Marcos Vieytes: Como Jurassic World es una película que reúne las peores características del mainstream digital y del universo Spielberg, sólo escribiría si alguien lo hiciera a favor con argumentos sólidos o atractivos.
Paula Vazquez Prieto: No me parece tan terrible. Dentro de los bodoques artificiales que propone hoy el mainstream, este asume toda su condición ya desde el mundo que elige. Lo peor es la parcial y acomodaticia interpretación que hace de directores como Hawks y Hitchcock, y en eso veo la mano de Spielberg. Los protagonistas son tan artificiales como los dinosaurios y eso la película no lo oculta, el villano de D’Onofrio es de cartón mal pintado. Creo que es falso que promueve la restauración de la familia y creo que asume impunemente que la vida contemporánea es una sucesión de estos paraísos controlados por el acuerdo entre la ciencia/tecnología y las fuerzas de seguridad (ya no hay militares sino una empresa privada de seguridad).
MV: La familia como valor sigue estando, aunque no fue una de las cosas que más me molestaron, sino otras más estructurales que tienen que ver con el poder corporativo y que la película expone a nivel narrativo, pero eso no deja de ser la exhibición prepotente del soporte material y económico de la propia producción y del mundo cinematográfico que Spielberg y Lucas han contribuido a crear desde Star Wars y que Spielberg ha recreado desde la primera Jurassic Park. Lo peor de todo es que la película exonera su mala conciencia con exposiciones discursivas como la del pibe que está en la sala de controles o con el recurso continuo de contrapesar una posición moral con otra. Sin embargo, y aquí está en buena medida el Mal, transforma alegremente el parque de diversiones -y con él a la película toda- en un escenario de guerra, ni siquiera de catástrofe (que es un desplazamiento apenas solapado de lo bélico). Todo bien si pudiéramos disfrutar de esto, pero es mala. Claro que te dejás llevar por las peleas de los bichos, pero no hay construcción de personajes e identificación profunda, cada intercambio de diálogo es sólo apto para pelotudos y tampoco se promueve una mirada subjetiva maravillada (como sí lo hacía la primera, John Williams al mango mediante) porque, como bien dice la película sin renegar de ello, el milagro se ha vuelto hábito.
La pinta de la protagonista, además, me recuerda la de Jessica Chastain en general y en Zero Dark Thirty en particular. En consonancia con mi valoración desfavorable de la película de Bigelow creo que habría algo así como un modelo femenino Chastain que a nivel individual representa o parece representar a una mujer resuelta, pero es una resolución o una voluntad puesta al servicio de la maquinaria de poder que domina y destruye al mundo, de la tecnocracia pura y dura. No creo que eso represente liberación femenina alguna porque termina contribuyendo a una lógica de la destrucción generalizada que nada tiene que ver con el matriarcado. Son hombres en cuerpos de mujeres y eso nos caía muy bien en Hawks, pero esto no es Hawks y Hawks no lo disfrazaba de feminismo porque no disfrazaba las motivaciones de sus personajes de causa alguna como no fuera la del individualismo, nada familiar por cierto (y aquí lo familiar sí que está dando vuelta). Lo que me parece más interesante del modelo de mujer Chastain es que pide a gritos la agresión sexual, pero nadie la atiende como se debe, quizás porque la corrección política del presente impide una escena como la de El cartero siempre llama dos veces (1981) o porque los hombres de las películas de ahora ya vieron la película de Rafelson y saben que lo que a alguna le puede parecer violación de esa escena encubre que ella es la dominante. El día que Chastain haga de dominatrix en vez de Mamá, funcionaria o ejecutiva, todo va a ser más claro y más sano en este mundo.
