Vincent Gallo tiene una de esas caras raras que justifican el primer plano. Pasa lo mismo con tipos como Willem Dafoe o James Woods. Los tres tienen caras con relieve. Las ojeras de Gallo, sin ir más lejos, suelen ser hondas como cuevas. Acá está todo el tiempo en plano y no hay personaje, además del suyo, que aparezca en más de una escena. Como casi no se pronuncia palabra de principio a fin, no queda otra que mirar y las imágenes también tienen relieve. El inicial del desierto, el del agua congelada, el de la corteza de los árboles, el de las ramas, el de la nieve, y el dominante de la subjetiva del protagonista, un tipo que se pasa la película escapando. Hay dos o tres indicios que permiten establecer una identidad aproximada, pero nunca sabremos su nombre, su origen, ni su destino. En esa falta de información despunta un potencial alegórico que parece venir de otro tiempo y otro lugar. Skolimowski es un cineasta polaco que comenzó a filmar durante la primera mitad de la década del ’60 y que tras pasar al otro lado de la cortina de hierro, filmó en Gran Bretaña y los EE.UU.

En Deep End (1970, grandísima película con Cat Stevens en la banda sonora sobre el despertar sexual de un adolescente que trabaja en una pileta pública del swinging London) y en The Lightship (1985, grandísima película acerca de otro pibe expuesto al trance de crecer cuando unos ‘piratas’ asaltan el buque-faro del que su padre es capitán) hay situaciones de encierro en las que un puñado de personaje constituyen un microcosmos sobre todo sensual pero también susceptible de ser interpretado simbólicamente (los cambios de vestuario de Essential Killing generan un despliegue cromático similar aunque más opaco que el de Deep End). El título indica las ambiciones ontológicas del tipo de experiencia cinematográfica que Skolimowski propone a través de imágenes fuertemente materiales, casi exclusivamente físicas. Un hombre es todos los hombres, decía Borges, y este que huye sin que sepamos por qué tiene la virtud de ser en los mejores tramos de la película ambas cosas: un personaje envuelto en circunstancias particulares que conocemos parcialmente, y una figura del discurso que sugiere pero no explicita su potencial simbólico. Cruza de thriller con trasfondo político contemporáneo y deriva potencialmente metafísica, Essential Killing es una película desterrada y extemporánea. Más extemporáneo aún es que vayan a compartir cartelera Skolimowski y Polanski, compañeros polacos de generación, autoexiliados del comunismo y colaboradores en el guión de El cuchillo bajo el agua hace 50 años.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: