1. El cerdo, ese animal impuro para Yahve y Alá. El cerdo, ese animal que no suda y por eso necesita refrescar su cuerpo en el barro, entre sus propias heces. El cerdo, ese animal sucio, que trae la triquinosis. El cerdo, ese animal que chilla como un niño cuando se lo está por sacrificar clavándole un cuchillo en su cuello hasta que se desangra, hasta que apaga esa agonía, ese chillido tan humano como inocente. El cerdo, ese de la carne prohibida y deseada para todos aquellos que no sean judíos o musulmanes ortodoxos, practicantes -al menos- de las liturgias religiosas con sus mandatos, prohibiciones y formas de control. El cerdo, un cerdo, una chancha más bien, que busca trufas en lo perdido de un bosque en el estado de Oregon y su dueño, Rob (gran Nicolas Cage), un ermitaño a la fuerza, un tipo endemoniado desde la primera mirada que los planos de Sarnoski ofrecen y que, sin embargo, parece tener un atisbo de paz, de redención, cuando mete las manos en la harina para preparar -entre su soledad más solitaria cabiendo en una cabaña derruida en medio de la nada- una masa, una tarta como bien lo explicita el subtítulo del primer capítulo de la película.

2. Pig, cerdo, chancho, Chancha, sería la traducción -si es necesaria una- del nombre de la película debut de Michael Sarnoski y la historia es tan simple como intrigante: a un tipo endemoniado, en el medio de la nada, le roban misteriosa y violentamente su chancha, su compañera, y sale de la barbarie más profunda hacia la civilización más sofisticada de la ciudad de Portland a buscarla a como dé lugar.

3. Rob es un cerdo en sí: sucio, demacrado, maloliente, curado en su propio barro para que no le broten las heridas de la vida que tiene, que carga, que intentó contener y silenciar en el bosque en que vive, en el que vivía con su cerda hasta que se la robaron. Rob es un cerdo desalineado, fétido, que no tiene deseos de limpiarse, de purificarse. Sólo quiere encontrar a su chancha. Sólo quiere volver a su soledad inducida. Sólo quiere volver a huir del mundo donde fue un exitoso chef con una reputación extraordinaria, de leyenda.

4. Seleccionar los productos, comprar los productos, prepararlos, olerlos, cortarlos, adobarlos, mezclarlos, sellarlos, probarlos, cocinarlos, presentarlos, maridarlos, servirlos. Hacer que alguien más disfrute la comida de uno. Hacer que alguien más se sienta especial, al menos, en lo que dura la velada en un restaurante de lujo donde se corta lo ordinario de la rutina y que deja memorias de felicidad inolvidables. Rob se dedicaba a eso, a crear momentos especiales con su talento y, aparentemente, nadie era mejor que él haciéndolo. Rob vuelve a la ciudad donde es un mito y demuestra que su mito es tan real como sus manos tomando un pan, una copa de vino para degustar.

5. Hay escenas en Pig que amagan alumbrar una especie de John Wick; hay escenas en Pig que encuadran el sueño erótico de los participantes de Master Chef ante un Martitegui, por ejemplo; hay escenas en Pig donde el sol amenaza con salir y nunca sale; hay escenas en Pig donde el gris del cielo se vuelve lluvia; hay escenas en Pig donde el rostro sangrante de Rob lo es todo y no se necesita más para llenar de cine un plano; hay escenas en Pig donde la ternura es tan mínima como necesaria; hay escenas en Pig donde redimirse, simplemente, pasa por una cuestión de saber servir… y, sobre todo, de saber amar.

6. Pig es una historia de amor. De amores. Y los amores suscitan encuentros y desencuentros que entrecruzan un centro de todo lo que es la pasión. Sin encontrarse y/o desencontrarse es imposible saber lo que es apasionarse. En Pig, la chancha es ese centro y todo lo que lleva a su encuentro o desencuentro es parte de una misma historia de amor; es parte de una misma pasión absolutamente elegíaca.

7. Elegía: según el diccionario: “Composición poética del género lírico en la que se lamenta la muerte de una persona u otra desgracia y que no tiene una forma métrica fija.” Pues Pig de Sarnoski es esto: una elegía moderna, prometedora, original, ni brillante ni gomosa, más bien sutil, que acumula detalles, momentos, postales… Pig es una sucesión de postales elegíacas en un mundo donde el ser se muta en un estar siendo y donde ese estar siendo es una cuestión de presencia más que de roles sociales; de saber estar más que de poder mantenerse.

8. La memoria es, en Pig, la médula de su elegía… Lo que recuerdan los personajes y no pueden olvidar, lo que no saben olvidar, lo que no quieren olvidar es la fragua que alimenta esos dos días que pasa Rob en la ciudad buscando a su chancha; es lo que alimenta una serie de personajes mínimos pero cargados de un rico sabor psicológico que se degustan en sus propias vulnerabilidades. Pues Pig es una elegía llena de vulnerabilidades muy, pero muy humanas.

9. Pig también es una película de texturas. El rostro de Rob con sus heridas, suturas, tajos, moretones, inflamaciones, sangre chorreada, sangre seca es el grabado grosero de esas capas de emoción que, no obstante, se las arreglan para ser sutiles en su medida. Y este es el gran mérito de Sarnoski: lograr sutilezas mechadas en medio de lo grotesco. Por eso su película no es ridícula ni paródica, es ligeramente poética, indie, pero, por sobre todo, es necesaria.

10. Pig no es una gran película y tampoco debería serlo. Pig es una película discreta pero que no se olvida, por el contrario, pica, queda picando, indagando en eso cervical que tenemos y que es nuestra identidad: quiénes somos o, lo que es mejor, quiénes creemos que somos. Rob sabe muy bien quién es y quién fue y por qué quiere a su chancha de vuelta. Rob sabe muy bien qué olvidó y qué no. Rob sabe muy bien que la vida entre el servir y el amar es tan fugaz como verdadera. Rob sabe de verdades. Y nosotros, en la película, quizás comulguemos con ellas… quizás no, pero ese ya es problema nuestro, no del gran Rob.

Pig (Estados Unidos, 2021). Dirección: Michael Sarnoski. Guion: Michael Sarnoski, Vanessa Blaock. Fotografía: Patrick Scola. Montaje: Brett W. Bachman. Elenco: Nicolas Cage, Alex Wolff, Cassandra Violet, Julia Bray, Elijah Ungvary. Duración: 92 minutos.

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