manual-de-supervivencia-werner-herzog-el-cuenco-de-plata-16004-MLA20112408368_062014-OEn la lucha por la vida, las especies que sobreviven no son siempre las más fuertes, sino las que mejor se adaptan al medio. Luego, existe el error de pensar que es posible enfrentar al mundo con el único recurso de nuestro conocimiento anquilosado, cosa que no es posible. Para poder enfrentar al mundo es necesario crecer. Para poder crecer, hace falta correrse de la zona de confort de nuestras convicciones y creencias. Acaso los más astutos de los hombres sobrevivirán y los más astutos de los hombres serán los que aprendan a reiventarse y para reiventarse hace falta leer mucho, pero también descreer de las palabras.

Manual de supervivencia es un libro fundamental porque cumple su promesa. Es decir, termina convirtiéndose en un auténtico manual de supervivencia, pese a ser un libro de entrevistas con Werner Herzog, director de cine. ¿Y cómo es posible que una entrevista a un director de cine consiga trascender unos presupuestos tan ajustados? De la misma manera en que el propio cine de Werner Herzog consigue correrse de los mismos presupuestos.

Los mejores documentales son los que consiguen deslumbrarnos pese a girar en torno a un eje cuyo tema desconocemos. De hecho, si conocemos con exactitud el tema que abordan, la satisfacción de descubrir algo nuevo queda relegada. Otro tanto sucede con los ensayos o con los libros de entrevistas, diarios, cartas. Ese subgénero multiforme de las biografías. Existe el error de pensar que sólo pueden disfrutarlos quienes conocen la obra de los personajes involucrados. En realidad, es al revés. Los mejores textos biográficos son aquellos que funcionan con independencia del grado de compromiso del lector con la obra del personaje retratado.

Dicho lo cual, poco importa que seamos entendidos en la obra de Werner Herzog o neófitos absolutos. La lectura de Manual de supervivencia resulta igualmente deslumbrante, porque se transforma en un paseo por la mente del director, por un modo de pensar y entender el mundo que se corre de todo lo esperable. Hace falta repetirlo una vez más: lo diferente no es interesante como una anomalía o una curiosidad al margen. Al entrar en diálogo con lo normal, lo resignifica y transforma. Además, la de Herzog es la mente de un director de cine atípico.

Manual de supervivencia no es una antología o una selección de entrevistas. Todo indicaría que es la transcripción de una única entrevista que mantuvo el director con Hervé Aubron y Emmanuel Burdeau. Por lo tanto, tiene el ritmo y el pulso de una conversación, antes que el de una entrevista. No obstante, sus interlocutores son precisos y atentos y demuestran conocer perfectamente la obra del director y realizar las preguntas con  inteligencia. Aunque la materia prima de la conversación es siempre el cine y su trayectoria profesional, la naturaleza de las respuestas se corre constantemente de los límites, en una involuntaria pero certera manifestación de principios.

No obstante, Werner Herzog está lejos de hacer dogmas. O, mejor aún, su dogma parece descubrir una contradicción que está en la base y esencia de su cine, pero también de su ser.

Si hay algo que se pone en evidencia apenas uno comienza a leer el libro, es que Werner Herzog no tiene ensayadas las respuestas y, por eso mismo, resulta genuino, incluso en sus contradicciones. El retrato, la imagen final varía inevitablemente con cada lector, ya que será él quien finalmente complete los pasajes en blanco, las ausencias, las escenas perdidas.

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En lo personal, me sirvió para confirmar la sospecha de que enfrentarse a Werner Herzog es enfrentarse a un director revulsivo y genial. Desde la provocación que presupone afirmar que no se producen más de cinco o seis buenas películas al año o que jamás fue a una ópera como espectador (pese a ser director de ópera), hasta el extremo de recibir un balazo en medio de una entrevista y pretender seguir con la entrevista, pasando por los relatos de su infancia en una pobreza extrema y su éxtasis religioso. Todo nos habla de una manera singular de entender y describir el mundo. Cada una de sus declaraciones funciona como una partícula del todo, cuya descripción es tan inexplicable e inteligible como el resto.

A propósito de sus documentales, dice que están totalmente estetizados y que no tiene sentido hacer distinciones entre realidad y ficción. Entonces, ¿cabe esperar lo mismo del relato de su propia vida? ¿Cuánto de cierto y de falso hay en su biografía? En realidad, la respuesta no importa (y la pregunta tampoco). Lo cierto es que el video en el que recibe un balazo (por suerte sin trágicas consecuencias) se puede ver en youtube. También se puede ver el video en el que aparece comiéndose sus propios zapatos, como resultado de una apuesta. Verdad o mentira, poco importa. Ambas instancias se confunden. De eso, precisamente, se trata el cine de Werner Herzog y si como lectores somos capaces de aproximarnos a esa intuición, habremos conseguido algo más que valioso, diría fundamental: corrernos de ese lugar de confort en el que habitan las certezas; dudar, aunque sea por un segundo, de tener los pies sobre la tierra.

Werner Herzog, Manual de supervivencia. Entrevista con Hervé Aubron y Emmanuel Bordeau. Editorial El cuenco de plata (Extraterritorial/cine). Buenos Aires, 2013.

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