Atención: Se revelan detalles del argumento.

1. “F” de familia. Guarda que mando tremendo spoiler: Wade Wilson, alias Deadpool, en esta segunda parte, muere.

Pero eso no es lo importante (spoiler otra vez: vuelve a vivir). Lo interesante está en la representación que hace la película de lo que es el “Otro Lado” para Wade Wilson (Ryan Reynolds), mercenario, mutante y, de alguna forma, juglar del mundillo al que pertenecen los X-Men.

Esta representación deja ver más allá de los dobles sentidos, las jodas y las ironías lo que el personaje y, por extensión, la propia película podría estar planteando finalmente en tanto enunciado.i

Y no, resulta que en ese Cielo no hay querubines rechonchos con ametralladoras que se tiran pedos. Sorpresivamente, para Deadpool, el Cielo es estar en el living de su casa, con su novia, Vanessa (Morena Baccarin), haciendo chistes de referencias pop (incluyendo de fondo un cover acústico de Take On Me de la banda A-ha), hablando de legados, responsabilidades e hijos (Russell, para el caso, ocupa el lugar del hijo que planeaban tener juntos Wade y Vanessa). Falta el golden retriever nomás para que la Eternidad sea la ilustración en un folleto de un banco: la familia linda, la casa en la que entra el sol, y las referencias pop que son el primer manotazo de los publicitarios porque ¿a quién no le gustan los guiños ochenteros hoy por hoy?.

Si suena un poco conservador es porque Deadpool, en tanto personaje, no es tan disruptivo y subversivo como podría hacernos pensar su fachada de asesino a sueldo con poderes mutantes para regenerarse de manera impresionante. Deadpool le dice “la otra palabra con F” a la familia porque se hace el rebelde, pero las dos palabras con F (la primera es “fuck”, claro) le encantan.

Igual tampoco es que nos vamos a hacer los locos nosotros, resulta fácil sentirse identificado con la noción de Cielo de Wade Wilson después de todo.

2. Cable. Por otro lado, lo tenemos a Cable (Josh Brolin). Cable viene del futuro. El futuro perdido también es, para él, su familia: Su mujer y su hija, Hope (es decir, Esperanza). Ambas fueron asesinadas, y por eso Cable vuelve al pasado, nuestro presente. Cable, antagonista durante el segundo acto, le dice a Deadpool que su mujer también usaba el humor como mecanismo de defensa, a partir de ese momento empiezan a trabajar juntos. El trabajo en cuestión es este chico Russell que mencionaba antes.

Russell Collins (Julian Dennison) es un chico, mutante también, que ha sufrido acoso y abuso por parte de los directivos del instituto/orfanato en el que reside. Este abuso, que es alegórico en el aspecto mutante pero que también es literalizado como autoritarismo (incluso explicitado como pedofilia por el propio Deadpool), pone (¿pondrá?) a Russell en un camino oscuro de resentimiento y venganza que acabará en muerte sin sentido, incluyendo la de la familia de Cable.

De ahí el viaje al pasado. De ahí intentar matarlo.ii

3. Gente-X. La idea de caminos trazados y responsabilidades también hace eco en Wade Wilson, que considera que es su culpa el asesinato de Vanessa, que esto sucedió por ser quién es y por lo que hace. En los intentos por suicidarse es que se reencuentra con Vanessa, pero su poder lo mantiene con vida, aunque destrozado. Colossus, de los X-Men, se apiada de él y lo lleva consigo a la Mansión-X. Deadpool es, para Colossus, una especie de familiar descarriado. (Otra vez la palabra con “F”)

Para Deadpool, por otro lado, los X-Men son unos “virgos” y unos “zurdos”. Y no solo Deadpool como personaje, sino como película, lo plantea así. Por ejemplo, en la escena de la Mansión-X, vemos un cuadro enorme de Marx mientras Wade le toca el culo a Colossus, a quien el villano Juggernaut cuando se enfrenten va a llamar “commie”, es decir, comunista.iii

Deadpool se burla constantemente de lo idealista, abiertos y “de izquierda” que resultan los X-Men y, pese a que intenta alinearse a ellos como trainee, en esa primera misión donde conoce a Russell, queda evidenciada su imposibilidad de ser uno de ellos. Porque no puede, porque no los toma en serio en realidad.

