El argumento de Lexter, la ola perfecta cabe en una sola oración: Blas (Nico Eisen), un estudiante de comunicación, busca entrevistar a Lexter (Pablo Fábregas) -considerado una leyenda de la radiofonía nacional- para poder escribir su tesis. Eso es todo. Sin embargo, pese a la simpleza del argumento, la película presenta ciertos desafíos a la hora de ser analizada con espíritu crítico. Para empezar: ¿Quién es Lexter? ¿Es un personaje real o ficcional? Es un personaje de ficción que toma elementos de personas reales o transmite esa sensación como de estar “inspirado en” personas reales. Sin embargo no deja de ser un personaje de ficción y, por lo tanto, toda la película debería ser una ficción, pues gira en torno a Lexter. Ahora bien, la película contiene entrevistas a grandes personalidades, como Lalo Mir, el Ruso Verea, Bobby Flores (entre otros), cuyo testimonio a propósito de Lexter nos hace pensar en el género, así llamado, documental apócrifo o falso documental.
Luego, resulta que tampoco es un falso documental, pues hay subtramas netamente ficcionales y, como si eso fuera poco, al menos uno de los entrevistados (Walas, el cantante de Masacre), también interactúa con el protagonista, en clave ficcional. Así que, no se trata exactamente de un falso documental, pero tampoco se trata netamente de una ficción, toda vez que los comentarios y opiniones de los entrevistados, a propósito de la radiofonía nacional, son jugosamente actuales y reales. En conclusión, la película pivotea a medio camino entre ambos géneros, sin pertenecer del todo a ninguno de los dos, acierto que otorga a la película una atractiva complejidad semántica.
En otro plano interpretativo, el eje de la película podría ponerse en la tensión preexistente entre el pasado y el presente, en el ejercicio de las, así llamadas, producciones culturales. Sin volverse panfletaria y sin tomar partido por una única postura, la película descubre esta tensión y refuerza la idea de que las cosas son diferentes, de que el pasado y el presente, de alguna manera, expresan distintas maneras de ver el mundo y que esas diferencias resultan irreconciliables.
La película transmite la sensación de nostalgia, como de melancolía por los tiempos idos. La paradoja es que esos tiempos pasados son muy recientes. El personaje de Lexter, que quiere encarnar un modelo proscrito, es demasiado actual. De hecho, es un cuarentón con ínfulas de sabio, que le enseña a pibes que apenas tienen un par de años menos. Básicamente, el mensaje oculto, el mensaje implícito, es que no hay manera de ser actual. No hay manera de ser joven o, lo que es peor, se es joven siempre. El punto es que es imposible ser constantemente actual, pues todo lo que hoy es nuevo, mañana ha caducado y los tiempos en que se produce este proceso se aceleran y son cada vez más cortos. Entonces, ¿cómo sostener la idea de periodismo?, ¿cómo se puede pensar el periodismo hoy, en la era de la inmediatez absoluta? Sin hacerlo explícito, creo que esta problemática queda muy bien planteada en la película.
Mención aparte merecen los personajes, cuyos retratos funcionan con una pasmosa credibilidad, donde se confunden -nuevamente- lo real y lo ficticio. Entiendo que Luis Díaz, el director de Lexter, quiso componer un personaje que transmita amor-odio. Diría que lo consiguió.
La tensión entre el pasado y el presente se duplica en la tensión entre lo under vs lo mainstream o lo masivo vs lo indie. El culto al pasado, la melancolía por los tiempos cercanos que, sin embargo, se vuelven distantes, es la misma melancolía por las bandas desconocidas que se vuelven populares, cuyo éxito causa tanta alegría como desencanto. El esnobismo del happy few (la iconoclasia para entendidos, el saber específico y sectario) destruido y reconstruido, en una dinámica constante. Entonces, la banda de sonido de la película se vuelve una toma de posición ideológica que, sin querer, es una toma de posición política. Sin embargo, esa ideología no se explica, ni se explora. La tensión se vuelve evidente y clara: hay dos maneras posibles de entender el mundo, expresadas a través del consumo cultural. Luego, la película toma partido por la melancolía y el culto al pasado y se engalana con la luz de bandas independientes. Sin embargo, casi todos los personajes son fans de los Ramones, cuya popularidad es absolutamente masiva. Luego, hay una contradicción profunda. Luego, hay una gran película.
Lexter, la ola perfecta (Argentina, 2015) de Luis Díaz, con Pablo Fábregas, Nicolás Eisen, Mane Caballero, Diego Reinhold, BB Sanzo, Clemente Cancela, Lalo Mir, Sebastián de Caro, Sebastián Wanraich, Walas, Bobby Flores, Douglas Vinci, Sergio Marchi, Santiago Calori, Maxi Martina, Eddie Fitte y Ruso Verea, 83′.
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No recordaba haber leído esta hermosa critica
muchas gracias por todo lo que dicen
la quiero mucho a LEXTER