¿Cuáles son las tragedias de la contemporaneidad? ¿Qué significa la tragedia para un país periférico y sudamericano, después de haber atravesado un período de feroz neoliberalismo, de sobrevivir a una pandemia, de vivir una crisis económica y estar nuevamente bajo las exigencias de una deuda externa? Y todo eso sin agregar el contexto de guerra y de crisis mundial, distopía cuyos efectos se acentúan aún más en estas latitudes. Pequeña Pamela, la última obra de Mariana Chaud, se hace eco de ese clima de época y se apropia de formas de la tragedia clásica y las trae a nuestros tiempos de redes, emojis y ansiedad, en una propuesta contemporánea que amalgama un pastiche entre lo alto y la bajo, la cultura popular y la cultura de masas.
En La poética, Aristóteles dice que la tragedia imita la acción de los hombres y estos pueden ser de carácter bajo o elevado. En la tragedia el héroe es quien sobresale por su virtud o areté. Sin embargo, en Pequeña Pamela no hay héroes, ni heroínas, sino víctimas. Quien debería encarnar al héroe, Ayax (Santiago Gobernori), es el capanga de una bandita de rateros compuesta por el Sirena (Julián Larquier Tellarini) y Arjona (Marcos Ferrante). Puñado de marginales que sobrevive con pequeños hurtos, alcohol y drogas al borde del “mundo civilizado”, bajo las alcantarillas, donde solo llegan los restos de la sociedad capitalista.
Si en Ayax, la tragedia de Sófocles, el héroe se caracteriza por su furia, aquí aparece esta pasión pero matizada por su obsesión por Helena de Troya. El argumento de la obra puede reducirse a una fórmula bien simple: Pamela (Camila Peralta) ama a Ayax, pero Ayax ama a Helena, mientras que Arjona (Marcos Ferrante) pretende a Pamela. En este triángulo de amores no correspondidos se desarrolla el argumento, enmarcado por la Ciclopesa (Iride Mocket) quien da inicio a la narración. A este personaje de la Odisea se le suma el coro y el corifeo (Rosalba Menna) propios de la tragedia.
De cuerpos. “Llevo en mi carne el peso de la narración” declara la Ciclopesa mientras se ordeña las tetas. Y esta declaración se puede extender a los cuerpos entendidos como carne. Además, la narración acción se imprime sobre las cuerpas de las mujeres a través de la violencia. “La abundancia” del cuerpo de la Ciclopesa contrasta con el pequeño cuerpo de Pamela, en topless bajo el chorro de agua del desagüe, especie de ninfa renacentista con una corona de algas y short deportivo. Contrapunto entre los clásico y lo contemporáneo que se hace eco de la obra del artista plástico Nahuel Vecino en cuya estética se inspiró Chaud. Al igual que los personajes de la pintura de Vecino, los personajes de Chaud son híbridos: la Cicoplesa cumbiera con su keytar, Ayax con pica y camiseta de la selección argentina, el coro con sus medias punk y su casco grecoromano.
Aparte de de estos cuerpos, siempre fuera de campo aunque omnipresente está el cuerpo de Helena, objeto de deseo de Ayax, cuerpo fragmentado y fetichizado en su belleza: «me gusta su pelo, sus tetas, su olor», dice Ayax. Las cuerpas de las mujeres Pamela- Helena están al servicio del deseo, el placer y consumo masculino. Ahora, la cuerpa que viene a cuestionar este universo donde la masculinidad hegemónica de Ayax domina es el tío de Ayax (Lalo Rotavería), personaje que más que de la tragedia viene de la comedia en todo su desparpajo carnavalesco. Asciende de los infiernos y su cuerpo travestido es un dedo en la llaga en ese universo machista. Trae los mitos gays y del under de los 80’ y 90’, el reviente de la noche porteña, la época de Ave Porcos y Dorados.
Los hombres hace la guerra y juegan al fútbol. La acción se desarrolla entre la desesperación de Ayax por interpretar los mensajes de Helena y los robos de objetos por parte de sus secuaces para impresionarla. Pamela lo ayuda en la tarea hermenéutica de mensajes y de emojis; a cambio, recibe indiferencia. Si en la tragedia el héroe pasa de la dicha a la desdicha, para Pamela hay solo desdicha y a partir de la peripecia o cambio de fortuna aún más desdicha. Desde ese momento, el tono hilarante da paso a uno más dramático aunque no se abandonan los gags y el efectismo humorístico que se apoyan en los guiños con el presente: “Helena estuvo con el secretario de Ottavis, con Katopodis y las hermanas Xipolitakis” le confiesa el coro a Ayax.
Bien conocidos son los finales de las tragedias con la escena del sufrimiento del héroe. También se sabe que su finalidad última es inspirar sentimientos de temor y compasión a modo aleccionador o didáctico para el público. Pequeña Pamela no escapa a estos dos aspectos. En un mundo que ha perdido a sus héroes y a la virtud, quedan las víctimas del sistema, los que sobreviven bajo tierra. Víctimas que también son los que perpetúan las violencias.
Pequeña Pamela (Argentina, 2022). Dirección: Mariana Chaud. Colaboración artística: Nahuel Vecino. Coreografía: Luciana Acuña. Diseño de sonido y música: Lucas Martí. Diseño de iluminación: Matías Sendón. Diseño de vestuario y máscaras: Gabriela A. Fernández. Diseño de escenografía: Matías Sendón y Ariel Vaccaro. Elenco: Marcos Ferrante, Santiago Gobernori, Julián Larquier Tellarini, Rosalba Menna, Iride Mockert, Camila Peralta, Lalo Rotavería. Teatro Sarmiento, jueves a domingos 20 hs.
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