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La editorial Caja Negra publica una colección de relatos cortos que Ed Wood escribió en los últimos años de su vida para revistas pulp. Los relatos pertenecen a géneros muy diferentes: desde historias bélicas o de aventuras, hasta fantasías sexuales e historias policiales, de crimen y violencia. Escritas en un estilo directo y contundente, poseen el innegable encanto del amarillismo y el morbo. Ideales para el lector de hoy que, acuciado por la rutina, no tiene demasiado tiempo para una lectura concentrada. Las historias de Ed Wood no deparan demasiado esfuerzo intelectual, se leen solas. Fluyen con una naturalidad escandalosa.

¿Pero qué era (o qué es) la literatura pulp? Una posible definición diría que es literatura barata, en un sentido explícito y en un sentido metafórico y amplio. La mayoría de sus autores no se caracterizan por tener ambiciones sofisticadas. Lo que prevalece es la ausencia de construcciones narrativas complejas o rimbombantes, aunque hay algunos autores que hacen de la complejidad y el barroquismo un recurso a su favor. En todo caso, siempre se trata de generar en el lector una respuesta inmediata. Es literatura pensada para consumo directo y masivo.

La palabra pulp viene de pulpa, que era el material utilizado para editar este tipo de revistas y libros de bajo presupuesto. Al estar asociado a un modo de producción que ya no existe, yo diría que en la actualidad el pulp como género oscila entre la fe y la sátira. Las pocas publicaciones que insisten con el pulp se han convertido en una parodia de aquel género inicial, por el simple hecho de que al día de hoy imprimir es caro y trabajoso. Ya no se puede imprimir de manera barata como antes y, en cualquier caso, la gente ya no depende de las ediciones impresas para leer. Yo diría que el pulp sobrevive, pero ha mutado. Si me apuran, diría que el pulp está más vivo que nunca, pero ni los autores ni los lectores se dan cuenta. La literatura surgida de las redes sociales  reproduce ese viejo modelo. Antes era a través de editoriales asociadas, hoy es a través de plataformas como Facebook o Twitter que tenemos esta literatura masiva: así, considerar la literatura surgida de las redes sociales como el nuevo pulp parece una idea atractiva y acertada.

plan-9-from-outer-space-ed-wood-posterAhora bien, ¿qué tiene que ver Ed Wood con las redes sociales y el pulp? Bueno, es una cuestión de contextos. Repasemos: Ed Wood escribió estos cuentos en revistas porno o cuasi porno. Me imagino que, para un lector de la época, encontrarse con este tipo de narraciones pudo haber causado una gran impresión. Sin embargo, esa sensación es intransferible. Recopilados en un libro, publicados en una cuidada edición, el mensaje ha de ser otro. No sé si mejor o peor, pero claramente diferente. Me parece que las palabras clave son: legitimación y contexto. Hubiese sido divertido que Ed Wood tuviese Twitter. Pero no lo tuvo. Hablemos de legitimación, hablemos de contexto. Está clarísimo que, en la actualidad, estas narraciones no interesarían a ningún editor si no fuera por la fama que Ed Wood supo cosechar como cineasta y está clarísimo que sólo a un puñado de lectores le hubieran interesado estos cuentos sino fuera porque los escribió Ed Wood, que Facebook lo tenga en la gloria.

El problema de la legitimación es un problema extenso. Pienso en Kilgore Trout. Ningún crítico literario lo tomaba en serio. Publicaba en revistas baratas de ciencia ficción y en revistas porno. Pese a ello, era endiosado por un puñado de lectores maniáticos como Eliot Rosewater, que lo consideraban un genio. Kurt Vonnegut, a través de la historia de Kilgore Trout, ha contado, consciente o inconscientemente, la historia de varios autores reales, como Theodore Sturgeon o, por qué no, Ed Wood. Pues, en realidad, ha hecho visible un mecanismo: la fama literaria es caprichosa e incierta.

Los acontecimientos a veces interesan menos que su narración. No interesa tanto que las cosas hayan sucedido como el hecho de que puedan ser narradas. Adquieren verdadera identidad al volverse explícitas. Pienso en Roberto Bolaño y en el infrarrealismo. A veces creo que el infrarrealismo sólo existe porque Roberto Bolaño, que adquirió fama y relevancia internacional, lo ha vuelto visible. Si nadie hubiera hablado sobre el infrarrealismo, el infrarrealismo no hubiera existido (aunque en la realidad sí lo hiciera). Así funciona la historia, aunque parezca increíble. No importa si las cosas suceden, lo que importa es que adquieran verdadera dimensión al ser traducidas en signos transmisibles. No queda ninguna otra huella en el mundo más que la que nosotros mismos somos capaces de comunicar. Todo lo demás son imprecisiones.

edwoodEntonces, ¿es la atribuida genialidad de Ed Wood una invención? Desde luego. ¿Acaso hay otra manera? La gran pregunta, me parece, es otra. ¿Su atribuida genialidad es pura espuma o está justificada? Cuando a los críticos se los pone en la incómoda situación de dar una respuesta, zafan diciendo: es el lector el que debe decidirlo. Una respuesta muy cobarde. Yo considero que esa atribuida genialidad es pura espuma. Pero también te digo que es más complejo. La literatura de Ed Wood es pésima, es malísima, es un montón de mierda. Pero también el mundo es más complejo que bueno o malo, y esa dialéctica simplista a la larga nos aniquilará.

Pienso en Ed Wood como cineasta. ¿Acaso sus películas no son incoherentes, los argumentos no aparecen deshilachados, la puesta en escena no bordea lo ridículo? ¿Y no se ha convertido, pese a eso, en un cineasta imprescindible? ¿Entonces qué? Entonces es complejo el asunto. Pienso que tiene que ver con el hecho de cómo interpretamos lo bueno y lo malo. Pienso que habría que rastrear una suerte de respuesta a partir de los koan. Dentro de la tradición Zen, los koans son inquisiciones ilógicas diseñadas para llevar al estudiante hacia un punto mental culmine y, así, romper la barrera del pensamiento dualístico que caracteriza la psique humana.

Pienso en el cine de John Waters (no es casual que la misma editorial que haya publicado a John Waters en español, ahora publique a Ed Wood). No se trata de reivindicar lo malo haciéndolo pasar por bueno. Se trata de aniquilar el dualismo entre lo bueno y lo malo. Las cosas pueden ser geniales y ser una mierda al mismo tiempo. Hay algo paradojal en el mundo de las emociones y, en buena hora, hay artistas que consiguen recordarlo y transmitirlo con acierto.

A partir de lo expresado, podría interpretarse que estoy a favor de otorgarle cierta legitimidad y visibilidad a expresiones surgidas desde medios de difusión masiva, como las redes sociales. Nada más lejos de la verdad. En todo caso, primero habría que  tener algo del talento de Ed Wood y después, entonces, podríamos conversarlo.

La sangre se esparce rápidamente – Ed Wood

Editorial Caja Negra, 2015

Traducción: Matías Battistón

Impreso en Argentina

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