Actos políticos. Desde la pregnancia de ese ritmo sostenido como protesta social, que se moldea en su forma y a través del tiempo, llamado rap, y desde el impulso vital juvenil como cuerpo político, está concebido el documental de la brasilera Eliza Capai, Espero tu (re)vuelta. Merecedora de dos premios en la Berlinale de este año y premiada con una mención en el FESAALP, compitió planteando una de las propuestas más expresamente políticas de este festival. Película de protesta en donde el término rebeldía no se reconfirma desde su estereotipo reaccionario que la refiere condescendientemente como rasgo adolescente que la «madurez» clausura: se trata de la rebeldía como acto político que pone en trance las estructuras estatales.

Contundencias. Por otra parte, el acto político es la película misma, concebida a partir de un concepto de barricada con resultado de manifiesto. En la concepción de la imagen, Capai no recluta testimonios de expertos en ciencias sociales con la intención de profundizar ensayísticamente, sino que recorta imágenes de archivo y con la clarificación expeditiva de los protagonistas de las revueltas. De ahí el sentido del rap y la síntesis verbal, en paralelo a situaciones de tensión en espacios públicos y declaraciones testimoniales que, apropiadas por el montaje, se atropellan al mismo tiempo que proponen saltos que recorren diferentes momentos bisagra en las revueltas estudiantiles de 2013 hasta la asunción de Bolsonaro. En un tramo de la película, donde la cámara da cuenta de las represiones estudiantiles, un texto acompaña y sostiene el baile: “Mi mamá me dijo que estudiara para que no me uniera a la policía militar”, Los jóvenes emocional y voluntariamente organizan las tomas de sus establecimientos educativos y apuestan, dentro de los mismos, a la victoria de sus reclamos, y en Espero tu (re)vuelta a la victoria simbólica del plano general superpoblado. Formato documental estructurado narrativamente desde la alternancia de relatos de estudiantes que lideran esa voz cantante en la película, que irrumpen en el plano para sus testimonios de lucha: registros de manifestaciones, tomas de colegios, momentos de represión por parte de las mal llamadas fuerzas de seguridad y declaraciones de los funcionarios de turno van conformando la estructura del material.

Es así como Eliza Capai visibiliza los hechos desde el provisorio protagonismo de algunos estudiantes, como el caso de Nayara Souza, presidenta de la Unión Estudiantil de San Pablo; el rapero Lucas “Koka” Penteado; y la presencia más fuerte, en tanto persistencia política y claridad ideológica, de Marcela Jesús. Desde apariciones y reapariciones breves, sus intervenciones son la materialidad corporal de la película. Lo expeditivo es el código para generar conciencia inmediata, hallando otro ejemplo fuerte en un tramo en que se brindan datos irrebatibles, sin necesidad de estadísticas numéricas: “San Pablo es el lugar del Brasil con más presos. Y Brasil, el tercero en el mundo”. La conclusión la brindan las siguientes frases: “Si arrestar a las personas fuera la solución, no estaríamos entre los diez países más violentos del mundo.” “¿Quienes van presos? Jóvenes, negros, pobres”. “La mayoría de los estudiantes de escuelas públicas son pobres”.

Comunidad y diversidad. Pero lo político también se encuentra en lo cotidiano, en el sentido comunitario de la convivencia. Porque en el día a día de las ocupaciones, el documental muestra cómo se empiezan a conformar códigos de organización interna en estado de asamblea permanente que incluye la repartición de tareas de limpieza. También la directora se ocupa de visibilizar la diversidad sexual como imágenes que felizmente se empiezan a colar en películas expresamente políticas no como una temática más, sino como de las más fuertes y representativas en la luchas. La defensa de la educación pública se vincula a otras problemáticas estructurales, como una sola demanda. 

Simetrías. Uno de los paralelismos narrativos entre situaciones como déjà vu de los sucesos en el tiempo, se encuentra durante 2013 en una marcha al Departamento de Educación de San Pablo en reclamo por despidos a docentes donde hubo una brutal represión. Dos años más tarde, el cuadro se repite durante otra manifestación en la cuál Marcela Jesús dice: “No puedo comprender porqué sucede esto de nuevo. Y en este mismo lugar.” Por otra parte, Dilma Rousseff sobre el final del documental declara en el momento de su destitución: “Este es el segundo golpe de Estado que he soportado en mi vida”. Dos hechos desgraciados: un aparato de Estado contra la política en las calles se repite en el tiempo, lo que lleva a confirmar una vez más al evolucionismo social como falacia. Y el mismo aparato protagonizando un golpe blando contra la presidenta. Pero otra repetición se impone forzadamente: Rousseff en su juventud sabe asumir – inclusive en otros términos- la lucha entonces revolucionaria por fuera de las instituciones, siendo años más tarde víctima del desplazamiento orquestado ilegítimamente. Pero esto es solo el preludio al fascismo actual: el puente hacia Bolsonaro lo tiende Michel Temer, quien al asumir propone congelar por veinte años los gastos en educación. 

También el documental da cuenta de un hecho de carácter universal: las diferencias entre las diferentes agrupaciones. Como la izquierda anti PT – “Izquierda Autonomista”-: sus estandartes evidencian lo que para ellos es la actitud más política. Carteles con leyendas como “Ningún partido me representa” o “Contra todos” definen su ética. Espero tu (re)vuelta no ahonda en los conflictos entre las agrupaciones, pero expone los elementos de lo que en contextos no solo latinoamericanos resultan en colisiones ideológicas entre izquierdas y  progresismos que piensan antagónicamente el rol del Estado. 

Varias y complementarias lecturas se abren con la ambigüedad de estos tropiezos simétricos en el tiempo, estos paralelismos no lineales y conflictos entre facciones que contribuyen al montaje final que a su vez promueve otro montaje: el mental del espectador. Desde estas formas cinematográficas, los contextos latinoamericanos son modelos (de lucha) para armar. 

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