Un aire entre festivo y decepcionante sobrevoló el cierre del UNCIPAR. Las premiaciones se desviaron por completo de los cortos que se palpitaban como favoritos, al menos entre el sector crítico. Con esto no quiero opacar el entusiasmo que inundaba la gala por el simple hecho de estar ahí reunidos en pos de la producción cinematográfica independiente que promete un gran futuro para nuestra industria en formación. Así todo, sólo algunos de los mejores trabajos que se proyectaron durante las dos jornadas previas recibieron menciones menores y se fueron a su casa con un diploma bajo el brazo, más el regalo de formar parte de la Muestra itinerante, que les da la posibilidad de ser exhibidos en distintos puntos de la Argentina.
Las elecciones parecieron estar determinadas directamente por la temática antes que por el valor cinematográfico de las piezas ganadoras. El primer premio fue para Sé, de María Amanda Celi, que relata la historia de amor entre dos chicas adolescentes que mantienen su romance en secreto por su naturaleza homosexual. La película es bella, sí, pero para nada arriesgada, como se sostuvo desde el jurado, ni desde la forma ni desde el fondo. Aunque suene algo rotunda en esta afirmación, Sé me pareció una versión televisiva (al estilo Rebelde Way) de La vida de Adèle. Ideológicamente hubo dos detalles que me hicieron ruido: en principio, la idea de presentar a la chica «activa» de la relación -la menos linda de la pareja, alta, desgarbada y de rasgos duros- como un pibe chorro que amenazaba la integridad de la otra muchacha -una colorada hermosa, sensual, princesita de buena familia- a la salida del colegio (privado, claro), porque con este gesto introdujo un prejuicio social en el marco de un relato que, supuestamente, busca derribar otra clase de prejuicios; en segunda instancia no me pareció acertada la decisión final de transformar a la primera en un varoncito, incentivando de esta manera que la «chica bian» decida asumir la relación públicamente. ¿Por qué negar la feminidad en pos de conformar un cuadro estereotipado de la relación lésbica? Esto no me hubiera molestado de haberla colocado en el lugar de «marimacho» (odio esta palabra, pero no encuentro otra manera de definirlo) de entrada. No, debajo del holgado buzo con capucha se escondía una chica tan femenina como la otra. Sé además también se ganó un lugar en la Muestra itinerante, el Premio Georges Meliés, el Premio Carlos Gesell y el Premio Dinamic Films. Reconozco que aún no estando de acuerdo, ver a la productora recibiendo todos esos premios, nerviosa y más que feliz, fue emocionante, porque si bien uno como crítico tiende a concentrarse en el resultado final de los trabajos, para bien o para mal, no se deja de reconocer el esfuerzo que implica llevar adelante cualquier realización.
El segundo premio me pareció más acertado. Payada pa’ Satán fue el elegido, cortometraje de animación dirigido por Antonio y Carlos Balseiro ambientado en una zona rural y protagonizado por un gaucho que junto a su esposa teme estar frente a la llegada del mismísimo Satanás a causa de temblores y explosiones que comienzan a atentar contra la calma habitual de sus vidas. Finalmente sabremos que se trata de los efectos de las explotaciones mineras a cielo abierto que tanto preocupan a nivel global. La duración del corto es breve, poco más de siete minutos, y su efecto es inmediato y certero, una mezcla de angustia, miedo y desesperanza, logrado en parte gracias a imágenes reales de dichas explotaciones que acompañan los créditos de la película. Payada pa’ Satán también formará parte de la Muestra itinerante y se llevó el Premio del público.
El Premio especial del jurado fue para Zombies (ver Crónica UNCIPAR 2° Parte) «por extrapolar una situación cotidiana y llevarla a un contexto sobrenatural, logrando un resultado original y efectivo, con humor y muy buenas actuaciones». Nada más que agregar. Las Menciones especiales (que pueden entenderse como un premio consuelo) tampoco fueron del todo acertadas, según mi parecer. Por Montaje le fue entregado a Estacionamiento, de Luis Bernardez, un cuento de tinte surrealista filmado en blanco y negro, que se resuelve sin demasiado sentido -tal vez excusándose en la extrañeza de su estructura narrativa. No considero que éste sea el rubro que lo destacara, tal vez sí su fotografía, mención que le fue entragada a La piel, de Ezequiel Yanco, un relato más simple pero al mismo tiempo más jugado e interesante cuyo montaje sí resulta interesante. En una primera mirada puede parecer algo insustancial, pero es de esa clase de películas que van tomando sentido luego, pensándolas y elaborando cada elemento de su puesta. Por el abordaje en el cine de terror (¿no suena a categoría metida a la fuerza?) el ganador fue Hasta las entrañas, de Leandro Cozzi (ver Crónica UNCIPAR 1° Parte); por Guión a El paso, de Victoria Mammoliti (ídem anterior); por mejor actriz a Paula Carruela (Hasta las entrañas), nada mal teniendo en cuenta lo natural y creíble que resulta su interpretación, algo difícil de encontrar dentro del género y sobre todo de baja producción; por Corto animado a Yo te quiero, de Nicolás Conte, un cuento simple, lindo y edulcorado que tranquilamente podría estar destinado al público infantil espectador de Paka Paka, y no lo digo de forma peyorativa dado que lo considero un gran canal para chicos; y finalmente por Director la mención fue dada a Juan Echalecu por Invisible (ver Crónica UNCIPAR 1° Parte).
Para la Muestra itinerante, además de los arriba mencionados y de los ya reseñados El paso, Hasta el dominó siempre, Invisible, Payada pa’ Satán, Sé y Zombies, se sumaron La ventana abierta, de Lucila Las Heras, una historia que me sorprendió no por sus facultades -una puesta muy trabajada y correcta sin demasiadas sorpresas- sino porque, además de estar inspirado en el cuento homónimo de Saki, me remitió a la película A bell from hell (1973), de Juan Antonio Bardem y Claudio Guerín en la que una de las escenas se desarrolla alrededor de la misma trama (desconozco si Las Heras vio esta película), y Un día especial, de María Tomsig, reflexiona con un humor muy efectivo sobre la incidencia de los «miedos de comunicación» que digitan nuestro día a día forzándonos al encierro y la paranoia. Su actriz evidentemente ha trabajado sobre la técnica del payaso. El resultado es más que óptimo para su propósito.
El jurado internacional tuvo, tal vez, una tarea más sencilla. El impactante Dinner for a few (Crónica UNCIPAR 2° Parte), de Nassos Vakalis (Grecia) se llevó el primer premio, y fue secundado por Herman the German, de Michael Binz (Alemania), una comedia con un registro publicitario (con un colega bromeábamos con que podría haber formado parte de El show del Clío), y cuya supuesta «crítica cultural» no cala demasiado hondo. Este segundo premio fue compartido con Save the World, de Sylvian Renou (Suiza), y que con mejor humor juega con las convenciones del cine de género bélico en el contexto de un juego de niños, delineando una crítica aguda y mordaz sobre la guerra en la última escena.
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