilde paisano

o en el canto de una moza

del Neuquén o del Salado

y lo cantan albañiles

y herradores de caballos

y así se va haciendo pueblo

latino y americano

Y al mulato en el Apure

lo mismito le ha pasado

también su canto ha gustado

y el joropo se sacude

en guateques infernales

y caderean las negras

con sus trapos colorados

y zapatean llaneros

alzando polvos en los llanos

y en esas noches de luna

bajo el palmar solitario

se oye el canto de algún triste

que por calmar amarguras

murmura ese dulce canto…

Y así va corriendo el tiempo

y van corriendo los años

y cuando hayan pasado cien

alguno preguntará

por los dueños de esos cantos

y nadie podrá contestar

pues no dejaron más señas

que lo que usté está cantando

Y es que eran entes sencillas

de bohíos y de ranchos

que cantaban por cantar

o llorar sus propios llantos

y al alivio de sus penas

ya se sentían bien pagos

como lo hacen los jilgueros

sobre las ramas del árbol…

En otoño

En otoño

solo en otoño

Dios se alucina de ocasos incendiados

y enloquecido de colores baja a Mendoza en

torbellinos inconcebibles

y a pincelazos como ventarrones de fuego va tiñendo

los totorales en amarillos inauditos

a las hojas de los álamos las vuelve mariposas

agitadas de ocres tostados y amarillos

las viñas vibran de rojos y bermellones

los senderos se inundan de tonos canelas

las alamedas se bañan en color ciruela y fuego

Y hasta suele ocurrir que algunas muchachas de La

Media Luna o las que viven orillando el Zanjón de

los Ciruelos desprevenidas de la presencia de Dios

que llega a Mendoza en el otoño salen a la calle con

vestido gris y al volver advierten con alegre asombro

que sus polleras ondulan convertidas en ramajes de

rosas

En otoño Dios baja a Mendoza

y para ese tiempo de desmesura en que Dios baja a

Mendoza los zorzales son verdes

y las chiriguas añiles.

En desmesura

En desmesura siento

en desmesura

En lindes de locura siento

En lindes de locura

Y de toro embravecido

soy el turbión de sangre

que corre por su tráquea

y salgo al espacio hecho bramido…

Soy el bramido del toro, sí,

y costillar de mula

y código de hormiga

Y de aquel gavilán que se mece en las alturas

soy sus ojos mirando techos, hombres y silencios…

Y soy temblor de la torcaz

que se oculta en la espesura

en desmesura

Y la lagartija ínfima y gris

Que acaba de nacer en el desierto

soy yo

Y con ojos de cristales verdes

miro en asombro de luces

el tremendísimo suceso de la vida…

me salgo de la lagartija, y digo

en desmesura siento

en desmesura

me abrazo al árbol y soy el árbol

me abrazo al hombre y soy el hombre

el otro, el abrazado…

A Juan Draghi Lucero

¡Oh, Juan Draghi Lucero!

¡Oh, enorme inmenso y luminoso…!

¡Oh, padre de a cuyanía!

¡Oh, niño joven y viejo!

a vos te invoco

y en todos tus tiempos te venero

y en religioso asombro

como en Salmos bendigo tu existencia

aromada de chilcas y pichanas

hecha de mulas en arreo

y montes de alpatacos y jarillas

embrujado y sahumado en humos

de fogones malargüinos

o llorando a raudales

en el triste secadal de los huarpinos…

A los campos ibas

rastreando cantos perdidos

A los campos ibas a beber leyendas y palabras del

ayer

y ansioso las bebías en chifles de guampas de toro

negro

y a tragos de encantamientos las bebías…

¡Oh, Juan Draghi Lucero

rescatador insigne te llamo

y salvador de los olvidos

te proclamo…!

¡Oh, Juan Draghi Lucero…, gracias!

¡De qué oscuros abismos has salvado

el colorido ayer

los antiguos decires

las hablas

las leyendas

los relinchos

los cantos perdidos

y aquellas pobrezas extremas

de ternuras sagradas…!

A vos Maradona

A vos, que habitás y vivís y convivís

en el corazón de todas y todos los habitantes del

planeta…

A vos, que siempre estuviste del lado de lo humano…

A vos, que como un Cristo viniste desde abajo

y al vil y al injusto le gritaste a la cara sus perfidias…

A vos, que viniste del barro y que iluminaste de

alegrías

la vida de los pueblos con tus maravillas…

A vos, a quien nombro y que estuvo y está un poco

más allá de todo suceso temporal…

A vos que viviste la vida como se debe, atropellándola

y la mierda le llamaste mierda… y a la amistad,

entrega…

A vos, a quien nombro y al que

antes de llorarte pido que pensemos en lo que fuiste

amigo

libre

jugado

¡Hermano existencial!

¡Inmenso hermano del desparpajo y de la lágrima…!

¡Hermoso existencial…!

y luego, sí

recién ahora, sí

te lloraremos hasta el desgarro

hasta quedar sin lágrimas

hasta quedar secos…

Estos poemas forman parte del libro Yo vengo de ahí, Editorial de la Comarca, 2022.

Transcripción y selección: Gabriel Orqueda.

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