Thriller enrarecido. The Lightship es de 1985 pero puede pasar tranquilamente por una de los 70, esa década en la que una generación de cineastas norteamericanos filmaron mirando a Hollywood y a Europa. Por ejemplo, La conversación, de Coppola, en la que también aparece en un breve papel Robert Duvall, aquí protagonista junto a Klaus Maria Brandauer. Un estadounidense y el actor austríaco favorito del húngaro Istvan Szabó (Mephisto, Coronel Redl), que ese año se haría más famoso por Africa mía que por esta película. El director es Jerzy Skolimowski, un renovador del cine polaco post Nouvelle Vague del que vi poco y nada, pero cuya cara conocemos por encarnar al tío de Naomi Watts en Promesas del este, de Cronenberg. Antes de filmar en los EE.UU a mediados de la década de los 80, Skolimowski filmó bastante en el Reino Unido (quizás El grito sea la más conocida de sus películas británicas) y tres largos modernos en Polonia a mediados de los 60, después de escribir los diálogos de El cuchillo bajo el agua, de Roman Polanski. Essential Killing, su última película, fue premiada en Venecia y Mar del Plata. Este thriller transcurre a mediados de la década del 50, diez años después de la Segunda Guerra, de la que el capitán de un buque faro regresó con un severo peso a cuestas. Al barco inmóvil sube su hijo adolescente, vestido y peinado a lo James Dean o Marlon Brando. La rebeldía de uno y la paciencia pedagógica del otro, la madera de la que ambos hombres están hechos, serán puestas a prueba cuando tres ladrones al mando de un Robert Duvall dandy, cínico y amanerado, suban al barco y capturen a la escasa tripulación. La disputa fundamental de la película no es la que aquel y Brandauer mantienen entre sí por la propiedad del buque sino por la del imaginario del pibe, que desprecia en la responsable sobriedad del padre, cobarde ante sus ojos, todo lo que admira en el psicópata pirata. No es sólo una disputa ética, sino también sexual, entre cierto ideal de hombría sobrio y una representación enfermiza, casi caricaturesca pero autoconciente, de la homosexualidad, así como una lucha entre la fe y el escepticismo, entre la razón y la locura. No hay suspenso efectista, sino tensión simbólica, de modo que cada palabra y cada gesto conllevan una densidad de sentido tan intensa como el oceánico clima que envuelve a todos a bordo de ese barco cuyo anclaje es vital, por no decir salvífico.
The Lightship (EUA, 1985), de Jerzy Skolimowski, con Robert Duvall, Klaus Maria Brandauer, Tim Phillips, 92′.
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