1. «Si la música es conservadora es porque así me gusta» dice el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, en un discurso breve, antes de que en uno de los salones de la Casa Blanca comience a sonar la orquesta de Ray Conniff. La coincidencia entre la palabra y el producto ofrecido, sin embargo, guarda en sí mismo la fisura inesperada. Una de las coristas de la orquesta exhibe una pancarta en la que pide que se detenga la guerra de Vietnam. La sonrisa de Nixon en la primera fila sigue la actuación, la pose, la simulación de no recibir el golpe. Después Ray Conniff, desde el micrófono, pide disculpas y se pone el traje de la representación de la música conservadora. La fisura de esa escena no es la de la entrada del reclamo político. Es la entrada del tiempo, de ese tiempo, en el sarcófago inmutable que pretendía ser la política norteamericana.

2. En ese mismo primer capítulo de 1971 – The Year That Music Changed Everything, vemos a Marvin Gaye cantando “What’s Going On”. La canción que nace a partir de la historia personal –el hermano de Gaye estaba peleando en Vietnam- se convierte no solamente en un éxito, sino que funciona como un signo de los cambios que estaban sobreviniendo. Por un lado, la transformación del artista, ese pasaje de la canción romántica a la canción comprometida –más que la canción de protesta- que lo saca de la comodidad del éxito y lo sumerge en el riesgo de la representación de una mirada colectiva –algo que la serie recupera en otros intérpretes como Curtis Mayfield, por ejemplo-. La explosión de Gaye como contemporánea del salto de John Lennon abandonando el ropaje Beatle y hasta las primeras experimentaciones sonoras con Yoko Ono para construir canciones aparentemente más simples y que se convirtieron rápidamente en himnos. Por otro lado, un concepto que elabora Jimmy Iovine, productor discográfico, cuando señala que esas canciones eran como “caballos de Troya”. Bajo el ropaje de melodías agradables, de baladas pop, el mensaje de las canciones entraba en las casas a través de los jóvenes, pero llegaba hasta los padres. La música era, entonces, un poderoso armamento para desarmar la lógica política de comienzos de los 70.

3. Hunter Thompson dice, en algún momento del segundo episodio, en referencia a la movida en San Francisco de mediados de la década del 60 que “había chispas por todas partes”. Esas chispas parecen materializarse en el año elegido por la serie. No se trata simplemente de un período temporal que parte las aguas de la cultura, sino de una combinación de aquellas chispas de los 60 que comenzaban a incendiar su tiempo, lo que lleva a David Bowie a decir que se construyó el siglo XXI en ese año. Un inventario posible que deja entrever la serie: el concierto de los Rolling Stones en Altamont (“Fue el Pearl Harbor del rock”); el fin del flower power y el comienzo de la circulación de la cocaína y la heroína; el David Bowie que va y vuelve entre Estados Unidos e Inglaterra para convertirse en Ziggy Stardust; la radicalización de los movimientos por los derechos de los negros en Estados Unidos. Si “la guerra de Vietnam estaba en tu vecindario”, como decía Marvin Gaye, pronto tomaría otras formas después de encenderse la mecha de los enfrentamientos.

4. El fin de la contracultura no es solamente un cambio de hábitos. No es solamente el pasaje del ácido a la cocaína –que, en todo caso, funciona como catalizador-. Es también el reacomodamiento de la “industria” –es decir, lo institucional, el mercado, los estados- para dar pelea en un territorio en el que ahora pueden pasar a la ofensiva. No hay que olvidar un detalle que la serie remarca en el tercer episodio: acababan de separarse los Beatles, símbolo central de la década anterior, iniciadores de la cultura juvenil a escala masiva. La descripción que se hace de la Inglaterra post-Beatles es como la observación de las ruinas que quedaron después de un fenómeno natural –un sismo, un tsunami- devastador. La idea de “jóvenes abandonados” que no sabían qué hacer, que habían pasado de “la locura de los 60 a la sobriedad de los 70”, parece la postal desoladora del fin de una guerra. En ese contexto, sin embargo, el planteo es el de la reacción de la “cultura”: tratar de tomar la cultura pop para llevarla nuevamente a un espacio de comodidad. La serie encuentra unos cuantos signos de ese intento. La campaña masiva de los medios acusando a las canciones de rock de apología del consumo de drogas, en una línea directa con los postulados de Nixon tras la derrota en Vietnam. La denuncia y el juicio contra la revista británica Oz por haber traspasado los límites de la obscenidad. Y finalmente los Osmond Brothers, música lavada, apta para no herir sensibilidades, pop vacío que se replicaría una y otra vez a lo largo de las décadas siguientes. La medida de los contrincantes y del resultado del enfrentamiento es que hoy nadie recuerda a los Osmond.

