Hay una frase que une como hilo conductor las dos últimas películas de Nanni Moretti. Es una frase que repiten los protagonistas de Habemus papa y de Mia madre, una frase que marca el tono de una creciente angustia en el cine de Moretti, una angustia cada vez más amplia, más derrotada, más seca y concreta pero más terrible cuanto más experimentada. Cuando el cardenal Piccoli es elegido para ser el nuevo Papa, sufre una crisis en el momento de presentarse ante el mundo y comienza a gritar (y repetir, y susurrar) una frase: “No ce la faccio”. Cuando la directora de cine Margherita Buy tiene que enfrentar al mismo tiempo la muerte inevitable de su madre y el rodaje de una película de gran presupuesto con estrellas internacionales, en un momento suelta (como para sí) la frase: “No ce la faccio”.
Es una frase corta pero difícil de traducir. No recuerdo cómo se la tradujo en los subtítulos de los estrenos de ambas películas. La traducción más literal sería algo así como “No puedo”, pero también podríamos traducirla como “No puedo más”, “No logro hacerlo”, “No sé cómo hacerlo”. No puedo. No puedo enfrentar esto. No sé cómo hacer esto. No sé cómo seguir.
Si bien la angustia siempre corroyó el cine de Nanni Moretti, en sus últimas películas esta angustia adquiere un tono diferente, más difícil de soportar en cuanto es menos cósmico. Ya los post adolescentes de Ecce bombo sentían esa angustia. Una madre de Moretti ya había muerto en Basta de sermones (La messa e finita). Pero tanto en la angustia existencial como en esa angustia por la muerte había algo de general, de filosófico, de construcción ficcionalizada que alcanzaba tanto a los personajes y sus vidas como diferentes capas simbólicas y emotivas que Moretti siempre supo construir con sus obras. La madre que muere en Mia madre es, como indica el título, una sola y muy concreta. No tiene el carácter general de esa madre a la que le gritaba corriendo y llorando Michelle Apicella al costado de una pileta. No implica otras cosas. La madre de Margherita y Giovanni es particular, tiene el olor de esos viejos libros de latín, usa unos vestidos floreados, recibe la visita de sus alumnos del colegio que todavía la buscan para charlar con ella. Esa madre muere. Y esa muerte, como toda muerte, es irreparable.
En esta nueva obra, Nanni Moretti ensaya un arte nuevo: la película ya no es un delicado y construido artefacto que abre sentidos a partir de lo concreto (como todavía lo era Habemus papa, como lo fue en gran parte todo su cine) sino que, por el contrario, construye un artefacto que a partir de lo construido (el cine) y lo general (esos hechos que conducen a la muerte, tan particulares pero que sabrán compartir tantas personas entre el público que vaya a ver Mia madre) intenta llegar a lo único y doloroso, aquello que solo es lo que es: la muerte. Su filigrana de escenas solo conduce a la filigrana de pequeños gestos, momentos y objetos que constituyen la arqueología de su madre.
La película empieza con la madre ya en el hospital y un diagnóstico lapidario. El rodaje de la película de Margherita ya está en curso. Giovanni ya renunció a su trabajo y se dedica exclusivamente a cuidar a su madre enferma. Hay muy pocos flashbacks en la película y no explican casi nada. Todo lo que pasa en Mia madre ya está presente desde la presentación de las primeras escenas. Lo que queda es la muerte. Y la vida que transcurre durante ella.
Es recién en el final, con un simple “Mañana”, cuando Moretti vuelve a desplegar toda la potencia de su cine. Y esa potencia cobra sentido en la medida en la que todo lo que transcurrió hasta entonces remite a una vida concreta. Todo, incluso las escenas más o menos logradas del cine dentro del cine y el humor que puede ser por momentos un poco flojo y por momentos como un paño frío en una película caliente, todo cobra sentido en la medida en la que todo en Mia madre conduce a ese final. A ese final que no es otro que lo que ya esperábamos desde las primeras escenas.
Lo que no esperábamos, porque no lo solemos esperar, es que fuera tan concreto y tan crudo.
Aquí pueden leer un texto de Marcos Vieytes sobre esta película.
Mia madre (Italia/Francia, 2015), de Nanni Moretti, c/ Margherita Buy, Nanni Moretti, John Turturro, Giulia Lazzarini, Beatrice Mancini, ‘106.
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