PVP: Es cierto lo que planteás respecto a la prepotencia de la maquinaria como rectora de este nuevo «mundo» salido de un laboratorio según las claves del militarismo bélico. Pero creo que eso que sobrevuela el mainstream actual aquí se expone de manera feroz, casi obscena, y eso lo hace más llamativo. La película se piensa abiertamente como una especie de producto fabricado a medida para el entretenimiento en el que todos pueden participar: logra un buen ritmo narrativo, sin demasiadas complicaciones morales, y es explosiva en la espectacularidad de las escenas. Pero en esa asunción de que la «maravilla» del cine se ha ido agotando (me refiero al cine en su capacidad de fascinación que estalla desde el 3D y otros trucos técnicos) las posibilidades de alzar el hándicap se tornan más difíciles. Entonces el mundo se convierte en esta especie de videojuego gigante donde todos quedan satisfechos, los que quieren alguna observación moral, los cinéfilos que se conforman con un pequeño guiño como el de Los pájaros, los que disfrutan las peleas de los bichos. No es nada diferente de lo que ya vimos pero no se disfraza. La colorada es el prototipo de la mujer actual, como la dinosauria mala: ambas anuladoras de la familia (el dinosaurio se come a su hermana y ella casi mata a los sobrinos), anormales y mecánicas casi desprovistas de sentimientos (ella no tiene vínculos reales solo responde a una cadena de mando, y la dinosauria instala el terror a través de la inteligencia y la astucia y funciona despóticamente cuando se le rebelan), y que deben volver a lo «natural» (el instinto para la bestia, la maternidad y la familia para la mujer). Pero si la mina se va «humanizando» a partir de que azota el peligro (se le rompe la ropa, se le desarma el peinado y está toda sudada) y al final parece que se integra a la idea de familia con clara conciencia de que es solo para la supervivencia (de la sociedad, de la especie, la película lo dice), la dinosauria prefiere la muerte. No hay otra opción para las mujeres, parece ser, se adaptan o mueren en su ley.
Creo que Chastain en la de Bigelow representa la locura del sistema encarnada en la apariencia de una mujer. No creo que sea feminista para nada porque en la mirada de Bigelow la mujer es hombre, con todo lo que eso significa no solo a nivel sexual sino simbólico.
MV: Coincido con la obscenidad pero no creo que aquí sea virtud. Vos decís que no se disfrazan y yo pienso que es porque ni siquiera necesitan hacerlo: la impunidad de estos artefactos, su relación con los súper poderes económicos es tal que no necesitan disimular y, sin embargo, lo hacen, porque esa falsa autocrítica a la que me referí era innecesaria. De no haber estado la película habría sido feroz, pero no, Spielberg siempre es culpógeno, y sabemos que esa gente es peor que la que es hija de puta lisa y llana porque son hijos de puta pero quieren hacernos creer que les pesa. La película me recuerda la propaganda donde Julián Weich te dice que compres un agua mineral que se llama Conciencia porque beneficia a las ONG, así que ahora incluso hay buenas razones morales -vale decir, imposiciones hedonistas del mercado- para que consumas agua. Como si las ONG fueran inocuas. Otra cosa que no le perdono a este mainstream: la destrucción incruenta que no construye nada y satisface un morbo sin riesgo físico ni -aparentemente- simbólico. Estoy de acuerdo en que son un producto audiovisual que demuestra de la manera más transparente posible la lógica de poder global. Los Wachowski también se apoyan en ella pero por lo menos les molesta y, sobre todo, hacen buenas películas. Porque yo no estoy de acuerdo con lo del buen ritmo narrativo. La película no para, claro, pero esa velocidad no construye nada, tendría que tener nociones complejas de tiempo como para pensar que ritma, musicalidad como Mad Max en todo caso, y no convencionalismos parlantes y personajes sin lógica física ni psíquica autónoma, sino serviles al cambio de plano. Porque los personajes no son tales, mucho menos cuerpos, sino signos facilitadores de empalmes que ya no son siquiera físicos sino conceptuales.
Ignacio Izaguirre: Está complicado. No sé si logro entender plenamente lo que decís, Marcos. No logro armar claramente tu idea. Me cuesta escuchar más que una despotricación generalizada. Es imposible pedirle a la película que no sea un tanque yanqui, que salte al vacío, que sea punk. Es casi equivalente a quejarse de falta de realismo. Es un salto que una película así nunca va a dar. Creo que es cierto que la película no termina de ser apasionante como aventura, por ese lado falla. Las peleas de los bichos son aburridas y no cambiaron nada en los 20 años que pasaron. El salto, la mordida y el sacudón de cabeza. En todos estos años no lograron que las bestias tengan peso, siguen corriendo en el aire, sin sentir el piso, ahí también falla o no agrega nada.
