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Gabriel Orqueda: ¿Cómo nació la idea de hacer un documental sobre el regreso de Santiago a Buenos Aires?

Estanislao Buisel: Nosotros habíamos terminado de montar Barroco, mi película, hacía muy poco, Nacho (Masllorens) ya me había ayudado con un corto mío, es decir que teníamos un ejercicio de laburo. Entonces lo convocan a Nacho para filmar el rodaje de El cielo del centauro. La Unión de los Ríos y El Pampero cine lo traen a Hugo a Buenos Aires para filmar la película, arrancan ellos con el rodaje pero después se les complicó y ahí es cuando lo convocan a Nacho y él a mí. ¿Por qué me convocó Nacho? No lo sé… (risas)

Ignacio Masllorens: Nosotros sabíamos por Mariano Llinás que Hugo venía a filmar a Buenos Aires; Mariano, además, era el jefe de producción de la película y estaba muy enquilombado con esas cosas, entonces se le ocurre invitarme a mí, que yo ya estaba vinculado a ellos, ya había colaborado de alguna manera en otras películas. En ese momento estaba con mucho trabajo, pero igual me entusiasmé con el proyecto: era una manera de conocer a Santiago, a quien sólo conocía por sus películas, nunca lo había saludado ni hablado con él, entonces la única manera que se me ocurrió de poder hacerlo  fue llamarlo a él (Buisel), con quien habíamos tenido recientemente una experiencia de trabajo muy fructífera y le dije: “Mirá, está esto, yo no lo quiero hacer solo, me parece que si lo hacemos juntos puede estar bueno, y él dijo automáticamente que sí y ahí empezamos. Las primeras jornadas Lalo (Buisel) estuvo filmando con Agustín (Mendilaharzu) y después arrancamos los dos. Fue una película por encargo, podríamos decir.

GO: Hay algo que queda claro, y es que no se trata de un making off, es una película de ustedes dos.

EB: Claro, nos decían “ahí vienen los del making”, y nosotros ya sabíamos que no íbamos a hacer un making off, eso no nos importaba.

IM: Lo primero que yo le dije a Mariano fue que nosotros hacíamos el “making” pero con una condición: que el material era nuestro y que con eso íbamos a hacer la película que se nos cantara. Obviamente los chicos dijeron que sí, porque son amigos y no hubo ningún drama.

GO: ¿Y cómo fue el encuentro con  Santiago y hasta dónde les dejó meterse? Se nota mucho en la película que es un tipo muy obsesivo con todo lo que sucede alrededor.

EB: El primer día arranqué yo, estaba con Agustín, que ya lo conocía hacía bastante, entonces esa primera jornada fue tranquila, pero después se tuvo que ir a Chile por laburo y dejó de filmar. Entonces yo empecé con ideas que Agustín no tenía, como meterle el zoom grabador por todos lados a Hugo sin que se diera cuenta, lo dejaba en la mesa o en los carros, de hecho en la película aparece. El segundo día ya vamos con Nacho, se nos acerca Laura (Citarella) y nos dice que Hugo estaba un poco nervioso, que no sabía quiénes éramos y qué estábamos haciendo ahí.

El-teorema-de-SantiagoIM: Agustín antes de irse nos presenta con Hugo, como cediéndonos la posta, después se raja… (risas). Entonces la gente de El Pampero le dice a Hugo, para que se tranquilice, que nosotros  éramos muy amigos y grandes cineastas, digamos que le pasan un curriculum muy generoso sobre nosotros, porque al principio se notaba que había como cierta paranoia por parte de él y no queríamos eso, incluso llegamos a pensar en levantar el rodaje.

EB: Nosotros sabíamos que a Hugo le gustaban mucho las cartas, entonces le hicimos una donde le explicamos cuál era nuestro interés en filmar el rodaje de El cielo del centauro, una carta larga con todos los detalles, nos interesaba que el legado de Hugo no sean sólo sus películas sino también su forma de trabajo. Después de unos días nos respondió con un telegrama que decía: “Muchachos, adelante”.

GO: La otra idea interesante de la película es que prescinde casi por completo de las entrevistas típicas de cualquier documental.

IM: Es que durante el rodaje Hugo estaba muy estresado y con mucha presión, entonces nosotros entendíamos que nuestra presencia lo iba a incomodar más, por eso filmamos siempre a la distancia. Recién después, cuando vuelve a Buenos Aires a hacer la música de la película, con el rodaje ya terminado, con más tiempo y más relajado, nos pudimos conocer un poco más y contarle realmente cuáles eran nuestros propósitos. Además durante el rodaje Hugo estaba muy loco la película, no tenía forma de darnos bola, estaba en otra. Eso se nota sobre todo en un plano que filmó Agustín, donde Hugo mueve las manos en el aire como sacando cálculos mentales, midiendo el espacio y los tiempos. Ahí está en otro lado.

GO: ¿Y la idea del teorema cómo surge?

EB: En una comida nos dijo que su película era un teorema, insistía mucho con eso. De hecho les hicimos preguntas a todos los entrevistados sobre esa idea y todos se cagaban de risa, jamás habían oído hablar de un teorema. Por momentos se nota que todos los que están alrededor de él en la filmación no tienen la menor idea de lo que se está haciendo. Su escritura cinematográfica es muy compleja, es imposible de entenderla.

GO: Lo notable es que la película de ustedes es también un poco de él. Les da una nota, pero tiempo después les escribe porque no se quedó conforme y quiere agregar algo más, y ustedes aceptan esa indicación.

IM: Es que la película empieza con Hugo diciendo: “bueno, vamos a hacer así, yo hablo, digo lo que tengo que decir y ustedes lo filman”, como que ya nos ordena a nosotros, y termina diciendo: “yo les mando un papel, ustedes lo filman…”, y eso es lo que hicimos, como que él no puede con su genio de imponer su manera de rodar, nos escribía para que lo filmemos pero era él el que decía dónde y cuándo, elegía las locaciones, todo, como que de alguna manera el documental está dirigido por él también. Esa idea la tomé un poco de la película de Mitra Farahani, El Picasso de Persia (Fifi aúlla de felicidad), donde el artista le dice: “usted tiene que empezar la película así y terminarla así”. Esa idea, de poner en evidencia nuestros intercambios con Hugo, nos entusiasmó y quisimos usarla para esta película. Lejos de ser un impedimento, la terminamos usando a favor nuestro. Y eso es porque él no quería ser un mero objeto retratado sino participar en el armado pero siempre de una manera muy generosa y muy divertida. No es un tirano, es todo lo contrario, es un placer hablar con él de cine. Incluso te hace devoluciones muy buenas de tus propias películas.

el_teorema_de_santiago_2-1024x576GO: Es que El teorema de Santiago responde un poco a esa geometría de la que él habla, todos los planos son fijos, es una película matemática, muy pensada, muy mental.

IM: Sin embargo fíjate que Hugo no es un tipo que hace planos fijos. Yo no muevo la cámara, nunca, y para él la cámara siempre tiene que moverse, y si bien es un tipo muy obsesivo con su forma de hacer cine también es un gran lector de otras películas, nunca intenta imponerte su manera sobre tu trabajo, vos hiciste esto, bueno,  mí me parece que tal y tal cosa. Yo recuerdo que en ese momento estábamos con la película de Laura, La mujer de los perros, y Laura se la mostraba a Hugo para que él le hiciera una devolución. Nos quedábamos pasmados con la claridad que tenía para verla. En un momento nos decía que había planos que eran muy largos, que había que cortarlos un poco, nos hablaba del agotamiento del plano, que es cuando uno nota que la toma ya terminó

EB: Nos hablaba de Mizoguchi, nos decía que había planos que tenían que durar mucho y otros poco, porque si no ¿cuál es el valor del plano largo?, hay que saber dónde cortar.

IM: La película de Laura es una película de planos largos, y Hugo la miraba no como él la hubiera hecho sino como el mejor lector de una película ajena. Con nosotros hizo lo mismo, nunca hablaba de lo que concernía a él, sino de cómo mejorar la película. Siempre.

GO: El teorema de Santiago encierra otra buena noticia sobre el futuro de Hugo, que tiene que ver con que El cielo del centauro es una película previa a lo que va a ser el cierre de la trilogía de Aquilea.

IM: Sí, eso nos parece muy importante. Cuando terminó de rodar El cielo…, los mails que nos seguía mandando hablaban de que había vuelto a retomar Adiós.

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