Y acá está la clave de la película: Si Deadpool funciona como una suerte de juglar en el particular escenario que propone el universo de los X-Men, en Deadpool 2 esto funciona mucho mejor que en la primera entrega, porque además de hacerse cargo del mundo el que habita, el personaje empieza a moverse con mayor soltura y gracia en la gramática interna de los mutantes de Marvel, su imaginario y sus temas principales: de evolución, de emancipación, de la construcción de un futuro mejor. Pero hay que tener en cuenta, también, que Deadpool esta es su gracia y su diferenciador siempre está atento a ironizar y resaltar todo aquello que “no cierre”, remarcando el absurdo.iv

4. Pasante. La escena en la que conocemos a Russell es importante por varias razones.

Por un lado, porque acá es donde realmente empieza la película. Todo lo de Vanessa es un setup y, salvo por los increíbles efectos gore que recuerdan a los de Logan (James Mangold, 2017) y las peleas perfectamente coreografiadas, el tono no termina de cerrar, sobre todo respecto a lo dramático, los chistes no terminan de cuajar y se sienten metidos con calzador, para que no nos olvidemos de que esto es Deadpool, “una comedia de superhéroes”. Esto, por suerte, se revierte a partir de esta escena.

El primer buen chiste, de hecho, se presenta cuando Deadpool le explica a un policía negro que los X-Men son una metáfora de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Y así comienza la escena, que es eso, la más cliché posible en el universo de los X-Men: El mutante joven, que no entiende sus poderes, que es un peligro para la sociedad-humanidad y que Magneto y Xavier buscarían seducir para sus respectivos “lados”. Los X-Men, en su aspecto más cuestionado, sobre todo por Magneto, son agentes del status quo. Después de todo, como la policía, buscan detener a Russell. Según su punto de vista, lo mejor que los mutantes pueden hacer es vivir en paz con los humanos. Magneto querría avivar el fuego (que sale de los puños de Russell) y llevar todo a una gran batalla campal entre humanos y mutantes.

Russell es un potencial estudiante de los X-Men y un potencial villano a la vez. Es un Gato de Schrödinger en el compás moral del universo-X; y es, también, un reflejo de la situación de Deadpool en dicho universo. ¿Dónde está parado Deadpool en todo esto? ¿Realmente pertenece?

A nivel argumental, Wade, que sufrió abuso por parte de su padre (mucho más no aclaran del asunto) se siente identificado casi de inmediato con Russell y, en uno de estos mensajes de Vanessa desde el Más Allá publicitario que mencionamos antesv, entiende que tiene que protegerlo.

Y para él proteger es actuar, como menciona Colossus, como “juez, jurado y verdugo”, por lo que le mete un balazo en la cabeza sin pensarlo dos veces a uno de los “pedófilos” del instituto. Y, por eso, va preso.vi

5. ¿Se ríe de o se ríe con? Hago un parate de la trama un segundo para hablar del aspecto más relevante y más complejo de analizar de la película: el humor. Porque, ante todo, más que una película de superhéroes o de acción, Deadpool es una comedia.

Es complejo de analizar este aspecto porque, convengamos, que explicar un chiste es matarlo. Y si encima lo atravesamos con el prisma de la semiótica o de un marco teórico particular, lo acribillamos. Pasa que el humor tiene capas, sobre todo en la ironía. La ironía es ambivalente, significa y no significa al mismo tiempo. Por ejemplo, en Para leer al Pato Donald, el chileno Dorfman y el belga Matellart concluyen que el Tío Rico funciona como una herramienta de dominación cultural, pero también se puede argumentar fácilmente que Carl Barks, su creador, buscaba precisamente, hacer una denuncia caricaturizada del mismo capitalismo y la devastación cultural y social que acarrea la explotación de los países del entonces llamado Tercer Mundo (hoy, “en vías de desarrollo”vii), es decir, lo mismo que señalaban Dorfman y Matellart en su libro. Capas y significados que se dan vuelta. Un lío.

