Aviso: se cuentan detalles centrales del argumento.
Marcos Vieytes: Foxcatcher es solvente, es superficial pero no insensible, y me gustó que no hiciera actuar a los actores que, por supuesto, serán nominados al Oscar y tal vez lo ganen cuando los papeles son puro maquillaje y el recurso técnico corporal de imitar animales. Esa mascarada es tan explícita que corroe la mímesis y no pocas veces me consiguió emocionar.
Marcos Rodríguez: A mí no me resultó solvente. Más bien, me resultó prolija. En el peor sentido. Claramente es superficial, lo cual no sería un problema si no intentara hacerse pasar por profunda. Pero ni siquiera es eso lo que me molestó. Puede ser que no haga actuar a los actores, pero hace actuar al maquillaje. Y ver a Mark Ruffalo caminando me desconcentraba mucho. ¿Es realmente necesario que camine como orangután? Imagino que esa forma de caminar habrá nacido de un extenso y profundo análisis de la forma en la que se mueven los luchadores, pero la verdad… Ahora, cuando no se está desplazando de un lugar a otro, Ruffalo es lo mejor de la película, lejos. Es cierto que la mascarada evidente corroe la mímesis. En lo personal, cada vez que veía un primer plano de Tatum o Ruffalo, no podía dejar de mirarles las orejas. Imagino que será una cuestión de que los luchadores tienen todos las orejas echas berenjena. Esa ruptura de la mímesis es justamente lo que me impidió emocionarme, incluso si tiene algún momento que podría llegar a estar bien. A lo mejor tiene que ver con que uno la rompe de forma consciente y el otro, no. Supongo que uno debería juzgar la película por lo que hay en la pantalla (orejas de coliflor) y no por lo que se supone que quisieron poner en la pantalla. Pero en algún punto me resultaba irritante la evidencia de la profundidad que se quiere articular sobre esas imágenes. No logré abstraerme de esa gravedad para ver de forma un poco más libre lo que pasaba. Al margen de eso, todo me resultó profundamente aburrido. En especial todo lo que tiene que ver con el personaje de Steve Carrell (claramente, lo peor de la película).
Ahora, tengo una duda y quiero consultar con alguien más que la vio. ¿Yo estoy loco o hay una escena en el medio en la que Carrell le está dando por atrás a Tatum? Es un plano medio elíptico, medio oscuro, que pasa rápido a un primer plano de Tatum como para que no se note y solo se vea su cara de sufrido. ¿Eso pasó o me lo imaginé? De cualquier forma, me pareció terriblemente cobarde que la película diga eso (o lo sugiera de forma tan explítica, digamos) y ni siquiera se juegue por mostrarlo o mostrarlo bien.
MV: Es interesante lo que preguntás porque Nuria sostiene que hay trauma en Tatum, pero para mí nunca está claro si cogen o no. Hay una breve secuencia de montaje, previa al corte de pelo por el que deja de ser el chongo con delineador que era hasta ese momento, que funciona como sustituto de la afirmación rotunda sobre la actividad sexual de ambos, pero no recuerdo la escena que decís. La película es limitada, pero yo siento que lo sabe y dice lo que tiene para decir -que es obvio pero nunca está de más repetirlo- de la manera menos grosera posible. Pero sigue siendo grosera en el sentido de gruesa si lo comparamos con lo que Paul Thomas Anderson podría haber hecho e incluso ya hizo, como pactar el uso de la técnica simiesca con Phoenix, pero Anderson vendría a ser algo así como Luchino Visconti al lado de este hombre. Miller se apoya en las muletas de la fidelidad reproductiva y aún si fuera involuntariamente, como vos sugerís y a mí tampoco me extrañaría, fabrica un qualite mal cosido, y ahí estaría la virtud, un frankenstein con complejo de inferioridad que me enternece.
MR: La escena que te digo es inmediatamente antes de que aparezca Tatum con los claritos y casi en bolas abrazándole las piernas a Carrell. Tatum está dormido (y creo que está lloviendo) y Carrell aparece en la puerta y le dice que van a entrenar. Hay un plano general del gimnasio a oscuras con una luz sobre ellos dos: están los dos tirados en el piso, Carrell sobre Tatum. Al principio parece que están practicando una toma de lucha. Pero los ruidos de Carrell son un tanto extraños. Y enseguida hay un primer plano de Tatum contra la lona, como de que no quiere estar ahí, y su cuerpo se mueve como si recibiera embistes desde atrás. La imagen no es explícita (a diferencia de todo lo demás en esta película, que es explícito), pero tampoco deja mucho margen de duda. Sólo que lo hace rápido, como si le diera vergüencita. Yo creo que el problema de sus limitaciones es, justamente, que no tiene conciencia de ellas. Al contrario, cree que está diciendo mucho más de lo que dice y que lo dice de forma sutil. Para mí eso es lo único que explica la cantidad y duración de las escenas de la película.