5. Jimmy Iovine interviene para invertir los términos. “La música moldeó la época, no fue un reflejo”, dice. Es esa frase la que guía todo el recorrido que hace la serie. La ruptura que establece en los patrones culturales es lo que va abriendo las puertas hacia otros territorios. No hay cambios en la imagen de la mujer –construida desde la publicidad que la relegaba al hogar y al servicio de su esposo trabajador- sin Carole King ni Joni Mitchell. No hay visibilidad de la homosexualidad sin Elton John –aún sin declararse como tal. No hay Angela Davis ni Panteras Negras sin Marvin Gaye, sin Curtis Mayfield y, sobre todo, sin The Last Poets y Gil Scott-Heron. La música se vuelve elemento de transformación poniendo en primer plano aquello que las agendas omitían (“Vendíamos kits de supervivencia en forma de vinilo”, decía Scott-Heron). De allí que la imagen del reverendo Jesse Jackson sosteniendo el “Soy alguien” parece una consecuencia directa de ver a Tina Turner cantando “Proud Mary” o a los Staples Singers entonando “Respect Yourself”. El empuje revolucionario –en el sentido de cambio cultural- de la música que se publica en ese año tiene su correlato en el espacio público: vulnerar la seguridad del FBI, atentar contra el Capitolio, rebelarse contra la matanza de activistas negros. Más que el mundo en ebullición, un cataclismo que movía los cimientos de todo lo establecido como espacio de la normalidad.

6. 1971 – The Year That Music Changed Everything sigue el método documental del director general de la serie, Asif Kapadia (Senna, Amy, Diego Maradona). Remitirse estrictamente a los archivos, despreciar cualquier tipo de entrevista actual, despejar la escena de explicaciones retroactivas. Lo que vemos es –o por lo menos, el verosímil es poderoso- 1971. Lo que escuchamos, no solo en lo musical, sino en las entrevistas que pueblan la banda sonora, es 1971. El efecto que produce esa apariencia de narrativa en tiempo presente es el de la inmersión en un tiempo y un espacio determinado, sin más ruptura que la partición temática que plantea cada capítulo. El espectador está en ese momento histórico, sin ninguna interrupción que le recuerde lo que vino después. El efecto de retrato de época, en ese sentido, es notable, y supera los registros de los documentales anteriores de Kapadia –quizás porque aquellos provenían de un recorte basado en los personajes y no en un momento preciso-, incluso en aquellos capítulos que lucen menos convincentes (particularmente el último, que abandona mayormente la lucha político-cultural y practica una mirada demasiado superficial sobre la aparición de los sintetizadores y su utilización en la música). La serie reconstruye a ese año desde las imágenes y sonidos que generó. Reutiliza las imágenes que hemos visto en otros documentales (Imagine, Amazing Grace, Stones in Exile, Black Panthers, Tina, Concert for Bangladesh, entre otros) para ponerlos en un contexto histórico que multiplica la dimensión que adquieren desde lo individual. Dejan de ser elementos dispersos, notas en una biografía individual, para situarse en el lugar de su época y entrar en un diálogo que permite rearmar el rompecabezas del momento histórico desde otra perspectiva.

7. No todo es simple materia de reciclaje de construcciones ya probadas por otros. Las entrevistas que pueblan la banda sonora –provenientes de grabaciones radiales o de periodistas especializados- y que le dan otro sentido a las imágenes son otro hallazgo por la multiplicidad de miradas que aportan. Los archivos de programas de televisión son, en ese punto, los que restablecen el enrarecimiento y la puesta en escena de esa lucha entre una cultura establecida y otra que pugna por derribarla –o al menos, cuestionarla. Sly & the Family Stone en El Show de Andy Williams. Frank Zappa en un estudio de TV cuestionando a la generación de músicos que había consumido drogas en los 60. Marc Bolan con Elton John en Top of the Pops. Alice Cooper en un show de TV cantando “Black juju”. James Baldwin o Ike & Tina Turner en el Show de Dick Cavett. James Brown cantando en vivo en la televisión italiana. Postales de una guerra en la que se trataba de ver quién iba más rápido en su avance: si la música o la industria. Sin embargo, los mayores hallazgos de la serie tienen que ver con la reposición de aquello que es menos conocido. La discusión sobre la educación sexual en la TV inglesa a partir del documental Growing Up, las imágenes de la matanza de Attica, el concierto Soul To Soul en Kenia, el experimento en el que ponían a voluntarios en los roles de carceleros y prisioneros, las imágenes del primer programa de música negra en la TV americana, Soul Train, y por sobre todo el rescate de ese extraordinario reality An American Family, funcionan como lados B poderosos de aquellos lados A que subsistieron como marca de época y que la serie sostiene como faros luminosos que les sirven de guía en su recorrido.

1971 – The Year That Music Changed Everything (Reino Unido, 2021). Directores: Asif Kapadia, Danielle Peck, James Rogan. Productores: Asif Kapadia, Danielle Peck, James Ballardie, David Joseph, Adam Barker, James Gay-Rees. Edición: Simon Baker, Sam Blair, Esther Jimenez, Brett Irwin, Chris King. Entrevistas: Jimmy Iovine, Alexander Butterfield, Dana Gillespie, Berry Gordy, Bob Gruen, Elthon John. Disponible en Apple TV+.

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