Gabriela López Zubiría: En estos días mando lo de 3 corazones, que volví a ver y me enojó un poco percibirla tan moral.
Marcos Vieytes: Habría que ver a qué moral te referís, porque yo no creo que haya película sin moral, pero como presumo que hablás de moral en un sentido negativo supongo que te referís a alguna clase de moralismo. Yo no lo percibí tan marcadamente como vos, pero la vi una sola vez y, por otro lado, no me extrañaría, primero porque es un relato convencional y, segundo, porque es de género, más precisamente un melodrama romántico de amores imposibles. Y el melodrama es forzosamente moralista porque ensalza el sufrimiento y la imposibilidad; de ese modo sublima y, gracias a la sublimación, llega al sentimiento religioso, que es de donde viene el género. En él subsiste la tragedia en estos tiempos tan laicos y políticamente correctos que vivimos. Por eso esta película es una rareza y me interesó mucho, además de sus ligeras relaciones formales con el cine de Claude Sautet.
GLZ: No tengo demasiadas referencias al cine de Sautet, creo que Benoit Jacquot se apoya en la tradición de los melodramas al estilo Ophuls y, más acá, Truffaut, pero (quizás por ser quién soy, no tengo relación alguna con la religión como doctrina) no encuentro el contenido religioso. Sí se juega la culpa, fuertemente. Pero lo que me hizo ruido (entre otras cosas) fue que el gran tema es una cierta inmadurez emocional. La mina no se hace cargo de sus opciones (en realidad, los que optan son dos: él y la Gainsbourg) frente a lo que no sale como ella quería, la promesa de un futuro maravilloso desde lo incierto (nada tan seductor como un desconocido, pura promesa). Entonces vuelve al redil (que minutos antes había prendido fuego) y sigue como si nada hubiera pasado (tiene suerte, mucha) y nuestro héroe, que (nobleza obliga) hace un buen uso de sus opciones, frente a la búsqueda incierta que no fructifica conoce otro prospecto y le entrega su infartado corazón. Lo que no cierra es esa pasión adolescente, culposa, ficticia que se desata en el reencuentro. Se comportan como niños ocultando una travesura. Creo que es un guión muy fallido. Ni hablar de la sirena del barco (o lo que sea) que connota policial clásico (¿o terror?) y esas intervenciones didácticas de la voz en off que dan cuenta de lo que estamos viendo (¿un subrayado para quién?). El final es moralizante al palo, el culpable se muere literalmente, ella también se muere, las sillas vacías y «lo que pudo ser», bueno, no fue. Eso es ser un adulto, ¡qué joder!: hacernos cargo del costo de nuestras opciones. Acá, en París y en Kapurtala.
MV: No hace falta tener cultura religiosa, Gabriela, vos lo estás diciendo, hay culpa, base de casi toda estructura religiosa y del melodrama, aunque a mí me parece que excede a la religión. La religión -y el melodrama- la institucionalizan, la vuelven productiva para quienes, como vos decís, «no se hacen cargo». Las apariciones de la voz en off son un rasgo que provienen de Sautet y, si bien no recuerdo lo que esta dice en particular, está ligada también al melodrama. En el melodrama, aparte de los actos importa la palabra; todo también tiene que ser dicho, además de sufrido con el cuerpo, porque hay un goce extra en ello. Y no me vas a decir que necesitás ser religiosa para disfrutar de un buen melodrama, amén de que lo «melodramático» estructura todo el cine narrativo convencional. Al que no veo en lo más mínimo acá es a Max Ophuls, porque para ver a Ophuls necesito una cámara que se mueva como la de Ophuls, y de esas hay sólo tres o cuatro en el cine contemporáneo (De Palma, P.T. Anderson). Cuando Ophuls filmaba melodramas también era moralista, también comerciaba con la culpa y lo imposible a pesar de mirada casi diría que materialista de las relaciones y los funcionamientos sociales (durante la primera mitad de los ’30 filmó Komedie om geld en Holanda, una sátira del capitalismo que acabo de ver), porque esa es su esencia, porque en la sublimación del género hay algo más que religión, está lo sagrado -aunque más no sea como residuo- que el mundo contemporáneo ya no sólo no sabe qué carajo significa –si es que alguien puede saberlo- sino tampoco que tal cosa existe. Que ateos, marxistas y contemporáneos como Visconti, Pasolini, Fassbinder, Petzold y tantos otros igualmente trabajaran y trabajen con él habla de su importancia; después habrá que ver si sus mecanismos formales son usados para perpetuar esquemas que consideramos retrógrados u otros nuevos, progresistas.
(Hora y media después.)
MV: Estoy revisando la película y esta segunda visión me permitió confirmar la cantidad de operaciones de cámara y narrativas que despliega, mayores que la mayoría de los estrenos en lo que va del año. Me refiero tanto a movimientos de cámara como a elipsis y motivos musicales ligados a dos de los tres personajes principales, los dos espacios de origen (capital y periferia), y los dos géneros (terror y melodrama) que la película baraja.
GLZ: No comparto lo del terror, es más un uso incidental (aunque no me convence demasiado la palabra) que me deja con la sensación de que se spoilea a sí mismo a través de ciertas artimañas (entre ellas, la música). Insisto, el guión es flojo y algunas escenas de Mastroiani y Gainsbourg son bellísimas porque ellas lo son y la cámara las adora.
