Ron Howard debe de ser el director mediocre contemporáneo por excelencia y Rush es otro ejemplo de ello, lo que no le impide a uno disfrutarla módicamente, como pasa con toda medianía (pero no con Medianeras, que era directamente insoportable). No está a la altura de Niki Lauda, de James Hunt ni de la Fórmula1, pero la mediocridad consiste justamente en mirar los excesos –por no decir que mirarlo todo- desde una distancia prudencial, que no es ni siquiera la de la popular, sino la de la platea (incluso la del espectador televisivo de un evento deportivo tiene más poder transfigurador debido al fuera de campo). Esa distancia consiste en admirar cómodamente la grandeza, notar la excepcionalidad, pero, sobre todo, agradecer la suerte de no tener que pagar el costo por ella. Quizás el género mediocre por excelencia, tan mediocre que es subgénero, sea el biopic, así como el espectador mediocre es aquel que exhibe la intransigente actitud de preferir exclusivamente las películas ‘basadas en hechos reales’, enternecedora cuando quien la esgrime ignora las potencias de la representación, imbécil cuando tiene la suficiente competencia cultural para saber de ellas.
Debe haber sólo uno o dos momentos en los que la película consigue transmitir algo de la tensión mortal inherente a la actividad, y hasta desaprovecha el accidente alrededor del cual fundamenta su estructura narrativa, fracaso comparable al de Paula de Luque a la hora de consignar la magnitud épica del rechazo al ALCA en su película acerca de Néstor Kirchner. La película y el director mediocres nunca están a la altura del acontecimiento, así como la película y el director sagaces lo crean en lugar de reproducirlo. Lo que deja claro Rush y cualquier película mediocre es que eso que llamamos ‘grandeza’ consiste en un grado aunque sea mínimo o, mejor dicho, específico de adecuación al medio, indispensable para que aquella pueda ser medida, enmarcada o sancionada (la que está por completo fuera de lo social es locura, y en el cine fue Herzog el que la persiguió desde siempre y todavía sigue haciéndolo). Lo único que alcanza a entreverse en la película de Ron Howard es la relación entre el individuo y la sociedad, la necesidad que tiene aquel de esta, por más que crea estar en condiciones de ir más allá de todo parámetro establecido, estirando el límite de lo conocido.
Ese misterio de quien tiene la voluntad y la inteligencia para hacerlo estaba en El gran éxtasis del escultor en madera Steiner, mediometraje acerca de uno de los mejores esquiadores de todos los tiempos, pero no está acá. En parte debido a que aquella se ocupa de la soledad más absoluta y esta, que también pudo haberlo hecho a caballo (de fuerza) de la naturaleza de la actividad, prefiere narrar una relación, incluso más que una confrontación, y una época. En lo primero no va más allá de la idea de la necesidad del otro, en tanto diferente o adversario, para superarse, en vez de asomarse al abismo del ser en lucha ontológica consigo mismo (el único abismo posta es el de la profunda garganta de Lauda en la escena en que le aspiran los pulmones, casi tan insoportable como la arteriografía de El exorcista) reafirmando el pacto social de una película normal. La época, lamentablemente, no está, porque no alcanza con que Olivia Wilde use un tapado y un sombrero similares a los de Maria Schneider en Último tango en París (aunque se agradece el detalle) para hacerlo presente, más aún si la abundancia de primeros planos y de planos generales digitales, y un montaje cercano al de las películas de Tony Scott (otra gracia), nos evitan el tempo de la época, que no era más lento sino más físico.
