La imagen de apertura, que muestra un diente que va cayendo hasta el fondo de un vaso de agua y en el cual se imprime el título de la película en letras rosas, ya nos anticipa el género y el tono a partir del cual debe leerse Babyteeth (2019), opera prima de la realizadora australiana Shannon Murphy. Efectivamente, se trata de un coming of age que nos conduce a la transformación activa de la protagonista desde su posición de hija a la de mujer, a partir de su iniciación en el amor por un joven.

La estética indie de la película, orientada a un público juvenil, está dada en la decisión formal de nombrar cada escena con un título, lo cual es consistente con la lógica de la fragmentación al modo de micro historias propias de la época contemporánea, pero al mismo tiempo peca de cierto abuso explicativo que obtura la apertura poética a las lecturas posibles de un espectador adulto y más acostumbrado a participar en la construcción del sentido del film. Por otra parte, lo indie se vehiculiza también en cierto tono de comedia paródica sobre el tema de la familia disfuncional y de las relaciones románticas donde la chica padece una enfermedad terminal, como así también en la música pop que acompaña ciertas escenas, atenuando y balanceando el tono trágico y emotivo del film que predominará a partir de la segunda mitad.

Milla (Eliza Scanlen) es una colegiala de 16 años, de familia de clase media y que asiste a un colegio privado, tal como da cuenta la primera imagen que tenemos de ella vestida con su uniforme y su prolijo peinado de cola de caballo en el andén de la estación de tren. Se la ve respirar agitada y la escena presagia cierto aire de tragedia, ya que se oye la llegada del tren antes de ser empujada por Moses. Milla es una joven ingenua (todavía conserva un diente de leche) y en apuros (le comienza a sangrar la nariz), a quien Moses (Toby Wallace) ayuda y rescata.

Pero Moses está lejos de encarnar al joven ideal, buen mozo, galante y con futuro promisorio. No sólo es un joven de más edad (23 años), sino que tiene segundas intenciones. Moses es un yonqui y dealer de poca monta, que roba para costear su adicción y a quien su familia ha desalojado del hogar, motivo por el cual vive en refugios o en la calle. En las escenas de Moses con su familia, vamos advirtiendo que siempre queda fuera: su madre llama a la policía y tiene que huir, su hermano Isaac no le abre la puerta, su padre lo deja esperando en el estacionamiento para tener sexo en el auto con una mujer. El desecho en el cual se ha convertido por el estrago de las drogas es claro efecto del rechazo primero a nivel familiar.  

Tras el primer encuentro, Milla invita a Moses a cenar a su casa. La introducción de Moses en la familia es el modo en que la realizadora nos presenta la dinámica de la familia Finlay. La madre Anna (Essie Davis) es ama de casa, pero en su juventud era pianista y se culpa por haber dejado a su hija al cuidado de otra mujer para poder salir de gira. Es una mujer ansiosa que está pendiente de su hija como si fuera una niña sin recursos para cuidarse a sí misma. La enfermedad de Milla es el pretexto perfecto para sobreprotegerla, en un intento por alivianar la culpa por haber priorizado su deseo femenino por sobre la maternidad. Henry (Ben Mendelsohn), el padre, es psiquiatra. Intenta en vano poner límite a la sobreprotección que su esposa ejerce sobre Milla. Impotente en cuanto a lidiar con la ansiedad de Anna, recurre a contenerla recetándole él mismo medicación ansiolítica y antidepresiva.

Los padres de Milla representan el clásico matrimonio disfuncional y estancado en la rutina.  Ambos intentan infructuosamente relanzar el deseo con las visitas que Anna realiza al consultorio de Henry en el entretiempo de su jornada laboral, pero la grave enfermedad de Milla desplaza la conyugalidad deseante por la función de cuidado parental que todo lo colma, especialmente en Anna.

El momento del encuentro fortuito de los jóvenes en la estación de tren, propio de todo historia de amor, es momento del flechazo, que da pie a una primera mutación en Milla. Esta se cifra en el corte pelo que le realiza Moses con las máquinas de su madre (peluquera canina), dándole un look más punk. Así, la niña consentida y melancolizada (lo cual se advierte en la manera desvitalizada en la cual toca el violín) deviene en la joven rebelde y enérgica que busca activamente vivir su primera experiencia de amor junto a Moses, la cual se coronaría yendo juntos al baile escolar de fin de año. 

