Había una escena de Los abrazos rotos –grandísimo melodrama- en la que recuperaban metraje perdido de aquella película que había acabado con la vida de Lena. Mateo Blanco, a esa altura de la tragedia Harry Caine, oye nuevamente la voz de su amada. La secuencia remite al primer cine de Almodóvar, ese de principio de los ochenta que se presentó sin pedir permiso, chispeante, ligero, con ideas visuales que se convirtieron en una marca registrada, y un cinismo muy particular, potestad de esa generación post franquismo. Ese mismo donde se entreveran el amor, el sexo, las drogas y la vida cotidiana con una saludable gran liviandad. Esa corta secuencia al estilo de su admirado Billy Wilder, veloz, disparatada, divertida, con el tono y el tempo de la tradicional comedia hollywoodense de los años 40 y 50, pero en clave ibérica, resultaba perfecta. Su dominio virtuoso, simple y contundente de la puesta en escena dejaba con ganas de ver más comedia a la española. Me gusta mucho el cine de Almodóvar, entre otras cosas por razones generacionales. Los abrazos rotos y La piel que habito me parecen dos películas destinadas a superar el paso de tiempo con holgura y convertirse en obras ineludibles del español. Con una mirada aguda sobre los tiempos que corren, conforman laberintos de pasiones deformes, transgénesis, el peor morbo burgués y mucho de lo mejor del cine de los últimos años.
Los amantes pasajerosjuega con el grotesco y la tragedia a puro trazo grueso. En el prologo con Banderas y Penélope Cruz tenemos el aperitivo de lo que está por suceder. En primera clase de un vuelo de Madrid al DF, tres azafatos, algunos pasajeros y dos pilotos protagonizan una historia absurda con aires de tragedia. Muchas comedias parten de un drama. ¿Cuál es la línea que las divide? Lo que cambian son las formas que el realizador elige para narrar. Funny People es una gran comedia que parte de un drama concreto: el cáncer. Sin embargo el tono que elige Apatow es liviano, flota dentro del mundo absurdo en el que vivimos, en el que casi todos se sienten inmortales y “el éxito” es directamente proporcional al egoísmo que se pueda desarrollar. Gente que juega con sus egos a ver quien la tiene mas larga y Apatow que hace un corte transversal del mundo del espectáculo y de los que lo habitan. Porque más allá de la fama, el éxito y la fortuna que uno pueda tener, la vida te carea en algún momento con tus peores temores. Algunos prefieren el tono adusto y solemne para conmoverse, otros preferimos la desvergüenza y la vivacidad.
Hay algo en el cine de Almodóvar en general, y mucho más bárbaro en sus primeras películas, que en esta ocasión se encuentra ausente, y es la subversión. La sexualidad ya no es un tema que escandalice, salvo a los pacatos de derecha que viven y piensan como a mitad del siglo XX. Por ellos, festejo el desparpajo de esos tres adorables azafatos, aunque debo reconocer que el que se muere por coger, censurado por esa especie de dieta sexual que le impone la espiritualidad, se distingue del resto, justamente porque con esa idea disparatada sale de los cánones frecuentes. El personaje irritante de Cecilia Roth, una dominatriz venida a menos, tampoco funciona como ejemplo de una fauna marginal. Hoy estamos a un clic de cualquier tipo de ejercicio sexual, por mas reventado que sea. El arrepentido garca capitalista que es victima del mal, del cual es cómplice, y llora por los rincones porque su hija esta inmersa en el mundo de la trata de blancas, no conmueve en lo más mínimo, ni siquiera cuando es redimido por el peso de la ley. Tampoco el galán de telenovelas que maltrata mujeres para demostrar su triste masculinidad. Lo que deja en claro Almodóvar es que esa gente viaja en First Class y la gente común en clase turista.
Almodóvar ya puso las cartas sobre la mesa en su momento, esta película sólo parece un ejercicio formal desparejo. Carece de pasiones reales, de alma. Estamos en la era del reciclado, donde se vive una especie de adicción por el pasado. Las remakes están a la orden del día, el diseño y casi todas las formas de artes miran hacia atrás, buscando reflejo en las glorias idas. La idea no es restaurar, si no un revival constante. Más allá de que las nuevas tecnologías lo faciliten todo, las ideas parecen agotadas. Es un fenómeno que transciende largamente a Almodóvar. La cultura retro prevalece de forma crónica en nuestra cultura a partir de los años dos mil. ¡Qué aburrido todo que hasta el reviente se importa del pasado! Los amantes pasajeros tampoco hace pie en la realidad socioeconómica de España y de Europa en general. Esta película no tiene la cualidad de agredir ningún orden social o moral establecido, como tenían en dosis incendiarias sus películas en los 80.
Aquí pueden leer un texto de Luciano Alonso sobre esta películaLos amantes pasajeros (España, 2013), de Pedro Almodóvar, c/ Javier Cámara, Carlos Areces, Cecilia Roth, Lola Dueñas, 90′.
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