Pero no creo que sea una película apoyada en una falsa buena conciencia, no es Clooney ni Ben Aflleck. No hay un mensaje moral. El mensaje es un diálogo dentro del cine. El enfrentamiento termina siendo entre el monstruo de laboratorio de la nueva película y los dos monstruos de la película de los ’90 convertidos en leyendas respetables por el tiempo: el velocirraptor y el T-Rex (me gustó su aparición ex machina, si mal no recuerdo no se avisa de su existencia hasta que lo liberan para enfrentar al híbrido). Hay un plano donde estos dos aparecen a la izquierda y a la derecha de la pantalla, del mismo lado que nosotros, enfrentando al nuevo dinosaurio de diseño. La película se la pasa diciendo que paremos la pelota, que ya no se puede hacer más grande, que de todos modos siempre va a ser insuficiente. Esto de que el milagro ya es hábito. Creo que a diferencia de las películas de buena conciencia, esta no reivindica un orden humano posible, ni una institución que pueda sostenerlo. Si en Jurassic Park, Hammond creía en el control a través de la ciencia, el dueño del nuevo parque explícitamente descree del control: “La clave para ser feliz es aceptar que nunca se está verdaderamente en control” (The key to a happy life is to accept you are never actually in control), dice mientras hace de piloto de un helicóptero que apenas sabe manejar. En Jurassic World nadie tiene el control. Chris Pratt es un héroe de aventuras a la Indiana Jones, un tipo que respeta las fuerzas de la naturaleza, como un héroe del western clásico. Su motivación es épica, no es la institución familiar (como en Guerra Mundial Z). La mina no lo quiere para tener hijos y sentar cabeza, está caliente con él, lo animal en ella la empuja para ese lado, se lo quiere coger y él se la quiere coger a ella, no hay declaraciones románticas entre ellos. Creo que en este punto se parece a lo que dice Marcos: la mina está pidiendo que el macho se le tire encima toda la película. Incluso no hay arrepentimiento o condena por su mal comportamiento como madre sustituta, más bien al contrario, complicidad con los pibes. Lo mismo pasa con el más grande de los hermanos. Al pibe no le importan los dinosaurios porque está caliente con todas las minas que se cruza. En este punto, incluso, esquiva al amor romántico como eufemismo de calentura. Lo normal en un mainstream sería que esa calentura estuviera enfocada en una piba con la que el hermano mayor pudiera hacer también de héroe.
Otra gambeta es a la resolución del tema de la separación de los padres de los dos hermanos. El reencuentro del final después de la tragedia inminente se prestaba a la reunión explícita, pero no hay ningún comentario al respecto, ni un solo gesto entre los dos padres.
Es cierto que no hay construcción de personajes ni identificación profunda. No tiene la gracia de Indiana Jones.
Por último, no logro ver cuál es la ONG equivalente a la de Julian Weich.
