Texto leído el sábado 29 de marzo durante la presentación del libro Hacerse la crítica: Pampa bárbara en la sala de proyecciones del ENERC.
I. Parece que fue Dean Martin el que dijo que “este es el mundo de Frank Sinatra, el resto sólo vivimos en él”. De la misma forma podemos decir que este es el libro de Marcos Vieytes, el resto sólo escribimos en él.
Por eso, para pensar cuál es la idea de cine y de crítica que transforma a esta colección de notas en un libro me pareció que no quedaba otra que hablar de Marcos.
Hace algunos años él fue profesor de algunos de los que estamos acá. En la primera clase puso una escena de una película de Kiyoshi Kurosawa. Iban dos personas caminando por la calle de noche, solas; Marcos dijo que ahí había algo muy importante y que el que lo descubría tenía aprobada la materia. Nadie adivinó. Según él, un reflejo de un farol de la calle era claramente una medusa agregada digitalmente por Kurosawa, no me acuerdo ahora para qué. Después de eso estuvo un año entero viendo medusas ocultas en todas las películas japonesas.
Hasta que vio en otra de Kurosawa (License to Live) una cita a John Wayne. A partir de ahí empezó a decir que todas las películas eran westerns. Al principio, Un oso rojo (Israel Adrián Caetano) era un western, cosa que ya dijo todo el mundo. Después, que Vikingo (José Celestino Campusano) era un western, que tiene sentido, las motos pueden ser caballos, cosas así. Pero, al tiempo, Vil Romance de Campusano también era un western y Francia de Caetano era un western, La vida de Juno era un western y Mujer bonita era un western.
Hasta se inventó una cita, algo así como que “es muy difícil hacer una película y que no te salga un western”. El dice que la cita es de Melville, el director de cine Melville, pero nunca nadie la encontró en ningún lado, así que creemos que se la inventó para justificarse.
Un día, cuando casi nos había convencido de que todo era western, empezó con que el western era una mierda y que, en realidad, todo era melodrama. Al tiempo se le pasó lo de que el western era una mierda y llegó a la conclusión de que el western es melodrama para hombres, lo que me parece una genialidad.
II. Esta es una operación que se puede encontrar en Marcos: partir de una certeza que no se cuestiona (por ejemplo, “todo es western”) que parece (que no sólo parece, que es) un capricho o un delirio, y usar ese delirio para meterse de cabeza, con el pensamiento lanzado a través de la escritura, en la película que este analizando.
Ahí empieza a aparecer la idea de crítica y de cine que defendemos, y es una idea que tiene que ver con lo verdadero, en el sentido de lo autentico, y con implicarse en lo que uno escribe.
Hay una cita de Borges que me gusta mucho para explicar esto: “Toda ficción es una impostura; lo que importa es sentir que ha sido soñada sinceramente.”
Lo auténtico, lo íntimamente verdadero, no es una coincidencia con una realidad última, esencial o platónica. No tiene que ver con buscar explicaciones o razones, porque siempre va a surgir otra pregunta. Las explicaciones llegan hasta un punto. En un momento hay que dejar de hacerse preguntas e inventarse una ficción en la que creer sinceramente, y en la que implicarse personalmente, y usar esa ficción para meterse en la realidad. Esa operación es una forma de encontrarle una vuelta más al pensamiento y sobre todo de seguir produciendo.
Otra cita que me gusta es de Maradona. Como todos sabemos, Maradona ya era un semidios para gran parte del mundo y agarró la dirección técnica de la selección. Se jugó su prestigio y su nombre, se metió otra vez en el juego. En una conferencia de prensa del mundial le dijeron que Pelé había dicho algo de él, no me acuerdo qué. Su respuesta fue, “Que Pelé vuelva al museo”.
Y esta es la otra idea que defendemos. La del que produce metiéndose de lleno en el torrente de la vida. En la palabra “torrente” aparece esa metáfora habitual de la vida como un río que es perfecta para esto. No la vida individual, sino la vida en general, el caudal de toda la vida.
El río parece tener un recorrido, una personalidad, parece tomar caminos. Pero en realidad es agua cayendo a través de la materia por donde la lleve la gravedad. O sea, es una enorme casualidad, pero una casualidad con millones y millones de causas y efectos imposibles de rastrear a cada segundo. Lo increíble es que a esa casualidad podamos darle un sentido aunque ese sentido sea una ficción, como decía la cita de Borges. Esa riqueza es inimitable y hay que agradecerla con humildad.
Entonces, lo que defendemos es a los que se meten en ese río sabiendo que no lo van a poder conducir ni van a poder descubrir las causas y efectos que lo mueven. Lo que no defendemos es a los que se ponen por afuera del río y quieren describirlo o decirle a los demás cómo tienen que meterse o, mucho peor, los que creen que pueden conducirlo. En definitiva, los que creen que ellos son más interesantes o mejores que la vida. Los que se maravillan más con ellos mismos que con el mundo.
Marcos usa muchas veces la palabra “fisiológico” en sus descripciones. En lo fisiológico está el cuerpo, lo concreto, lo material con todas las imperfecciones. Pero está también algo del alma, el movimiento, lo blando, el cambio, lo vivo. Y están las dos cosas juntas indiferenciadas.
Me gustaría que puedan decir de este libro que es un libro de crítica fisiológica.
Fotos: Gabriela Gargiulo e Ignacio Marcheggiano
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Marcos usa muchas veces la palabra “fisiológico” en sus descripciones. En lo fisiológico está el cuerpo, lo concreto, lo material con todas las imperfecciones. Pero está también algo del alma, el movimiento, lo blando, el cambio, lo vivo. Y están las dos cosas juntas indiferenciadas.
Me gustaría que puedan decir de este libro que es un libro de crítica fisiológica.
QUE LO PARIÓ
Gracias Roberto! Bah, es para gracias, no?