Volviendo a Deadpool, también es curioso notar que no se trata de una parodia (spoof) como pueden ser, digamos, películas tipo Top Secret (Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, 1984) o Scary Movie (Keenen Ivory Wayans, 2000), en las que se jode con los tropos y lugares comunes de un género particular. Tampoco es una sátira sórdida como Nightcrawler (Dan Gilroy, 2014) o Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) . El estilo de Deadpool 2 se asemeja más a la tradición del vodevil como forma de espectáculo tradición que en el audiovisual tuvo exponentes como los Tres Chiflados, los Hermanos Marx y los Looney Tunes, sobre todo los de Tex Avery y Chuck Jones con humor, comedia física (con toques de gore en Deadpool), maravillas de la tecnología (los efectos especiales son excelentes) y un repertorio musical que va desde Céline Dion cantando un tema original para la película hasta el clímax épico con “Tomorrow” del edulcorado musical Annie que tanto inspiró a Cris Morena pasando por el dubstep, el ya mencionado acústico de Take On Me de A-ha y más cosas así. De hecho, con la incorporación de Cable, que toma el rol de straight guy, se logra generar una dinámica clásica de comedia entre él y Deadpool, que lo hace funcionar mucho mejor como personaje “alocado”, y enfatiza ese rol payasesco que tiene dentro del mundo de los X-Men.viii

Otra curiosidad es un aspecto que ya mencionamos, pero que en el contexto de lo que estamos hablando toma otra dimensión: Deadpool es parte del universo que también parodia y, como decíamos, en esta segunda parte, está aún más involucrado, por lo menos, desde las temáticas de diversidad y opresión.

Y acá es donde empiezan a surgir los ruidos y ambivalencias difíciles de descifrar porque ,de a momentos, se perciben mensajes encontrados.

Por ejemplo, a Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand) le dicen Justin Bieber por su aspecto (el corte de pelo, sobre todo, y su altura), pero se infiere también que por ser lesbiana. (¿Lo cual sería un chiste hacia Bieber?). A su novia, Yukio (Shiori Kutsuna) se la presenta como una fantasía nerd de cosplay, con la que la película ironiza a través de un chiste sutil y recurrente en el que Deadpool la saluda de forma “kawaii”, recibiendo una respuesta acorde. Deadpool también a la Bugs Bunny se hace chistosamente el gay, generalmente con Colossus, y baila y pelea con tacos, presentando un contraste entre roles femeninos y masculinos de manera humorística, no muy lejos de lo que se puede encontrar en Peligro: Sin Codificar.

Esos son algunos ejemplos claros de su costado más reaccionario pero, por otra parte, la estructura de la trama parece decir ya lo veremos que Deadpool se va dando cuenta de eso mismo (metadiscurso a la enésima potencia), y así como Cable cambia su forma de pensar, él se supone que también lo hará, por el bien de Russell y del futuro todo.

Pero volviendo a la postura de Deadpool como película, es decir, como enunciado parece interpelar al tipo que la sociedad marcó como “normal”, es decir, aquel que goza todos los privilegios, pero en un contexto particular: en uno que se observa a los negros, a los gays, a las mujeres, a los gordos, a todo lo que no fuera hombre, blanco, heterosexual ganando un espacio.

Entonces ¿Deadpool es el tipo que nunca se sintió excluido ajustandose al paradigma de la inclusión y la diversidad que conecta al mundo de los X-Men como alegoría con el nuestro como realidad?

¿Esa es la cuarta pared que se rompe en realidad, y el verdadero aspecto disruptivo de la película?

El humor muchas veces funciona como un despresurizador. ¿Es posible que una sociedad demasiado enfocada en “lo correcto” llevando a los que piensan del “modo antiguo” a una suerte de espiral de silencio pueda tener pequeñas explosiones reaccionarias para poder seguir avanzando en el paradigma que va de la tolerancia a la inclusión? ¿Es Deadpool el tipo en el foro de Internet tirando toda la mierda que no puede decir en persona porque lo cagan a trompadas por desubicado?

Lo planteo como pregunta, porque no hay que olvidar un detalle fundamental: que Deadpool también ES un mutante. Que también es y fue, lo vemos en su primera película, un oprimido, que se abusó de él. Entonces, siguiendo esta línea de pensamiento, ¿estaríamos ante el caso de aquél que repite el discurso “normalizador” sin ser realmente parte?

En ese sentido, ¿Deadpool sería como el tipo clase media baja tirando a pobre que defiende los intereses y valores neoliberales porque compró, digamos, la teoría del derrame?

6. May the X-Force be with you. En la cárcel especial para mutantes peligrosos, Russell y Deadpool llevan unos collares que inhiben sus poderes. Russell quiere aprovechar la estadía para pelear con todo el mundo y Deadpool quiere aprovechar para morir, ahora que puede.

Esa desidia de Deadpool frente al chico que debe salvar pero que ignora ahora es el hybris que luego tomará la forma de Juggernaut.

Pero antes hay un problema más inminente: Cable, que irrumpe a modo Terminator para matar a Russell. Piñas, explosiones y esas cosas terminan con Cable y Deadpool fuera de la cárcel y con Russell con un traslado a causa de la destrucción que hicieron los dos mutantes en cuestión. También hay un gag recurrente sobre apropiación cultural con un personaje llamado Black Tom Cassidy, pero lo importante es que Deadpool comprende que debe ayudar a Russell y que para eso necesita ayuda. También entiende que no es un X-Man, al menos, no todavía.

Siente que necesita hacer su propia “palabra con F”, formando así X-Force. Así selecciona todo un equipo, solo para generar un gag elaborado pero efectivo, que le demuestra que sus métodos no son el camino correcto. Una vez más, como con Vanessa (pero con un tono mucho más atinado), Deadpool pierde a todo X-Force apenas se lanzan del helicóptero. Salvo por Domino (Zazie Beetz), cuyo poder mutante es tener suerte.

Domino funciona por un par de razones. La primera es porque su poder se vuelve, de alguna manera, metafísico, dándole un marco más que interesante a toda la noción de poderes mutantes y la relación entre las nociones de futuro, suerte y destino en sí misma. La otra, porque una vez más la ambivalencia de si esto es en joda o no se trata de un personaje que es blanco es pálida con una mancha negra en el ojo en los comics, pero que en la película resulta ser negra con una mancha blanca. Si es un chiste o no es menos relevante que el propio juego de sentido que termina operando. Es una pena que en el clímax el personaje de Domino quede con poco para hacer más allá de una segunda muy buena escena de acción. Con las ramificaciones filosóficas que ofrece el personaje, sería interesante escucharla reflexionar sobre esos asuntos. Quizá en próximas entregas, ¿por qué no?

Cuestión que X-Force cuyo objetivo principal como equipo consistía en detener a Cable y rescatar a Russell termina eliminado en su primera misión; y Deadpool, que se declara como un fan de Juggernaut al verlo (de hecho, la voz y la captura de movimiento del personaje están realizadas por el propio Reynolds) termina partiéndolo con sus manos por la mitad como si fuera un pedazo de pan. El fanatismo de Deadpool por el villano podemos leerlo como un símbolo de su postura reaccionaria, y el hecho de que éste lo parta por la mitad, como un símbolo del desdoblamiento de valores que está empezando a sufrir el personaje.

Que Cable se presente a partir de ese momento como un aliado y no como un rival parece reforzar esta postura. Además de ofrecer un nuevo gag recurrente en el que Deadpool acusa a Cable de racista por haber matado involuntariamente a Black Tom.

7. Colossus vs Juggernaut. Y volvemos al instituto de rehabilitación de mutantes donde Russell piensa terminar su venganza y, en el fondo, volvemos a aquella escena central que decíamos antes. Solo que ahora lo acompaña Juggernaut.