MV: Claro que es una despotricación generalizada, detesto el mainstream digital porque el mainstream digital en general es la ONG. En realidad, no es una ONG, es el producto de empresas hechas y derechas que no necesitan disfrazarse de ONG para hacer negocios. La ONG a la que pertenece esta película es la del Gran Mainstream Digital Destructivo y se llama Ortopedia Nihilista Gráfica porque lo apocalíptico es su tema pero es un Apocalipsis que no duele, que no conmueve, la destrucción sustituta y virtual del mundo como sedante. Lo que me molesta de este mainstream digital en particular es que no me provocó una sola emoción ni el más mínimo goce (esto último sí me pasó con Mad Max). Es un mainstream-parque de diversiones, no una película. Prefiero ir a un parque de diversiones, no que me vendan el parque de diversiones por televisión. Si vos decís que las peleas entre bichos no funcionan bien, entonces ¿qué nos queda? Porque hablar de personajes en esta película me parece una exageración. Y si existen, no (me) interesan porque sólo están como vehículo básico de representación «humana» en cada escena-atracción. ¡Pues vayamos a las atracciones y listo! ¡Meta palo y a la bolsa! ¡Que se peleen los bichos inmateriales todo el tiempo y nada más! ¿Para qué hacen hablar a los actores, para qué les escriben diálogos, para qué ponen actores, si es que se le pueden llamar actores a esos robots (el único actor ahí es D’Onofrio)? El caso es que la familia se reúne (con o sin énfasis, y no me molestaría si la película me hubiera hecho interesarme por alguien, no estoy en contra de la familia), la pareja del ex-marine y la ex-ejecutiva (ídem paréntesis anterior, si hay gente en este mundo que se pueda encariñar con esas tipologías avisame donde están así les niego el saludo) se consolida, parece que hay muchos heridos pero ninguno duele, la destrucción generalizada del parque-empresa-nación (porque ellos dos yéndose entre los heridos huele a otros duelos y en la ficción están representados unos cuantos poderes: ciencia, ejército, empresario, creo que sólo falta un representante del Estado) ocurre para que el mensaje último sea «tenemos que sobrevivir», así, en general.
Tendría que repasar lo que escribí sobre la mala conciencia de la película, pero me da fiaca. Estoy casi seguro de que no es de la misma índole que las de Clooney, por ejemplo, pero estaba incorporada en más de un diálogo «compensatorio» que ahora no puedo precisar, tendría que verla de nuevo y no lo haría ni aunque me obligara Chastain disfrazada de Super Dominatrix. Hablo de líneas de diálogo que no están para expresar distintos puntos de vista de personajes sino para expresar todas las opiniones posibles. Si no es mala conciencia, es estrategia de venta pura y dura, tenemos de todo para todo. Ahora me acuerdo de cuando el protagonista le dice a D’Onofrio cerca del final algo en plan «para usar los velocirraptores vas a tener que pasar sobre mi cadáver» y dos planos después está comandando la expedición porque «comprendió» la inevitabilidad y el beneficio de hacerlo, cosa que era obvia para cualquiera dos planos antes pero no, había que recordar las buenas intenciones del héroe -más bien, las de la película, porque sostengo que no hay personajes- antes del acto cruento de claras connotaciones bélicas, para colmo. Estoy seguro de que no es el único ejemplo, de que es una microestrategia para tranquilizar al espectador, pero ahora sólo recuerdo ese.
Hay mainstreams digitales peores, eso sí. Es más, este tiene una especie de cualidad trucha que a la distancia me lo puede hacer simpático, como el reparto, una vez que se me pase la bronca de que nada esté a la altura de esa primera aparición en plano general de los dinosaurios en la primera Jurassic Park desde la subjetiva de Sam Neill. Allí había creencia, pero creencia en la posibilidad de usar el cine -su tecnología- para resucitar una realidad física pasada, o un hecho histórico, como en Titanic.
PVP: Siguiendo lo que planteaba Marcos, yo no creo que la obscenidad sea una virtud sino que justamente no veo la conciencia culposa. Es lo que es. Creo que se instala en esa montaña rusa que hoy quiere ser el mainstream de manera desembozada pero sin cinismo. Plantea brutalmente esa lógica de “edifico un mundo para destruirlo” propia del capitalismo y aquello que parece haber salido mal (la dinosauria mutante) en realidad sale mejor. Hoy todo es precuela, secuela, remake, spin-off, parodia, best-seller, y todos son ejemplos de una lógica del reciclaje: Jurassic World pone al desnudo que el mainstream tiene cada vez más conciencia de su estatuto descartable y que cada vez más está hecho de sobras y residuos. Por eso tal vez no haya hechos históricos sino que es necesario inventarlos: aquí no hay pasado real sino cinematográfico (la primera Jurassic Park) y el enfrentamiento es entre ese pasado donde efectivamente la ciencia tenía una raíz humana (las velocirraptoras tienen como macho Alfa a Pratt) y el presente donde la ciencia parece responder a una lógica inhumana. Que rescaten un auto viejo de la primera Jurassic Park o la remerita vintage que tiene el hipster de los controles significa escupirle al espectador que todos esos guiños –que aparecen “inteligentemente” en otras películas- son una pelotudez.