Fue agradable ver en los títulos finales el nombre del productor Andrew Eaton, responsable de un documental sobre John Ford (uno que filmó al menos un biopic distinto apocando y hasta eludiendo el acontecimiento, sabedor de que los buenos cuentos no necesitan competir con la Historia) que viene a ser la versión fílmica del libro de Lindsay Anderson sobre el director de La diligencia (una película de 1939 que filma la velocidad más vertiginosamente que Rush), tiene a ese estandarte del free cinema como relator, y un material de archivo muy divertido sobre el viejo tuerto, cabrón e hijo de puta. Hablar de Ford me hace recordar lo bien que nos vendría comparar la película del Howard malo con la del Howard bueno, Red Line 7000, la de Hawks sobre autos de carrera, para ver cómo se filma sin boludeces, redundancias ni mensajitos de texto recitados, o, más cercano en el tiempo, el documental sobre Ayrton Senna (Senna, 2010, de Asif Kapadia) que tiene toda la potencia dramática y pericia narrativa que le falta a esta efeméride en patineta.
Rush – Pasión y gloria(EUA / Alemania / Reino Unido), de Ron Howard, c/ Daniel Brühl, Chris Hemsworth, Olivia Wilde, Alexandra Maria Lara, 123’.
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Me llamó mucho la atenció tu critica. Tu mirada del cine es muy cínica, muy triste y con mucho (pero mucho) resentimiento. No entiendo por que utilizás tu gran capacidad de análisis para agredir, dado que a quién le haya gustado la película es un mediocre según lo que decís.
Creo que confundís la función de criticar, no es desacreditar. Saludos
Martín S
Estimado Martín S., gracias por la lectura, la escritura y la firma del comentario. Entiendo tu disgusto porque mi crítica es desdeñosa. En buena medida, elijo serlo porque entiendo que un crítico puede hacer muchas cosas menos transformarse en un publicista. Y tampoco me gusta esconder las reacciones desagradables que una película me genera, aún a riesgo de enojar u ofender a alguien, porque esas emociones son reales, son humanas y sus efectos no son irreversibles. Puedo, por ejemplo, disculparme por el sentimiento personal herido, como en este caso. Por otro lado, me parece aventurado asignarle cinismo, tristeza y resentimiento a la mirada general del cine que tengo. O asignarle sólo esas tres características (sería largo de comentar, pero pienso que hay virtudes en cada una de ellas). Escribo desde hace diez años y hay muchos ejemplos en este mismo blog de que la mirada que tengo del cine incluye una gran cantidad de otros afectos. Te dejo dos notas como ejemplo de ello, te agradezco el comentario y te mando un gran abrazo.
Sueños de gloria (The World’s Fastest Indian):
http://hacerselacritica.blogspot.com.ar/2009/12/zona-en-los-alrededores-de-un-poema-de.html
Volver:
http://hacerselacritica.blogspot.com.ar/2009/11/diadema-de-dolor.html
De ninguna manera de acuerdo señor, usted debe tener un gusto muy «particular» a la hora de ver peliculas, ya que la critica y el publico fue casi unanime en el apoyo a esta pelicula, no reviso en su mente que tal vez el automovilismo no es de su agrado ?, tal vez por eso le aburrio la pelicula, que a una persona le aburra el mundo de los fierros, no quiere decir que una pelicula dedicada a ese mundo sea mala y como vas a decir que Ron Howard es un director mediocre ??, te olvidas de «Llamarada» (1991) o de «Apollo 13» ??, anda a hacerte un cursito de critico mejor y despues critica con mas objetividad fiera !!, saludos !!
Anda a criticar cine Irani mejor !!!, seguro debes tener de idolo sl embolante Kirostami, el de «El Sabor de las Toronjas», tipica critica de amantes del cine arte e independiente, que tiran pura mierda contra Hollywood y que aman en cambio las peliculas aburridas donde no pasa nada, donde los directores excentricos y pretensiosos se manda planos fijos de 10 minutos donde no pasa ni medio y a esos tenes de idolos ??, tomatela !!!.