Si en el clásico relato romántico, como en la lacrimógena Love Story (1970, Hiller), la joven es de condición inferior y vulnerable por lo cual aspira a ser despertada y salvada por el hombre, aquí Shannon Murphy invierte la estructura al proponer una mujer que se dirige al hombre para convertirse en mujer. El aura indómita del deseo decidido (a quien el límite de vida que le impone la enfermedad no da tiempo que perder con devaneos neuróticos) es anticipada por la directora en los dos momentos en los que, luego de despedirse de Moses, Milla mira a cámara con picardía, buscando la complicidad  con el espectador.

Para lograr su objetivo, nuestra heroína tiene que lidiar con la oposición de sus padres (que claramente no consideran a Moses un buen candidato, y más aún cuando ronda por su casa porque allí puede obtener drogas), con las limitaciones internas del propio Moses y con la rivalidad que le opone una chica mayor con la que anda Moses. Pero lejos de desmoralizarse ante los obstáculos, la vemos emprender con valentía la aventura de escaparse de su hogar, adentrarse en la ciudad y en el mundo de la noche para vivir su romance.

La experiencia romántica resulta un fracaso debido al miedo que experimenta Moses a involucrarse en una relación que supone un compromiso, dadas las circunstancias que atraviesa Milla. El sufrimiento de Milla por la decepción amorosa produce un cambio en sus padres. Así, Henry le propone a Moses que viva junto a ellos en la casa, a cambio de surtirlo de drogas, con tal de hacer feliz a su hija en sus últimos momentos.

Pero Milla no quiere vivir un amor falseado o por conveniencia. Milla sabe que a Moses ella le gusta, pero esto no le basta. Quiere saber si él está ahí por algo más que las drogas y la simple atracción casual. Milla quiere saber si es amada y está dispuesta a bancarse el dolor del desencuentro. La insistencia de Milla por la verdad del amor no se trata de un capricho histérico, sino que encuentra su fundamento en la propia estructura de lo femenino. El amor femenino impone como condición ser amada. A falta de un significante que la nombre, la mujer extrae su goce de la palabra de amor, de la poética amorosa que brota de los labios de un hombre como metáfora de lo imposible de decir de lo femenino.

Al perder el lugar que Moses tenía en Milla, cuando ella desiste de esperar ser correspondida por él, se da un cambio en la posición en Moses. La pérdida le permite valorar ese amor que tuvo (y que no podía ver) y que contrasta con la frialdad desapegada con que es tratado por su propia familia. Al perderla, la joven deviene causa de deseo para Moses y se produce entonces el milagro del amor.  Milla se convierte entonces en una mujer por mediación del amor de un hombre. Este crecimiento que implica separarse del lugar de hija para advenir a lo femenino se señala con la caída de su diente de leche.     A partir de aquí es interesante establecer que, pese a que la salud de Milla está empeorando en el tramo final del film, la directora siempre la identifica con su vestido de fiesta y su peluca, ambos de color verde estridente. De esta manera, Shannon Murphy nos transmite la ética que orienta toda su película: el desenlace trágico es inevitable y la película es conmovedora, pero la directora no nos conduce por patéticos derroteros lacrimógenos y depresivos. El secreto está en que Murphy no pone el acento en la muerte, que es de por sí inapelable, sino en el milagro de estar vivo y en la posición desde la cual la protagonista elige transitar su vida. En este sentido, no es lo mismo pasar por la vida como muerto en vida, que tener el coraje y la dignidad de luchar por vivir la floreciente experiencia del primer amor.

Calificación: 8/10

Babyteeth (Estados Unidos, 2019). Dirección: Shannon Murphy. Guion: Rita Kalnejais. Fotografía: Andrew Commis. Montaje: Stephen Evans. Elenco: Eliza Scanlen, Essie Davis, Ben Mendelsohn, Michelle Lotters, Toby Wallace, Sora Wakaki, Renee Billing. Duración: 118 minutos.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: