Santa_Teresa_y_otras_historias PosterAvanzando retrocedo. Empiezo esta última crónica remitiendo al día 4 del festival, asumiendo necesaria esta distancia para que broten las palabras acerca de Santa Teresa & Otras Historias (exhibida también en Mar del Plata 2015). La del mexicano De los Santos Arias es menos una adaptación de 2666, la novela infinita e inabarcable de Bolaño, que una apropiación de su prosa lúcida y explosiva a favor de una poética de las imágenes. Hay algunas citas directas y otras más impuras, pero lo que campea es una forma de cine en la que pesan más la luz y los movimientos sinuosos sobre el espacio que la construcción de una lógica narrativa. Como en la novela, la ciudad es menos un espacio físico que la concreción de una mirada, y esta Santa Teresa no puede ser otra cosa que una intersección entre varios de los signos de lo mexicano, a la vez que un terreno propicio para que esas referencias no agoten el juego de espejos laberíntico que construye la película. Lo que se astilla, en esos rebotes, desincretismos religiosos, violencias y mujeres que desaparecen son los engranajes del relato, sus voces en off detectivescas cruzadas con testimonios inventados y otros que se intuyen reales, mientras las imágenes de una ciudad se desvanecen entre trazos de escritura en pantalla, voces que se repiten como un regreso obsesivo y un tratamiento del ancho de pantalla, de las texturas y colores que no se pone por encima sino que fluctúa junto a las mil caras de lo ominoso que se filtran como espectros.

Apuntes: armar un programa doble con La bocca del lupo de Pietro Marcello y ver qué pasa. Creo que ambas comparten una intención, la de no pedir permiso para hacer propias las ciudades de los otros.

Reglas del Juego TituloDía 5. Lolita. No siempre es válido, pero en el caso de Las reglas del Juego (Claudine Bories y Patrice Chagnard) se cumple: la imagen inicial de la película marca su ética. Es un plano feo, deliberadamente feo. Ocupando el centro del encuadre, sin otro punto de interés que su estructura, un edificio vidriado que parece un grano extraño se alza entre matorrales y nubes; se trata de un centro de entrenamiento para que gente joven consiga laburo en la ciudad de Lille, Francia. Sus ocupantes dicen ser tipos con experiencia (y no hay por qué desconfiarles en cuanto a eso), y tienen como misión preparar al incauto para sortear entrevistas, caerle bien a sus potenciales jefes y ser contratados para alegría de todos. Y son tan generosos que a los participantes los becan con algunos pocos euros mientras dure el período en el que borrarán toda apariencia no sincera de su personalidad ante los ojos del mercado. El globo termina de inflarse con la participación del Estado, que le paga a la agencia si tiene éxito y permite que las empresas no tengan que abonar los servicios. En ese teatro de operaciones, Bories y Chagnard plantan bandera y siguen con todo detalle los casos de varios postulantes. A través de esa simple premisa se va corriendo con amable discreción el velo de lo siniestro, mientras se hace viento una corriente de empatía que orilla la saudade en cada una de esas caras que podrían provenir de alguna película de los Dardenne, como para bañar de realidad aquello de que su cine -el de Rosetta seguro- se asemeja fatalmente a un estado del mundo. Entre todos los postulantes, imposible no dejarse arrastrar por los ojos refractarios de Lolita, la chica del bolso gigante y la mirada más triste de todo el festival.

si-escuchas-atentamenteFin de fiesta. Llega la hora de los premios y ocurre lo de siempre: mantengo una proverbial puntería para perderme casi todas las películas premiadas. In the crosswind (Martti Helde, Estonia) es elegida mejor película. En el caso de las dos menciones me va un poco mejor: de Le dernier voyage de madame Phung (Thi Tham Nguyen, Vietnam) tuve oportunidad de escribir unas líneas. Dice el jurado con justa elocuencia que es una película de un enorme corazón. Si escuchas atentamente (Nicolás Guzmán, Chile) es la que completa el podio. Pude llegar a ella esta misma tarde post-festival, y empardar un poco la balanza. Asumiendo el riesgo de la cursilería, debo afirmar que es un enorme acto de amor hacia sus personajes, tres chicas y un pibe de los barrios periféricos de Santiago, emergentes de lo que alguna vez fue la comunidad de Nueva Habana, nacida al calor de la revolución de Allende antes de ser masacrada. Guzmán registra la intimidad de sus voces, haciéndolas resonar casi siempre en off sobre imágenes de la ciudad o impactando sobre sus propios cuerpos, superficies de sentido en la que ideas como historia, país y progreso se llevan para el culo. Mientras los amigos caminan por puentes de hierro y los trenes escapan por abajo (junto a la posibilidad de pasar de grado), el acceso a una educación igualitaria se les va haciendo angosto y lejano. La aparición de un material documental que da cuenta del origen del barrio se incrusta en el presente, y si el director no manejara con infinita sensibilidad los repliegues de esa derrota, Si escuchas atentamente podría haber sido una de esas películas sin la lucidez necesaria para levantar el puño y cerrarlo lleno de verdades.

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