Eh, fiera, das por sentado que no me gusta el automovilismo y seguís escribiendo como si eso fuera cierto. No soy ningún experto en el tema, pero me gusta, y me gustan mucho más las películas fierreras (Vanishing Point, Death Proof, Fast Company, hasta Días de trueno). Justamente por eso no me gustó esta película. Y a mi colega Eduardo Rojas, que es fierrero de ley, tampoco le gustó esta película. Doy curso de crítico, amigo, venite a alguno así te enseño por que Ron Howard es un director mediocre. Abrazos!!
Típico comentario de un tipo que sólo vio la misma clase de películas toda su vida y que sólo leyó esta crítica y da por sentado un montón de cosas porque ni siquiera concibe la posibilidad de que esté ignorando muchas otras. Si tuvieras un poco de curiosidad, te darías cuenta de que me encanta Kiarostami y me encanta Hollywood, y de que odio a los que filman 10 minutos al pedo cuando son verdaderamente al pedo. Da unas vueltas por el blog antes de decir tanta pavada.
Ron Howard quizo hacer una epica de esos tiempos, un homenaje, no pretendió hacer un documental exacto y preciso de ese tiempo y dudo que en los años 40 con las limitaciones que habia para filmar, se filme con mas vertigo q las peliculas de hoy, he visto mucho cine viejo y jamas he visto cine de acción vertiginoso como el de hoy en dia, y mas con el avance de las tecnicas de filmación, dudo mucho de tu criterio a la hora de criticar por todo lo que decis, mas cuando tus colegas le dieron casi el 95 porciento de aprobación a «Rush», segun la pagina de «Todas las Criticas», de la cual tambien formas parte, vengo de ahi, por eso lo digo y me pregunto, no seras vos el mediocre ?, revisalo, por ahi ahi encontras la respuesta en vos mismo de tu disgusto por Hollywood y tu amor por las pelis viejas y el cine arte aburrido, saludos !!
Mediocre es pensar que yo tengo que coincidir con el resto de los críticos de Todas las críticas, y también pensar que no lo hago. ¿Te fijaste en el resto de los casos a ver si coincido o no? Y si se diera que en la mayoría no coincido, no te resulta al menos simpático o curioso. A mí me estimula muhco más la gente que no piensa lo mismo que yo. Tu comentario, por ejemplo, desarrolla una idea muy interesante con la que estoy en desacuerdo y es la de que el cine viejo no puedo transmitir el mismo vértigo que el nuevo por razones técnicas cuando lo que le da vértigo al cine actual reside, sobre todo, en lo poco que dura cada plano. La impresión de velocidad que dan la mayoría de las películas está en la cantidad de planos en movimiento que acumulan y no en la velocidad de lo que pasa dentro de ellas. Y esa técnica viene de la década del 20 soviética. No estoy tratando de dar una lección sino de transmitirte algo que sé por mirar mucho. Ojalá algún día nos veamos y pueda ilustrarte lo que quiero decir con imágenes para que puedas comprobar, comparando, por qué le digo ‘mediocre’ a Howard. Si viste mucho cine ‘viejo’, como decís, sabés que hay más vértigo físico en la persecución de La diligencia (1939) o en los diálogos de Ayuno de amor (1940) y ni te cuento en los soviéticos que en la 99% de las películas de estos últimos 20 años, siempre y cuando estés dispuesto a mirar películas en blanco y negro.
