¿Por qué un remake? ¿Por qué y para qué? ¿Por qué It?

Como una página de un diario hecha barquito, navegando los cordones de una tarde gris y tormentosa, Georgi, el nene que más temprano matan en una película de terror, desaparece llevándose el miedo de la versión original por la esperada alcantarilla. Y la culpa es del payaso; sonrisa bobalicona, un poco marica y modernoso, solo asusta por sorpresa, por el repentino ¡bu!, lo mismo que puede dejarte estupefacto un gato, un faro enceguecedor o una puerta que se cierra abruptamente. A este payaso Pennywise se le animarían en cualquier suburbio de Buenos Aires, por cheto, por perfecto, por ir vestido de blanco y poco lumpen. Con él, que no es otro que el ícono del miedo en el cine, se nos debería hacer difícil sostenerle la mirada; cagados encima deberíamos verlo morir de pie. Pero en este primer combate, de formato idéntico al de la original del 90, lo corren los nenes de Cuenta Conmigo, los amiguitos de Stranger Things.

Progresivamente los protagonistas van perdiéndole el miedo a Pennywise, al igual que los espectadores. Y eso es un garrón. Pero lo que para quien escribe estas líneas irrita, para quienes sostienen de ambos lados el negocio del entretenimiento audiovisual arranca aplausos, y sintetiza con sentidos contrarios el espíritu de la original: el humor. Las risas pensadas por el director o quien sea de la producción, incrustadas entre sendas partes de terror ―una y una, quizás en empate técnico―, cambian el género en pos de asegurar las salas llenas y la necesaria parte 2. Y los pibes son otros, grandes actuaciones pero son otros, son los de ET, Stranger Things, Cuenta conmigo, Mi primer beso, Nostalgia del pasado, Los goonies, con baldes y baldes de pochoclo, remeras y merchandising.

La “nueva” parece respetar a la “vieja”: correcta y adinerada mantiene las apariencias, los tiempos y las formas. Pero elige correrse unas décadas de la historia original: a los cómodos y taquilleros ochentas. Mantiene así los 30 años de distancia entre su creación y el tiempo presente que narra, un juego vital para que el espectador de edad promedio se pueda identificar con su niñez. O idea también de algún avispado, que se pega al éxito de Stranger Things y la nostalgia como carnada del consumo. Así, un Derry ochentoso y enigmático, con extras silenciosos y bien estereotipados, sostienen la impronta Mc Donald’s de Stephen King, la del consagrado que escribe de memoria y gran oficio. La música también suena a Stephen King, a los ochenta, a los mejores años del Maestro y sus personajes. Six Differents Ways de The Cure ayuda a los siete jovencitos protagonistas en su obligación de enternecer, de hacer reír. El verano de estos siete pone bajo el sol suficientes y diversas características para que el espectador tenga donde proyectarse, donde identificarse. Otro atrape, otro engaño para quienes nos atrevemos a “denunciar” que a It 2017 la convirtieron en algo que le podía pasar a los garcas del curso, y no a los traumados que leíamos a King, que éramos objeto de golpizas, discriminaciones varias y asilamiento. El bullying es otra cosa, y es justamente lo que sufren los personajes de esta nueva, eso que al público de la trasnoche belgranense le hace reír.

Para los que estamos hartos de que destruyan los libros de King, es necesario saber si se parece o no. Saber la razón por la cual -si llegase a haber algún tipo de cambio brusco- se decide modificar algo que, no se discute, es perfecto en la novela. Pensemos. La lógica del “yo estuve ahí”, algo parecido a filmar el recital con el celular en lugar de verlo, funciona si el otro imagina de qué le estamos hablando, si es algo establecido como bueno, “cool”. Y lo nuevo, hasta que algún idiota no lo autorice, lo vuelva “de culto” o la palabra yanqui nueva que se utilice para narispararlo, no sirve en lo inmediato: el otro no sabe si quiere (debe) “estar ahí”. Y que lo sepa (deba) es guita. Todo es por la guita. Las críticas dicen que a “la gente” le está gustando, que está buena. Andy Muschietti, el argento director de esta nueva versión, batalla con prudencia alejado de nuestro cine, consciente de que la mayoría de las adaptaciones de novelas de Stephen King son un desastre. Objetivo cumplido y firme escalón para el director masivamente conocido por Mamá (2013). No es blanco prioritario para los que estamos hartos de que destruyan los libros de King. Hay bastante para entretenerse, por ejemplo con el hijodepú que hizo La torre oscura, El resplandor (con el perdón de la logia de seguidores de Kubrick) o Cell.

Que esta versión respete la forma, la extensa duración, no significa que esté sustentada en lo que se muestra. Las dos horas y cuarto que dura no resultan necesarias, por momentos aburren, incomodan el culo en la silla. Solo acontecen por la corrección de respetar (presuntamente) la opera prima y el guion de la versión original. It 2017 enseña los personajes y, ni bien termina de definir esos estereotipos, deja cruda la trama y los deposita rápido en los excelentes escenarios del plato final. Las alcantarillas de Derry, uno de los elementos que vuelven mística a la obra original, en esta versión le ganan al payaso. Los efectos que estos tiempos garantizan ayudan a la credibilidad del espectador. Para el fundamentalista de la obra de King es una cuestión de doble filo. Si los decorados, su  postproducción tanto como las mutaciones del payaso, sirviesen al guion en sentido que repliquen la esencia de la obra original, sería una bendición. Pero alejada en eso esencial, como esta versión, preferiríamos mejor a un Pennywise austero que tenga una jornada maradoniana como el Jack Nicholson de El resplandor; un Jack Torrance empapado de ketchup que lucha contra la maquillada mujer de la bañadera en la habitación 237.

Pennywise no murió. Lo sabemos todos. El que no estaba al tanto se da cuenta de esto cuando el fundido a negro, finalizadas las dos horas y cuarto, pone el título y entre paréntesis “Parte 1”. Algunos decepcionados que no mencionan los grandes medios, sobre todo aquellos no fanáticos de King, ponen en duda el retorno para la segunda parte. Los que sí volverán, ya están pidiendo ferocidad en ese payaso. Pedimos que ya grandes, el amiguito de ET, el anteojudo de Stranger Things, el de la sanguijuela en la chota y la enamora amigos de Super 8 regresen con terror, con un poquito de miedo y respeto por el ícono del terror en el cine. Si de grandes siguen tirando chistes, sorteando tan cómodos su eterna infancia, la magia de los 80 seguirá llevándose al terror por la alcantarilla.

It (Estados Unidos/Canadá, 2017), de Andy Muschietti, c/ Bill Skarsgård, Jaeden Lieberher, Finn Wolfhard, Jeremy Ray Taylor, Sophia Lillis, 135′.

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