MV: Creo que esa es la escena, sí, a la que yo no distinguí de otras porque desde el primer cuerpo a cuerpo sentí que era una película sobre hombres que, además de la lucha en sí misma, disfrutan de tocarse y quieren, muchos de ellos, coger entre sí. El valor añadido de esa escena sería el del abuso, porque Tatum es un nene, un retardado o las dos cosas. Carrell también es un poco de ambos, pero además perverso porque ha tenido la enseñanza de la vieja. Todo eso me parece de manual, pero no la siento pretenciosa. A lo sumo, denotativa como suele ser la literatura y cultura estadounidense, esencialmente pedagógica o de autoayuda, que no deja de ser una terapéutica popular, muchas veces precaria y a mi modo de ver superficial, pero la única que tienen la mayoría de ellos (y habría que ver si lo democrático no reside también en ello), librados a la «caridad» de la iniciativa privada, uno de los aspectos políticos más críticos de la película. Dentro de ese contexto me resulta incluso saludable.
Nuria Silva: Para mí lo del abuso está clarísimo, y es en esa misma secuencia de montaje previa al corte del pelo donde lo percibí con mayor claridad o, mejor dicho, donde me parece que la película termina de corroborar lo que se infiere en la llamada a entrenar de noche. De hecho, salvando la infinita distancia, me recordó el confuso flashback que tiene el protagonista de Wake in Fright cuando reconoce lo que verdaderamente sucedió con el personaje de Donald Pleasance la noche que pasan juntos, totalmente mamados (información que también completa el espectador porque no se explicita en imágenes). No sé si la película no se hace cargo del tema. Otra cosa que pensé es que en el abuso de Carrell se desplaza la idea de uno de índole incestuoso que él pudo haber sufrido. Primero, por la situación en sí misma: Tatum, que se perfila como un niño, es visitado de noche en su habitación por el hombre en quien deposita su amor y confianza; segundo, por lo que dice el propio magnate cuando compara el rol del entrenador con el de un padre. También creo que tanto Tatum como Carrell están traumados, la diferencia es que el primero no sabe cómo lidiar con eso, tal vez por su condición mental (que tiene algún tipo de retraso, no me caben dudas), transformándolo en una violencia ejercida sobre él mismo, mientras que el segundo aprende -por vía materna, seguramente- a usufructuar los mecanismos manipuladores y culpógenos del abusador, convirtiéndose en uno.
Respecto a la técnica de los animales que utilizan los actores, aunque son claramente burdas, no me resultaron incongruentes dentro del tono general del relato, aún con toda la gravedad que ostenta. Siento que hay un grado de honestidad de la película en esa exageración, como con la del maquillaje o las máscaras, recurso que para mí, viniendo del teatro y el circo, me resultan más que familiares. No sentí que quedaran descolocados, con mejor o peor resultado. Incluso me atrevo a decir que, pese a lo explícito de la técnica, están bastante contenidos, y me resulto fácil asimilarlos en el marco de una película que busca ¿desnudar? ¿criticar? ¿desenmascarar? el ampuloso y grotesco sueño americano.
MR: El maquillaje y el andar simiesco no son incongruentes para nada. Al contrario, entran muy naturalmente en la película porque son parte integral de su propuesta. Lo que digo es que la película trabaja con esos elementos (como con tantos otros) con la idea de que está desplegando el más refinado realismo. No creo que (por lo menos conscientemente) busque la ruptura de la mímesis (como dice Marcos), sino que se esfuerza hasta extremos ridículos por ser «realista» y es justamente ese esfuerzo sobrehumano lo que la lleva al grotesco involuntario. Y el grotesco involuntario es, por lo menos para mí, un elemento problemático.
Lo del abuso es más que claro. Es más que claro, sobre todo, en el comportamiento de Tatum una vez que se da el quiebre. No hay ninguna duda. Lo que no me resultaba claro, simplemente, es la escena del «entrenamiento» durante la noche. Y me parecía muy cobarde que la escena que viene a funcionar como eje de ese conflicto, como punto de quiebre, se nos de entre sombras, sugerida, mostrando pero no mostrando. Si todo el conflicto y todo lo que termina desencadenando son más que explícitos, ¿por qué hunde esa escena en sombras y medias tintas? El tema del incesto, así como lo de la relación con la madre, de nuevo, se tratan de forma francamente grotesca. La escena en la que están entrenando y de pronto se acerca la vieja en silla de ruedas a ver el entrenamiento y Carrell empieza a hablar como entrenador es una de las cosas más feas y planas que haya visto en mi vida. Y de psicologismo más barato.