Deadpool, Domino y Cable acuden para impedir que Russell se cobre a su primera víctima, pero Juggernaut es demasiado para ellos. Por suerte, se suman los X-Men Colossus, Negasonic Teenage Warhead y Yukio para ayudarlos.

Juggernaut es imponente, imparable y el símbolo opuesto a Colossus en término de valores, y por eso la batalla entre ellos representa la lucha interna del propio Deadpool. Colossus termina con un diente de menos y diciendo puteadas, y Deadpool termina un poco más X-Man que antes.

Ese toque de X-Man o X-People, corregiría irónicamente Deadpool es lo que hace que se sacrifique por Russell al ponerse el collar inhibidor e intercepte la bala que dispara Cable al ver considerar que ya no hay salvación para el chico.

Si confiamos en el clímax de la película, y en su progresión narrativa, podríamos concluir que Deadpool muere a su forma vieja de pensar, parecido a como muere Logan en su película, para dejar una enseñanza a la nueva generación. De confianza, de esperanza por el futuro. La canción de Annie no es solo un chiste, en ese caso, sino una expresión honesta de esperar el “Mañana con ilusión”. La hija de Cable, Hope, no morirá, su mujer tampoco, porque Russell no se deja dominar por sus victimarios. El ciclo de odio se rompe.

8. ¿Preguntas? Deadpool al fin puede irse con Vanessa. Parece que es el fin, pero no.

Cable viaja en el tiempo una vez más y evita que Deadpool muera, aún habiéndose sacrificado. Todos aprenden igualmente su lección y son felices.

Empiezan los créditos y viene la escena de post-créditos, quizá una de las mejores de todas las películas de superhéroes que se hicieron hasta el momento.

Porque, fiel al personaje y su estilo, medio que manda un poco todo al diablo. Desmitificando todo lo narrado hasta el momento y, a la vez, justificando por igual lo complicada e incongruente que se ha vuelto ¿o siempre ha sido? la línea temporal que plantean las películas de los X-Men que se han venido haciendo. Si encontrás una falla o un hueco entre una película y la otra, la respuesta es esta: Deadpool alteró el tiempo. Y chau.

Pero esa desfachatez también es lo que dificulta sacar una conclusión frente al sentido que termina de transmitir la historia. ¿Importa el sacrificio de Deadpool realmente o es solo una cliché de género más del cual burlarse? Lo que en Logan pudo ser una idea de eliminar lo viejo y dar lugar a lo nuevo ¿es realmente enfatizado en Deadpool?

Más allá de las intenciones de Reynolds, Fox, los guionistas o el director, ¿qué pide Deadpool 2 como artefacto de sentido?

¿Pide evolucionar?

¿O es tan solo una encarnación de ese costado cínico que podemos tener y que desconfía del discurso políticamente correcto?

¿O no es más que una suerte de troll de internet que ama el forobardo sin importar a quien le pegue mientras pegue?

¿Es la manifestación de un conservadurismo cool?

¿Es lo reaccionario reclamando un lugar perdido desde la victimización? ¿Lo políticamente correcto es opresivo? ¿Es una invitación del personaje a relativizar un poco, a poner en duda el precepto de que corrección política es equivalente a inclusión? ¿Y si aquella es más bien funcional al status quo que otra cosa?

Por otro lado, ¿se puede joder con todo? ¿Es lo mismo la burla desde el lugar del opresor que desde el del oprimido?

El humor, en su ambivalencia carnavalesca, no permite que esto quede del todo claro. Pero quizá ese sea su aspecto más positivo, que esta falta de claridad en su representatividad sea la fortaleza de la situación, y que no conduzca necesariamente a un oscurantismo retrógrada, como se podría temer en un principio, sino a generarnos todas estas preguntas y todas las que puedan surgir.

La contradicción y el cuestionamiento suelen ir de la mano, y el humor, con el goce y la farsa.