MV: “Artimañas” desmerece a unos motivos musicales plenos que están desde el mismo comienzo y no pretenden engañar sino proponer dos tonos distintos. Uno de ellos ligado al romance y otro a la amenaza. Hay un contrapunto continuo entre ambos que es el contrapunto entre esos dos géneros -melodrama y terror- que operan desde un principio. El guión, si tomamos en cuenta la puesta de cámara y el planeamiento de los empalmes, me parece fabuloso. Y si sólo lo pensamos como literatura también, siempre y cuando aceptemos el folletín como precedente sobre el que trabaja. Tenés razón con lo de Ophuls. En realidad, no hay plano secuencia con grúa como los de él, pero porque el contexto de producción ya no es el mismo. Pero lo que hace con la cámara es fabuloso, claro que con mucha más intervención del montaje, aunque también consciente si no virtuoso. Por otro lado, la voz en off tiene, efectivamente, uno de los mismos efectos que causa en mí la de las películas de Sautet: ahonda la sensación melancólica del paso del tiempo, y también la hace aparecer muy poco y sin que uno sepa cuándo o qué función narrativa cumple. Es algo así como un observador imparcial, casi inhumano, que da cuenta de lo que les pasa a las criaturas sin sobresaltarse incluso aunque lo que les pase sea terrible para ellos. Vista media hora, el lado más débil de la película, pero creo que también el más fascinante, es ver qué hace para sostener el melodrama en un contexto que no parece responder a la formulación clásica del género porque aparenta ser naturalista. Hasta que no termine no podré analizar la parábola psicológica de cada uno y el modelo ideológico general, pero ambas cosas me importan poco en relación al fabuloso trabajo formal de la película.
GLZ: ¿Ves? Yo no puedo evitar entrarle como un texto, son mis miradas. Creo que falla en el giro dramático. Lo que me queda muy claro son ciertas construcciones, desde la madre nutricia que da refugio, pero no consejo, hasta esa hermana en apariencia débil pero tan honesta y fuerte en su sentir que queda al margen de toda la historia, a quien todos quieren cuidar debido a su aparente fragilidad, y es la única que consigue lo que quiere. Creo que no es estrictamente un triángulo, sino una historia de desencuentros y oportunidades, la recuperación imposible de la fantasía de un futuro mejor, venturoso y pasional. Algo con lo que todos hemos aprendido a vivir, pero no Sylvie y Marc.
MV: A veces los giros son volantazos, pero yo acepto eso porque percibo la voluptuosidad romántica del melodrama, y del folletín, en la base. Y los héroes de este folletín son ellos dos, que representan la pasión, la eterna pasión adolescente, mientras Denueve y Mastroianni son la estabilidad social, la madurez (esta, por supuesto, siempre es más un asunto de representación que de esencia). Lo que a mí me gusta es que la película oscila entre una construcción de personajes y situaciones que aparenta ser medida pero es desmesurada en las formas. No descartaría que la mirada de uno quede dividida, confundida por esos dos aspectos, como más de una vez quedan los personajes. La película es una fantasía romántica desde el vamos y el plano final lo reafirma, con la melancolía de la compensación imaginaria. Ahí está de nuevo lo dual de la propuesta. Es un melodramón clásico, pero filmado hoy, fuera de los estudios que albergaron el género en sus modalidades más reconocibles y sin estrellas de aquel star-system, pero ejecutado bajo los mismos parámetros simbólicos, que la apariencia naturalista de personajes, lo reconocible y actual de las situaciones y espacios, ocultan o contaminan. Sautet es uno de los que mejor lo hizo y, de la generación siguiente, Andre Techiné.
GLZ: A Techiné lo tengo y me gusta mucho. Coincido que está fuertemente cruzado por la liquidez de estos tiempos pero ¡está bien! ¿Qué otra cosa es una película que un producto de su tiempo? No sería justo pedirle una mirada de género (a nadie ni a nada) que no lo sea. Así estamos inundados de películas que huelen a viejo. Quizás lo que a mí me hace ruido sea la segunda mitad, cómo se desmorona la historia a partir del descubrimiento de que la hermana ES la hermana de su mujer, no siento que las opciones tomadas por el director sean felices. Quizás, y en eso te doy la derecha, la forma en la que el drama aparece es un tanto forzada (no por la fuerza en sí misma sino como traída de los pelos) en un contexto naturalista donde todo parece fluir como los días de la vida hacen un escándalo de la nada y, encima, se mueren por eso. Hay bastante deseo histérico flotando entre los amantes fallidos. ¿Será, quizás (que ya son muchos), una forma de poner en evidencia el profundo tedio que sus vidas representan? Hablo puntualmente de nuestra pareja dramática. Rescato y con fervor todo el ambiente trágico lúdico que Jacquot despliega en la primera mitad: esa mujer que atraviesa la plaza paseando al perro y que todos (el personaje, la cámara y nosotros) seguimos y después confirma nuestras sospechas (claro, ¡eso es el amor! ¡Si él ya la había visto!) cuando él le dice que la vio hace un rato paseando al perro. ¡Es hermosa! Otrosí digo: cuando hablaba de mi relación con la religión me refería a pensarla conscientemente, de lo que mi inconsciente (yo también soy un producto de este tiempo) no puedo dar cuenta.
Aquí pueden leer un texto de Nuria Silva sobre esta película.
3 corazones (3 coeurs, Francia/Alemania/Bélgica, 2014), de Benoit Jacquot, c/Benoit Poelvoorde, Charlotte Gainsbourg, Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve, 106’.
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