Atención: no es una película para chicos que se aburren en vacaciones de invierno.
No tiene por qué terminar así. No sé qué fue lo que descolocó tu vida, ¿pero QUIÉN lo sabe? Tal vez a mí me pasó lo mismo.
Batman, por Alan Moore.
El universo DC cómics tuvo su quiebre en el transcurso de la segunda parte de la década de 1980 cuando historias o sagas, como Crisis en las tierras infinitas, renovaron el aire de sus superhéroes en una superposición de Tierras y Tiempos atravesada por una lucha total. Tras haber perdido terreno en las décadas anteriores por la mente creativa de Stan Lee y sus mutantes, DC contrata a plumas innovadoras de Inglaterra como Grant Morrison para revivir a Animal-Man (1988), o a Frank Miller para darle aún más oscuridad al gótico enmascarado en El regreso del caballero de la noche (1986). Eran de historias que tenían un enfoque totalmente distinto a lo que se venía haciendo en la compañía, una impronta política que podría interesar más a los jóvenes y adultos que al público infantil: Watchmen (1986) es el mejor ejemplo. Y es el mismo guionista de aquellos vigilantes, Alan Moore, quien en 1988 se metió con Batman y el Guasón para plantear lo ambiguas que pueden resultar la locura y la cordura en una obra maestra titulada Batman: The Killing Joke.
Muchos años después, esa misma historia es estrenada en los cines con el mismo título (acá la distribuidora la rebautizó Batman: la broma mortal) y bajo la dirección de Sam Liu, un experimentado director y encargado del departamento de arte del universo animado de DC (véase todo lo realizado desde 2009 a la fecha). La versión animada de Batman: The Killing Joke no difiere en nada al cómic, para el alivio de los fanáticos de las viñetas, no se comete ninguna herejía. Sólo el comienzo es diferente: una breve aventura de la Batichica y su relación amorosa con Batman para justificar la duración.
Luego todo se desarrolla casi con exactitud: cada plano es una viñeta. El Guasón se escapa del Manicomio Arkham para raptar al comisionado Gordon y torturarlo en un parque de diversiones abandonado; antes pasa por su casa para tratar de asesinar a su hija –Batichica- con un disparo especifico en el abdomen, para después desnudarla y tomarle una serie de fotografías. El comisionado también es desnudado, golpeado y atado a un carrito que luego lo llevará a un recorrido por el tren fantasma. A medida que se desarrolla esta nueva idea del Guasón para llevar a la locura a una persona recta, se ve su origen en sucesivos flashbacks, con el fin de humanizar al personaje y justificar su estado actual: su fracaso como comediante, la muerte de su esposa embarazada y el accidente en una pileta de químicos que le dejó ese color permanente aumentando un poco más su locura. El clima es tan sórdido como aquella vieja serie animada que daban por Warner Channel y su posterior película Batman: La máscara del fantasma. Es el silencio de las calles de Ciudad Gótica, como se puede apreciar en el comienzo, y esas voces que por momentos parecen susurrar, sumados a la oscuridad y las sombras, los que la hacen una película que roza con el terror y el suspenso.
Todo parece terminar pero, hacia el final, todo vuelve a empezar. Así como Batman fue a ver al Guasón al manicomio para tener una charla acerca del futuro –“Tal vez tú me mates, tal vez yo te mate, tal vez tarde, tal vez temprano”, le dice, para evitar el final fatal de su relación–, en el final parece que todo terminará cuando logra rescatar al comisionado y acabar de una vez por todas con el Guasón; sin embargo, aquel final se vuelve imposible. Ambos personajes son desquiciados, uno del lado de una anarquía irracional y el otro siendo parte de un orden jurídico policial siempre desordenado, y parecen tener más en común de lo que aparentan. Uno no podría terminar con el otro, se alimentan entre ellos. Y aquello que le dice a Alfred en la baticueva, mientras observa imágenes de su némesis en una pantalla gigante, -“No lo conozco, Alfred, todos estos años y no sé quién es, como él no sabe quién soy yo, ¿cómo pueden dos personas odiarse tanto sin conocerse?”-, en los segundos finales parece disiparse cuando se los ve más hermanos que antes, bajo la lluvia, quizás dándose cuenta, al fin y al cabo, de que no son tan distintos. Y todo volverá a empezar, su interminable relación continuará en otra entrega. Es en esa continuidad hacia el futuro que Moore quiere subrayar lo infinitas que pueden resultar las historias de estos personajes.
Batman: The Killing Joke de Sam Liu, hay que decirlo, no podía fallar. Tuvo todo servido –como sucedió con la Watchmen de Zack Snyder-. Tenía los planos y tenía la historia. Con esto se puede decir que es la mejor película basada en un cómic de los últimos años, si tenemos en cuenta no sólo a la totalidad Batman Vs. Superman sino a la absurda resolución de su enemistad, digna de una comedia protagonizada por Michael Cera y Jonah Hill.
Batman: La broma mortal (Batman: The Killing Joke, EUA, 2016), de Sam Liu, 76′.