Con esto quiero decir que Deadpool, en su aspecto más positivo, y más salvaje, amplía el debate. Ilumina sobre una zona inexplorada en la propia serie de películas en las que se enmarca rompiendo un poco ese marco- mientras interpela a un espectador que, quizá, no estaba siendo considerado antes por la franquicia. (No hay que olvidar que las de Deadpool son las más taquilleras de la saga)

Y, en el mejor de los casos, se cuestiona e invita a cuestionar. Esto, después de todo, es lo que nos hace evolucionar como individuos y como sociedad.

A fin de cuentas, los X-Men tratan sobre eso, ¿no?. Sobre evolucionar.

Deadpool 2 (Estados Unidos, 2018). Dirección: David Leitch. Guion: Rhett Reese, Paul Wernick, Ryan Reynolds. Fotografía: Jonathan Sela. Edición: Craig Alpert, Michael McCusker, Elísabet Ronaldsdóttir, Dirk Westervelt. Elenco: Ryan Reynolds, Josh Brolin, Morena Baccarin. Duración: 119 minutos.

i Esto me gustaría tomarlo con pinzas porque no hay que olvidar que el humor es un motor importante en Deadpool, y cualquier intento de analizarlo desde un marco teórico demasiado cerrado podría hacernos perder una intención irónica o un mensaje que, en el fondo, opere por la inversión del significado que se esté interpretando.

ii En este sentido, la trama -su estructura- establece un paralelismo evidente con X-Men: Days of Future Past (Bryan Singer, 2014), en la que Wolverine (Hugh Jackman) viaja al pasado para evitar que Mystique (Jennifer Lawrence) mate a Bolivar Trask (Peter Dinklage) porque el futuro se vuelve un garrón a partir de eso; aunque en realidad, lo que estarían salvando es el alma de Mystique, equiparando el futuro de la humanidad-mutandad con el código ético y moral de un individuo particular. 

iii. Esto también puede referir al origen ruso del personaje, pero aún así, tomar el comunismo como un chiste en sí mismo habla de una postura reaccionaria desde el vamos. ¿Por qué sería gracioso, sino, el comunismo per sé? 

iv Aunque Wolverine tuvo un rol similar en las primeras dos películas de la saga, el personaje no resulta tan ambivalente como Deadpool. Deadpool, a diferencia de Wolverine, lleva a la franquicia a un lugar de incertidumbre y cuestionamiento que ni cuando se centraron en Magneto en X-Men: First Class (Matthew Vaughn, 2011), casi dándole la razón, habían logrado llevar.

v Las apariciones de Vanessa en el Más Allá son similares, también, a las de Jean Grey en los sueños de Logan en The Wolverine (James Mangold, 2013). Dada la obsesión que tiene Deadpool o incluso Ryan Reynolds con el personaje de Hugh Jackman, no resulta demasiado sorprendente el guiño.

vi La interpelación a todo aquel que piense un “a esos hay que matarlos a todos” en el caso que sea, no es menor y hay que tenerlo en cuenta sin dudas. La película no termina o no se atreve a ofrecer una postura clara en este aspecto, ya que si bien Russell “pone la otra mejilla” y decide no matar a su opresor-torturador, otro personaje Dopinder (Karan Soni), el taxista mata al villano pasándole con el taxi por encima. Aunque el recurso es, sin dudas, humorístico, el acto no deja de ser tan elocuente como ambivalente.

vii Nótese un ejemplo claro de los peligros o peligrosidadesde la corrección política en el plano simbólico. No olvidemos la importancia del aspecto simbólico en la construcción de la noción de “realidad”. En este punto, el discurso emancipador temática fundante de los X-Men, sobre todo en su versión cinematográfica no debe confundirse nunca con lo “políticamente correcto”.

viii Igualmente, este aggiornamiento cinematográfico del vodevil no es del todo un fenómeno aislado que empiece con Deadpool (Tim Miller, 2016), de hecho ya lo había planteado –y quizá le deba mucho a– Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014), en su caso con el template de las space operas.

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