Los Wachoski hacen otra cosa: en principio tienen el mérito de crear un mundo propio, con todos los riesgos que ello implica. No le tienen miedo al ridículo ni a cuestionar un verosímil que hoy por hoy ya no sé en qué se apoya. Pero Jurassic World sí tiene noción del entretenimiento, que ya no es el del cine de aventura clásico, ni siquiera creo que el del Spielberg de las Indiana Jones: es el reino de la participación activa del espectador, todo se hace para él, él es la medida de todas las cosas. Por eso los personajes tienen esa transparencia y cualquiera puede sentirse parte y no quedar excluido. Sin embargo, no hay ilusión tranquilizadora sobre la reconquista del poder humano: la noción del caos es palpable. Ni en la continuidad de la familia más allá de la supervivencia de la especie, ni en la escalada tecnológica que ha escapado definitivamente de voluntades y ambiciones.
Como bien vos dijiste, esto no es Hawks, y si para él el hombre era también la medida de todas las cosas, sus héroes tenían virtudes y defectos que quedaban al descubierto cuando era su voluntad la que triunfaba o la que quedaba trunca por la de otros. Lo que sí aquí aparece es la condición destructiva de la mujer que no encaja: es Bryce Dallas Howard la que propicia la escapada de la dinosauria, es su asistenta la que pierde a los chicos, y es la la dinosauria la que hace mierda el parque.
MV: Yo creo que hay cinismo. No el original, el que rechazaba el culto de los convencionalismos y conveniencia sociales provocando a los ingenuos y delatando a los hipócritas, sino el oportunismo que especula siempre para conseguir algo, pero creo que es estructural, que está menos en personajes, argumento y situaciones –o más bien se vale de ellos- que en el formato mainstream digital, en este caso autoconciente. La búsqueda de sponsors al principio de la película, por ejemplo, es una muestra temprana de cinismo: te exhibo cómo sumo publicidad al parque-película en vez de simplemente hacerte gozar de la película sin pensar en eso, porque eso no es la reflexión contrita de un megaproducto cada vez más grandes y más vacío sino lisa y llana hijaputez exhibicionista. Si eso realmente les preocupa no hagan la película o hagan una película contra ello que no sea un mainstream, o hagan un mainstream disfrutable sin discurso moral paralelo (y si esto fuera punk seré punk, pero me parece que alcanza con ser crítico –o espectador inteligente y apasionado- para escribir contra ello). Si hubiera cinismo –en su forma original- el caos que presenta la película dolería física o simbólicamente, desordenaría el sistema de valores del espectador, y eso no pasa porque, además, esto no tiene espectadores sino consumidores.
II: Me quedó una sensación de algo que no lograba decir yo, pero estaba en la película. Releyendo creo que lo dije pero lo repito. Lo que está bien de la película es que no reivindica un orden. Es cierto que hay buena conciencia en «denunciar» la privatización de las fuerzas armadas, la pérdida del monopolio del uso legítimo de la fuerza por parte del Estado. Pero ayer fui a ver Bajo el mismo cielo (Aloha, la de Cameron Crowe) –es malísima- y se ve que los yanquis están con el temita porque también hay un privado armamentista. Quiere poner armas nucleares en un satélite o algo así. En este caso el ejército lo descubre y lo detiene. En Jurassic World no hay orden último humano. Incluso son los bichos los que resuelven el problema. En ese sentido, sumado a lo que dije de la falta de instituciones, la película tiene su lado bárbaro, lo que la hace rescatable en el marco del mainstream. Creo que en Spielberg, o desde la derecha en general, ese lado bárbaro es liberal, es una falta de creencia en el control humano que justifica la falta de control del Estado. Pero muchas veces esa ideología me parece más simpática que el progresismo puro que niega la animalidad humana.
Aquí puede leerse un texto de Pablo Trochon sobre la misma película.
Jurassic World (EUA/China, 2015), de Colin Trevorrow, c/Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Vincent D’Onofrio, Nick Robinson, Ty Simpkins, 124’.
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