no tengo la menor idea de si sos buen crítico de cine o no, ni siquiera qué es ser buen o mal crítico de cine, o ser un buen o mal crítico……….. o qué es buen cine o no……….. ahora, sí tengo idea de lo que es ser un «fierrero de ley» (esa frase tan pretensiosa que pusiste de la cual apostaría mis pelotas que no tenés idea ni mucho menos vísceras para siquiera explicar lo que significa esa frase). Aclarado esto, a mí la película me hizo soltar un par de lágrimas………….. te sugiero en el futuro (si me permitís un consejo) que comentes todo lo que quieras y desde el punto de vista que quieras…….. pero comentar los sentimientos que se transmiten en una película de «hierros» (como yo cariñosamente los llamo)……… eso……… te queda muuuuuuuuuuuuuuy grande por lo que se ve. PD: el documental de Ayrton es eso, un documental. Para los que vos llamás «fierreros de ley» (¿?) no se nos transmite la deslealtad de él y de Alain en esos finales de campeonatos basados en perjudicar al otro. O al menos yo, que no debo entender un pedo de cine o ser un cinéfilo mediocre, no lo noté en su «potencia dramática y pericia narrativa»
Estimado Lucas Gaitán, lo del buen cine o mal cine, lo de la buena o mala crítica, es discutible y en líneas generales bastante difícil de definir, pero para hacerlo los dos tendríamos que haber visto una buena cantidad de películas e incluso leído sobre ellas, y me parece que no es tu caso, pero eso no invalida lo que sentiste viendo esta película, que para muchos críticos también es una buena película, ni lo que cada uno siente viendo cualquier película. Al fin y al cabo, ese sentimiento suele ser una experiencia más importante para la mayoría que lo que el otro piense acerca de eso que a uno le hace sentir cosas. No sé si eso es bueno o malo, pero tanto es así que, como a mí la película me pareció que desperdiciaba una materia prima muy valiosa, me enojé mucho con ella. Como además me dedico a esto, encontré argumentos para pegarle, así como vos, que parece que sabés de «hierros», podrías usar tus conocimientos para enseñarme o para gastarme, según fueran tus intenciones. Me parece que yo te hice sentir lo segundo y lamento eso. No estoy de acuerdo en que no se transmite la deslealtad de esos finales en la película sobre Senna, que no es solo un documental. Esa es sólo su apariencia. La forma en que está construida es similar a una película deportiva de ficción, con mucha más tensión que esta, sin ir más lejos. Por otro lado, la expresión «fierrero de ley» puede ser una pavada, pero, primero, no la usé en la crítica, sino en un comentario y, segundo, no la apliqué a mi persona, sino a Eduardo Rojas, redactor de la otra nota y, hasta donde sé, un tipo que asistió a muchas carreras y entrevistó a corredores. Un abrazo
Marcos, basta de darle bola a estos tipos que seguro van al cine 3 veces por año cuando se estrena una de «fierros», «una de Francella» o «una de Darín», en el caso que se estrene una de los dos mencionados en una sola película, van 2 veces, lo cual no es malo pero sí lo es meterse a cuestionar los métodos y las visiones particulares de un crítico de cine, al cual todavía parece que le acreditan las facultades de estar parado en un pedestal, escribiendo o diciendo cosas desde la mayor objetividad posible.
Tu análisis sobre el film es incuestionable y el que cuestiona que Ron Howard es un director mediocre es 1) un ciego, 2) un miembro de la Academia de Hollywood.
Gracias por el elogio, José, pero contesté porque trato de hacerlo con todos y porque me di cuenta que acá hubo muchos sentimientos heridos más allá del cine, y eso yo lo valoro mucho. Un abrazo
La critica es durisima, pero en el fondo tienes toda la razón del mundo.
No hay que sentirse ofendidos si la crítica no sostiene lo que uno sintió o pensó.
Me parece mucho más productivo discutir con esa critica y valorar otro punto de vista.
Ame a Lauda con toda mi alma cuando era chico. Y la pase bien porque amo a Lauda, pero el film no me gusto nada y no entendia como había obtenido buenas criticas.
Ahora, el agua es incolora y Ron Howard es mediocre.
¿no ven la pasión en la crítica misma?
Marcos valoro fervientemente tu forma de escribir, y mucho más cuando disiento.
Sldos
Yo agradezco mucho tu comentario, Diego, supiste ver pasión en lo que escribo, y esa es también la razón por la cual hay lectores ofendidos. Si superamos la ofuscación inicial, nos daremos cuenta de que estamos hermanados en la intensidad.
Saludos,
Marcos Vieytes