Diez años después de su opera prima, Juana a los 12, Martín Shanly (35) estrena su segunda película: Arturo a los 30. Matemáticas de lado, este segundo trabajo del director se presenta como una comedia y, para quienes ya habían visto su debut, aunque no se trate de una saga se pueden establecer conexiones entre ambas películas que refuerzan la teoría de un mismo universo en el que no sólo juegan las risas.

Interpretado también por Martín Shanly, Arturo es un joven de clase media acomodada visiblemente incómodo con los cánones sociales de su entorno. Esta es una primera apreciación que el espectador puede inferir en el inicio de la historia, cuando lo vemos fumando unas últimas secas de porro antes de entrar a una iglesia para el casamiento de su mejor amiga. Y es ahí mismo dónde, pausa de por medio, cabe un análisis: ¿El espectador se pone en los zapatos de ese pibe, que parece cargar una mochila de cemento, o se acomoda en el entorno, en los bancos de esa iglesia repleta de familiares y amigos que sí logran surfear la ola? Es una sutil diferencia, algo así como “reírse de alguien” o “reírse con alguien”. Sutil pero diferente, quizás no tan sutil, a decir verdad.

Lo que a unos puede causarles risa, a otros puede servirles como motivo de demanda, de denuncia. Algunos podrán decir que descubrimos a Arturo intentando madurar, y otros que el personaje apuntala una crítica social mientras vamos conociendo escenarios de su vida cotidiana, marcados por el patetismo, la violencia, la sumisión y la tristeza. Para este texto funciona así: Arturo, con tosca hidalguía, con torpeza y el corazón atorado en la garganta, le pone color a los ojos del espectador, quien se convierte en su cómplice y al mismo tiempo es incomodado en cada escena. No somos cómplices del resto del elenco que deja de lado a Arturo; acompañamos a quien, de tan rendido, se permite (por momentos) reírse de sí mismo.

Más allá de las sonrisas o extrañas sensaciones que van disparando los gags —con elementos disimulados inteligentemente por el director, que conoce los tiempos que corren—, la película describe a los personajes secundarios a partir de aquellas características que incomodan al protagonista. Arquetipos físicos y etarios son las primeras señales que ratifican la comedia, aunque el espectador siempre dude entre reírse o “ubicarse”. Es un gran acierto cruzar los elementos de la comedia con otros que anticipan una tragedia inminente, mezcla en la que el espectador invierte tiempo para dilucidar y mientras tanto se acomodan las marcas estéticas y técnicas que, a simple vista y sin tapujos, esquivan el facilismo de una superproducción hollywoodense.

La narración de Arturo a los 30 se sirve de una voz en off que nos ubica en tiempo y espacio, y que simula la lectura de un diario íntimo. El recurso ayuda también para entender los saltos temporales. Entre ese pasado que se va evocando y el presente de la acción que se nos muestra residen detalles que el espectador irá descubriendo para entender hacia donde se dirige la historia. El recorrido propone transitar esa duda de reírnos o sufrir, evocar la angustia con que habrá sido escrito ese diario íntimo, o exorcizar los peores años con la sensatez de una lectura posterior, reflexiva y con aquellas penurias en teoría resueltas.

Hay una evolución muy notoria en esta segunda película de Shanly. Sin ánimo de desmerecer su debut, Juana a los 12 es una buena opera prima, pero apenas un ensayo para Arturo a los 30. Ambas películas comparten el universo íntimo ubicado en la zona norte de Buenos Aires y algunos actores del elenco -Camila Dougall, por ejemplo, la mejor amiga de Arturo que se está casando y canta grotescamente desde el altar-, gesto que confirma que las dos son planetas de la misma galaxia. Además, sendos protagonistas no atraviesan el mejor de sus momentos personales y, aunque Rosario Shanly -hermana del director- hizo un gran trabajo interpretando a la niña de Juana a los 12, Martín Shanly redobla la apuesta y supera la vara alta de dirigir y actuar.

Arturo a los 30 es un paso hacia adelante en el cine de Shanly, principalmente porque las acciones de este segundo trabajo conducen a un mejor final. Más allá de los momentos más divertidos de la película, el escenario es la fiesta de casamiento, donde se revelan las incógnitas argumentales necesarias para conocer y entender al protagonista. Reunidos sus vínculos, sus miedos y frustraciones, se consuma la inevitable caída y se ilumina el camino hacia la redención. A la espera de «Fulano a los cuarenta y pico», deseamos pensar en esta película como un segundo ensayo para un cine que viene cumpliendo, pero sobre todo promete e ilusiona.

Arturo a los 30 (Argentina, 2023). Dirección: Martín Shanly. Guion: Martín Shanly, Ana Godoy, Federico Lastra, Victoria Marotta. Fotografía: Federico Lastra. Dirección de Arte: Clara Miani. Edición: Ana Godoy. Sonido: Nahuel Palenque, Virginia Scaro. Música: Manque La Banca, Maximiliano Mammarella. Elenco: Martín Shanly, Julia Ezcurra, Camila Dougall, Ivo Colonna, Paula Grinzpan, Marta Alchurron. Duración: 90 minutos.

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