Hay personas que vuelven de sus vacaciones en Cuba y te cuentan que es un país hermoso, donde todos tienen su comida, su hogar y acceso a una salud y educación de gran prestigio mundial. Otros vuelven maravillados por su belleza natural y su playas paradisíacas, pero “angustiados” por la pobreza infernal que se ve en cada rincón.
Aunque se trata de cine, del punto de vista subjetivo de quien elije poner la cámara donde se le canta, La red avispa, la película dirigida por el francés Olivier Assayas, intenta desde el vamos una objetividad de datos duros que pocos le van a reconocer. Esta crítica sí, aunque sepamos que la objetividad es una utopía, algo imposible.
Protagonizada por Penélope Cruz y Édgar Ramírez, que se destacan en un elenco hispano y coral muy equilibrado, la historia hace foco en los principales acontecimientos bélicos y de espionaje que definieron la relación entre Estados Unidos y Cuba durante los años noventa. La historia es la de los espías cubanos infiltrados en las líneas anticastristas de La Florida. Entre los hechos históricos más importantes, la película recrea el derribo por parte de la aviación militar cubana de los dos aviones Cessna de la asociación cubana-estadounidense “Hermanos al rescate”, ocurrido en 1996; y recrea también los atentados a los hoteles cubanos de 1997, perpetrados por anticastristas bajo la vista gorda de Estados Unidos. Ambos sucesos dejaron víctimas fatales.
La red avispa, como no podía ser de otro modo, generó antipatía en gran cantidad de medios, los mismos que ante películas norteamericanas que legitiman su imperialismo sangriento en todo el planeta no han tenido la misma rigurosidad analítica. Para ejemplificar, el «gran diario argentino» la catalogó de “Merengue confuso”, pero sin irnos lejos, al desastre de Triple Frontera (2019), la puntúan como buena y la titulan “El botín de los valientes”. Para los que no la vieron, se trata de una película donde un grupo de mercenarios yanquis asesina a todo aquel que se le cruza, y sólo para robar dólares en Sudamérica que, por supuesto, pertenece íntegra a un cartel de drogas. Volviendo, La red avispa no es una película confusa, ni siquiera pretende alargar la historia: se centra en un período acotado, bien delimitado, le pone nombre y apellido reales a sus personajes, y no le suma ni una bala de más, ni le quita una de menos. Pero al imperio cultural yanqui y sus colonizados, al de miles de películas sobre soldados norteamericanos buenos que defienden con sangre ajena la libertad, la simple mención de la palabra «Cuba» los aterroriza y los pone en guerra.
En esta película hay dos mundos, dos grandes escenarios: La Habana y Miami. Y Assayas elige mostrarlos de modo similar, pero con diferencias que podrían abrir un debate interminable, subjetivo al extremo. Tenemos un plano panorámico de cada ciudad. A La Habana la vemos de día, sobrevolando techos descoloridos, antiguos, mientras suena un guitarrón calmo que para unos podrá ser placentero, y para otros triste o angustiante. Miami, en la otra orilla, la observamos de noche, con mil luces y vertiginosos redobles de tambor. En La Habana los personajes tienen poca comida o viajan colgados del bondi; en Miami bailan, están de fiesta y toman birra en cada escena.
Entre los espías cubanos infiltrados en las líneas anticastristas de La Florida, la historia se concentra en René González, aviador cubano y espía, y es tan clara como real. Aunque el abordaje de varios personajes a la vez distraiga un poco y dificulte el entendimiento o las relaciones entre sí, la película aprueba sin encantar. Si hay cuestiones que achacarle, no giran en torno a lo narrativo; la película no es confusa. Quizá el inconveniente sea lo que implica, meter bocado en un discurso dominante. Assayas lo hace como pidiendo permiso, sin tensión, casi de forma liviana, con los pantalones bajos. Pero vale destacar su inclusión en el circuito comercial, en plataformas como Netflix, donde la batalla cultural es tan desproporcionada.
La red avispa (Wasp Network, Francia/España/Brasil/Bélgica, 2019). Dirección: Olivier Assayas. Guion: Olivier Assayas, Fernando Morais. Fotografía: Yorick Le Saux, Denis Lenoir. Montaje: Simon Jacquet. Elenco: Edgard Ramírez, Penélope Cruz, Gael García Bernal, Ana de Armas, Wagner Moura, Leonardo Sbaraglia. Duración: 127 minutos. Disponible en Netflix.
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