1. Un perro adopta a un chico. El perro es muy educado, muy inteligente, muy refinado y viajado. Vive, aparentemente solo, en un confortable departamento. Lo que se establece a las claras son las circunstancias actuales de las nuevas estructuras familiares, que en no todas las jurisdicciones de Estados Unidos son legales. Habrá que ver dónde vive Peabody.
2. El nene asiste a la escuela y en una clase sobre George Washington tira la posta progresista desmitificando al prócer. Montaje: primer plano sobre la cara de una nena bien rubia, bien estadounidense, que mira confundida hacia los costados. En el próximo plano la vemos enojada, mirando a Sherman con odio mientras parte un lápiz en dos (deseo de castración, obvio).
3. Aparecen los padres de la nena y vemos desde dónde viene la bajada política de la princesita: matrimonio heterosexual ultra conservador y neurótico, si acaso no es lo mismo. Amenazan con demandarlos y no es joda, papá tiene mucha plata.
4. ¿Cómo saben tanto Peabody y Sherman sobre Washington? Esconden un gran secreto: una máquina del tiempo. Esto nos deja en claro el poder adquisitivo del can y la necesidad de ocultar algo detrás de las paredes o bajo el sótano, lo mismo da.
5. Los tres -perro, nena y nene- van a viajar juntos en el tiempo para enfrentar la historia del Antiguo Egipto tal como fue (habrá que ver qué dicen que fue “la historia” y hacia dónde encamina su discurso la película).
6. En una instancia de la aventura, Peabody y Sherman salen disparados del culo de la Gran Esfinge de Guiza.
7. Diálogo que cierra el avance:
Peabody: Ay Sherman… por atrás siempre sale uno disparado.
Sherman (se ríe, se detiene y dice, serio): No entendí.
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