La gravedad del tono de la película no es lo que me molesta tanto como la evidente preocupación por transmitir un mensaje «serio» que lleva a la película a empantanarse en más y más escenas que duran más y más de lo que deberían. Mi sensación fue que la lógica de la narración perdió en la pelea contra la lógica del contenidismo y por eso la película no fluye, se estanca, ahonda en espacios y detalles que ya quedaban más que claros, vuelve a ahondar (por ejemplo, toda la presencia de la madre en la película es radicalmente superflua, ya todo lo que dicen las escenas en las que aparece había quedado más que claro). En ese ahondar y repetir y explicar y explicitar y volver a explicar es donde la película se vuelve grotesca.
MV: La base cultural de la película está anclada en la versión púdica del liberalismo propia de la moral media de la industria estadounidense, más aún cuando se pone a filmar dramas naturalistas (género maltratado acaso por carecer de señas particulares ostentosas, que a mí me gusta bastante) y supongo que esa puede ser una de las razones de que la violación se sugiera en vez de mostrarse. Pero también me pregunto si la intención de no ser explícitos no tendrá que ver también con la ambigüedad de una situación como esa, tratándose de un adulto que parece mentalmente disminuido como es el personaje de Tatum, o aún con lo problemático de la asunción del deseo homosexual por parte del personaje de Carrel, de la madre o incluso de eso que sería el espectador medio al que la película iría dirigida, si tal cosa siguiera existiendo junto con ese prejuicio (yo tiendo a creer que sí a juzgar por la falta de aprobación legal de la unión homosexual en la mayoría de los países del planeta). Y eso entronca con el asunto de la representación que hablábamos: es evidente que Miller carece de talento como creador de formas originales para dar cuenta de instancias como esa, que pueden estar ligadas también a la dificultad por reconocer el propio deseo de alguien en condiciones «normales» (no vi Capote para saber cómo trata allí a la homosexualidad). Esas limitaciones formales son las que hacen que la reflexión se desvíe hacia los contenidos, y eso que yo hubiera visto como anatema cuando empecé a dedicarme a la crítica ya no me pasa, por lo menos en este caso.
El tratamiento del trauma me lleva a otras asociaciones. En El inquilino, de Roman Polanski, hay una escena que parece descolgada del resto de la película, que transcurre mayormente en el departamento que alquila el protagonista. El tipo está sentado en una plaza, cada vez más enajenado, y de repente se levanta, reta a un nene que está llorando porque se le perdió el juguete, le pega una cachetada y se va. La puesta en escena de esa situación no es radicalmente distinta al del resto de la película, y ese nene no es un personaje que hubiera aparecido antes ni vaya a aparecer después. Siempre sentí que era una de las más brillantes representaciones del trauma clásico, por elusiva e inexplicada. La de Miller es infinitamente menos lograda –menos elusiva- que aquella, pero creo que parte de la misma intención.
NS: Siguiendo la línea de abuso paterno, siento que en la escena en que Carrell juega la pantomima de entrenador frente a su vieja lo que hace es representarle ese trauma del que ella hizo caso omiso, ahí es donde no me parece plana. No creo que esté explicitando su condición homosexual sino la de víctima devenida en victimario. De esa manera, creo, se delinean sutilezas dentro de la grosera puesta en escena que estamos señalando. Lo que en principio puede entenderse como una búsqueda de aprobación es, en realidad, un llamado de atención, una suerte de reclamo.
MR: Totalmente de acuerdo, pero no creo que eso sea una sutileza. Esa escena no tiene que ver con la homosexualidad (o por lo menos, no única ni principalmente con eso) sino con cuestiones de poder. Cuestiones que perciben hasta los propios personajes dentro de la escena (según marca la propia cámara). Por eso no creo que sea sutil. Puede resultar más o menos interesante, pero es siempre explícito.
Aquí pueden leer un texto de Marcos Vieytes que también se refiere a esta película.
Foxcatcher (EE.UU., 2014), de Bennett Miller, c/ Steve Carell, Channing Tatum, Mark Ruffalo, Vanessa Redgrave, 129’.
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Desde que vi el primer tráiler de Foxcatcher con Channing Tatum me llamo mucho la atención, tenía muchas ganas de ver está película, ha gustado mucho al público y estuvo nominada al Oscar, esperaba algo bueno y no me ha decepcionado ni tampoco me he aburrido, la película me ha gustado y la he disfrutado