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Hola, Lucas. Fue una coincidencia encontrar tu nota un día después de haber visto esta película. Creo que quien la lea puede llevarse una buena impresión de la película porque describiste a grandes rasgos el argumento del cómic (que es magnífico), y por mi parte coincido en tu sentencia «no podía fallar», pero sí falló, y cómo.
La «aventura» entre Batman y Batichica está lejos de ser breve, ocupa un tercio del largometraje y habiendo leído el cómic, velé por que al menos jugarán un poco con su relación en el transcurso de la historia pero no fue así. No agrega absolutamente nada al todo y es patético, no tienen sentido las actitudes de ninguno de los dos personajes.
El cómic debe parte de su celebridad a la inclusión de la historia más aceptada del origen del Guasón y cierta profundidad del personaje que no en todas las entregas se puede ver. Es un poco incoherente que aparezca casi en la mitad de la película, que no tenga todas las líneas que tiene en el cómic (más aún considerando que Mark Hamill es excelente dándole voz) y que el final claramente no le haga justicia a las viñetas del cómic.
Las animaciones en 2D están bien, es verdad que recuerdan a las series de Batman de los 90, pero no se entiende muy bien qué quisieron hacer con el 3D. Esos autos parecen injertos contraproducentes, hacen menos creíble el resto y rompen con el resto de los dibujos que por lo general están bien logrados, como la animación en general.
Me decepcionó mucho porque la esperaba con ansias, quizás no terminé de comprender la propuesta, pero me parece que hay detalles que más allá de lo argumental no son menores y estropean el producto. Saludos.
Hola, Sofía. No la vi en 3D, y sí creo que no es breve la trama de batgirl, en el artículo dije lo contrario. Y supongo que la historia de ella es para meterla de alguna forma en el universo. Pero si entiendo que no hay demasiado para reprocharle si leimos el comic y es el mejor largometraje de DC de los últimos años, aunque no sea muy lograda. Saludos!
Estimado crítico, acabo de leer su reseña.
Muy a mi pesar, no podría estar más en desacuerdo y hasta por momento creería que vimos distintas películas. Le recomendaría fuertemente que vuelva a ver Batman: Mask of the Phantasm, la serie animada completa y relea el comic de Alan Moore que intenta, (sin éxito alguno), trasladar este engendro pésimamente producido. Se dará cuenta mi amigo, que el resultado de esta lamentable adaptación (de lo peor que hizo DC Animation en cine), es como mínimo de mediocre para abajo.
No sólo la inclusión del prólogo (totalmente innecesario y de un carácter misógino alarmante) es injustificada y no tiene anclaje alguno con lo que se ve después en el film, sino que en ningún momento la película logra generar un nivel de tensión/suspense acorde al material original que debería adaptar. Usted me dirá, «son medios distintos lector», claramente y hasta podríamos coincidir, pero se nota en el tono elegido para trasladar este film, a un sinsentido animado, que esta producción se realizó sin ganas, sin criterio y con completo destrato para con la obra original. Soy de los que opinan que hay obras literarias que no se pueden/deberían adaptar (al menos no con éxito) al cine. Este es un buen ejemplo. Watchmen, ya que usted hace mención de la misma, es un caso absolutamente contrario. Más allá de todas las críticas que recibió Snyder, es una excelente adaptación. Me atrevo a decir, que incluso su polémico cambio del final original con respecto a la obra, es superior a lo que planteaba Moore en los 80´s. Pero esa es otra discusión.
Volviendo a The Killing Joke, mi estimado crítico, fíjese en el apartado técnico de la animación y el trabajo de acting en las voces. En primer lugar, por un tema de costos y velocidad de producción, (no olvidemos que estos “Direct to Video Films” se producen de a 2 o hasta 3 por año) escatiman en la dedicación y detalle en cuanto a dibujo y trabajo frame a frame de la animación. Esto resulta en soluciones simplistas de mezclar material pobremente diseñado en 2d con fondos poco detallados junto con recursos en 3d renderizado como si fuese un 2d tradicional, lo que culmina en un híbrido que lastima los ojos al verlo. Es imposible compararlo con el nivel de lujo de detalles y terminación de la animación y diseños logrados en la gloriosa serie animada de los 90. Desde el apartado del trabajo de voces, con excepción de Mark Hammil, cuyo Joker es de por sí exagerado pero icónico y el personaje de Gordon interpretado por Ray Wise, el resto está en MODO AUTOMÁTICO. Se percibe a kilómetros de distancia, que Kevin Conroy pasó a cobrar el cheque y aseguró contrato para la próxima serie de la liga animada. De hecho, en la presentación oficial del film dijo que «a veces uno no puede realizar las interpretaciones que quisiera o cambiar elementos para mejor», haciendo clara alusión a su descontento con el resultado final de esta pobre traslación animada.
Le mando un saludo y siga un consejo, vuelva a ver la serie animada, relea la obra de Moore y miré la mejor película de BATMAN (no sólo animada, sino también de la historia hasta el momento) que es Batman: Mask of the Phantasm.
Atte.
Un lector del montón.