Cada año, inexorable como el cambio de las estaciones, Isaac León Frías viene a la Argentina desde su Perú (desde su Lima clásica y moderna) con un nuevo libro bajo el brazo.
Isaac Fernando León Frías (en adelante Chacho) es docente, crítico y ensayista. Antes que nada es crítico de cine, uno de los decanos en la actividad en América Latina. Lo es junto al grupo de pioneros que fundaron la revista Hablemos de cine. Los que están (León Frías, Ricardo Bedoya) y los que ya no (Federico De Cárdenas) fueron pioneros en el subcontinente de una forma de ver el cine; una mirada que los ligaba a los primeros adelantados, los franceses que desde Cahiers du Cinema y con la guía de André Bazin establecieron la teoría del autor, revalorizaron el cine hecho en el Hollywood clásico y rescataron a directores no suficientemente reconocidos, otorgándoles la categoría de “autores” (Rossellini, Renoir, Hitchcock).
Chacho y sus compañeros defendieron y adoptaron la prédica cahierista en América Latina. No debió ser fácil hacerlo en los años sesenta, marcados por la urgencia revolucionaria, la militancia y el compromiso en la lucha por un mundo con justicia. El cahierismo, en cambio, le hacía justicia al cine. Lo sabemos ahora, cuando la cinefilia (madre y padre de la visión cahierista), una forma de ver y vivir el cine, parece estar en vías de extinción.
La persistencia de Chacho y sus camaradas cinéfilos en el Perú fue posible gracias al triunfo de la voluntad del grupo, seguro que también por circunstancias propias del país hermano, las que desconocemos pero que no se dieron en nuestro país, ni es probable que tampoco con la misma intensidad en el resto de América Latina. En Argentina quienes adoptaron esa mirada fueron Edgardo Cozarinsky y Alberto Tabbia, prácticamente en soledad. Dos países vecinos en geografía y cultura, con parecidas posibilidades y limitaciones para el trabajo intelectual, atravesando dictaduras y democracias, carencias y resplandores de abundancia. ¿Porqué Perú sí y Argentina no? La respuesta sería hipotética y forma parte de otro análisis.
La vía regia para la tarea de Chacho y su grupo fue Hablemos de cine, publicación que se editó entre 1965 y 1985, en la que plantearon su visión del cine, necesariamente combativa para el ámbito crítico de la época. La mención de la legendaria revista nos lleva al primero de los dos libros de Chacho. El cine en las entrañas, publicado en 2016, es una antología de sus críticas aparecidas en la revista desde su fundación hasta 1984. La mirada de Chacho es homogénea y entusiasta del principio al fin, entusiasmo que se va haciendo reflexivo con el tiempo. Una cuestión de madurez y modulaciones, igual mirada con tonos más altos o más bajos. En cualquier caso la mirada analítica se detiene sobre la construcción de cada película, sobre los elementos propios de su arte, que terminan confluyendo en una visión que rescata lo propio y diferente de cada película, y la especificidad del cine como expresión artística. La lista de películas reseñadas es enorme y abarca todo el cine de esos años.Todo el que estaba a disposición en Perú en una época en que el cine pasaba exclusivamente por la pantalla. Desde Michael Cacoyanis hasta Billy Wilder; desde Bergman a Oshima, pasando por Fuller o Bertolucci. Leer El cine en las entrañas es pasar por una suma del cine de la segunda mitad del siglo pasado. Un prólogo del propio Chacho reseña esa cincuentena pródiga, los cambios de criterio, los enfrentamientos (en especial con Armando Robles Godoy, uno de los decanos de la realización cinematográfica en Perú). En el balance de hoy, el lector puede decir con seguridad que hablemos de cine tenía razón.
El otro libro, Del clasicismo a las modernidades. Estéticas en tensión en la historia del cine, publicado en Lima en 2022, es el último de la producción de Chacho. Su pretensión, anunciada desde el comienzo, es establecer el objeto y alcance de los términos “clasicismo y modernidades”. En especial el segundo. El autor entiende que nadie ha profundizado en ambos conceptos en tanto estos no tienen un origen autónomo en el cine sino que vienen de otras disciplinas: la historia, la filosofía, las bellas artes. El clasicismo corresponde al standard industrial norteamericano y constituye una etapa previa al premodernismo. Aunque el cine tenga autonomía artística, se relaciona con las bellas artes porque toma para sí conceptos como la perspectiva o los moldes teatrales, manteniéndose en un delicado equilibrio entre la modernidad tecnológica y las artes. En lugar de considerar enfrentados a ambos términos, Chacho concluye estableciendo la continuidad entre ambos y su rol de introductores a lo que llama “La segunda edad en la historia del cine”, la era digital que comienza en el año 2000. El análisis del modelo narrativo del cine clásico, “parecido a lo real”, es minucioso como para justificar el pase a la modernidad como un continuo.
La particularidad que hace distinguible y atractivo a Del clasicismo a las modernidades es que desde su óptica, en apariencia acotada a modelos que son también dos modos narrativos, traza su propio recorrido por la historia del cine, leerlo es hacer un trayecto que abarca desde los primitivos al cine contemporáneo a través de una mirada diferente, a la altura del fenómeno que analiza; síntesis y reelaboración simultánea de una dialéctica distinta, que parte de otras miradas como las de Bordwell o Burch, para llegar a su propia y particular conclusión, tan abierto como el propio modelo clásico, sólido pero al mismo tiempo receptivo, según la conclusión de Chacho.
La cinefilia hizo pie en el Perú y desde allí dio un tardío salto a toda América Latina. Chacho fue uno de los impulsores de esa acrobacia, sino el principal. El dibujo de ese salto, su armonía y su mensaje aún influyen sobre nosotros. Esperaremos aquí hasta el próximo viaje. Isaac León Frías lo emprenderá con otro nuevo libro bajo el brazo.
El cine en las entrañas (Páginas de Hablemos de Cine). Argos Productos Editoriales, Lima, 2016.
Del clasicismo a las modernidades. Estéticas en tensión en la historia del cine, Fondo Editorial Universidad de Lima, Lima, 2022.
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